El descenso a los infiernos de Arantxa Sánchez Vicario: de reinar en la pista a una condena de cárcel y una deuda millonaria
Hay un antes y un después en la vida de la que fuera la número 1 del tenis mundial. Su matrimonio con Santacana, ya roto, marca ese punto exacto
Dos años de prisión para Arantxa Sánchez Vicario por ocultación de bienes y tres años y tres meses para Santacana
Josep Santacana, todavía marido de Arantxa Sánchez Vicario, carga contra las 'mentiras' de la tenista: «¿Tú te lo crees?»
El Juzgado Penal 25 de Barcelona ha condenado con dos años de prisión a Arantxa Sánchez Vicario y a tres años y tres meses a su ex pareja, Josep Santacana por un delito de alzamiento de bienes. La extenista no tendrá que ingresar en la cárcel, pero tendrá que abonar, junto a su aún marido, una indemnización de 6,6 millones de euros al Banco de Luxemburgo.
Por el contrario, Santacana tendrá que entrar en prisión, aunque el fallo no es firme y se puede recurrir. «El acusado tenía conocimientos (él había trabajado en el sector inmobiliario) e interés directo en esa gestión, en su posición de marido de la titular, y era la persona de su máxima confianza», recoge la sentencia al considerar «absolutamente creíble» que Sánchez Vicario «no tuviera conocimiento alguno de gestión patrimonial, ni probablemente interés».
En un primer momento, la Fiscalía pedía cuatro años de cárcel para la tres veces campeona de Roland Garros y para su exmarido, por ocultar su patrimonio y evitar el pago de una deuda millonaria. «Ni un solo euro se destinó al pago de la deuda», reza la resolución que añade que Sánchez Vicario «ha asumido su responsabilidad respecto de los hechos objeto de acusación», ya que durante el juicio reconoció el alzamiento de bienes y mostró su conformidad, después de que la Fiscalía rebajase su petición de prisión de cuatro a dos años. Pena finalmente impuesta, y que la extenista eludirá, siempre que abone la cantidad fijada al banco, y que no delinca durante otros 24 meses.
Una fortuna millonaria
La revistas 'Forbes' estimó en 2012 la fortuna de Sanchez Vicario en 15 millones de euros, en premios ganados a lo largo de su carrera, y 35 millones de euros de sus patrocinios. Su destreza con la raqueta le llevó a ser la número 1 del mundo de la WTA, en 1995, con unas ganancias millonarias.
Cuando su vida era casi perfecta, en 2008 contraía matrimonio con Josep Santacana, con quien tendría a sus dos hijos. La familia de la tenista nunca vio con buenos ojos esta unión, llevando al enfrentamiento a Arantxa con sus hermanos y padres, Marisa Vicario Rubio, Emilio Sanchez, durante años. A quienes despellejó en su libro «¡Vamos, Arantxa!», y llevó a los tribunales, acusándoles de haber malgastado su dinero.

Con los años, Arantxa reconocía que su marido era el origen de todos sus problemas judiciales y económicos, así como el culpable de su distanciamiento familiar. «Me arrepiento de haberle dado el control. Tenía que haber separado el amor del resto de mi vida», confesaba publicamente.
Arantxa recuperó la relación con su familia: «Mi madre me apoya y está conmigo. Aun habiéndole dado mil patadas, ahí sigue. Me ha demostrado lo que es el amor por los hijos y su incondicional apoyo», confesaba en 'El Pais'. Su padre, Emilio Sánchez, falleció en 2016, sin llegar a presenciar esa reconciliación.
El calvario de Arantxa
En 2009, un año después de que la ex tenista se hubiera casado, el Tribunal Supremo desestimó el recurso de Sánchez Vicario y confirmó la sentencia dictada por la Audiencia Nacional en 2003, al considerar que la deportista tenía fijada su residencia en España y no en Andorra, como simulaba. La ex tenista fue condenada por el impago del IRPF de cinco ejercicios (entre 1989 y 1993, su época dorada).
Fue entonces, cuando el Banco de Luxemburgo le reclamó la devolución del dinero que le había prestado en forma de contra aval para afrontar el proceso judicial y la posterior condena, que acabó ascendiendo a 6,6 millones con intereses incluidos. El calvario de la tenista comenzaba y Santacana se convertía en su peor enemigo.
En la actualidad, la tenista vive de dar clases de tenis en una escuela de Miami varios días a la semana. Allí vive junto a sus dos hijos, Arantxa y Leo, de 14 y 11 años respectivamente. Sánchez Vicario debe ingresar la mitad de sus ingresos al Banco de Luxemburgo para ir condonando su deuda, habiendo entregado unos 1,9 millones de euros hasta el momento. «Saco adelante a mis hijos gracias, también, al dinero que me dejan los amigos. Con eso voy tirando», confesaba. «Estoy haciendo un esfuerzo económico brutal, que seguiré haciendo toda mi vida», relataba.

La ex número uno del mundo, contaba hace unos meses, con resentimiento, cómo parte de su patrimonio había desaparecido por culpa de su ex: «Ganar lo que gané me costó kilómetros corriendo en la pista, horas de entrenamiento, sacrificio y esfuerzo. Me lo tuve que ganar, nadie me regaló nada. Lo que es mío es mío, y de mis hijos. Eso es lo que más me motiva para recuperarlo», confesaba.
Desolada, reconocía que «es muy injusto. Con lo que he ganado, no poder vivir del tenis es un golpe muy duro que no me esperaba. Mi error, como he dicho otras veces, fue enamorarme. Confié en la persona que tenía al lado, en mi marido, y me la jugó. No voy a tirar la toalla. No lo hice en la pista y no lo haré ahora. Estoy en una etapa dura de mi vida, pero el deporte me ha ayudado a enfrentarme a las adversidades, a ser fuerte y resiliente», reconocía en una entrevista al periódico 'El Pais'.
Un respiro para Arantxa
Finalmente, tras asumir hace dos años su responsabilidad, la magistrada aceptaba un acuerdo rebajando a la mitad la petición de cárcel de la tenista, dando un respiro a la jugadora. De hecho, la sentencia acuerda la suspensión de la pena impuesta a Sánchez Vicario y a otro de los implicados durante un periodo de dos años sin cometer otro hecho delictivo, por lo que no ingresará en prisión ni cuando el fallo sea firme.
«La acusada ha asumido su responsabilidad respecto de los hechos objeto de acusación, reconociendo su participación en los mismos. Alega en justificación de su actuar que ella no tenía ningún conocimiento relativo a la gestión de bienes, y que siempre lo ha confiado a terceras personas, primero a sus padres, y a partir de su matrimonio, y concretamente desde que en noviembre de 2009 se hizo con el control del patrimonio, a su marido», señala la sentencia, ante la que cabe recurso de apelación.
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