Ribera del Cuarzo, el vino del viento patagónico
Bodegas
Se elabora en el Valle Azul, una improbable zona de Río Negro descubierta por una condesa y conquistada por una nueva generación de bodegueros argentinos
Catamarca, el rincón salvaje más desconocido de Argentina
![Felipe José Menéndez recorre los viñedos de Ribera del Cuarzo en Valle Azul, Río Negro, Argentina](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gastronomia/2023/09/08/bodegariberadelcuarzo111_00000001-R0YpvSFDVGV9TDObTDOxv3L-1200x840@abc.jpg)
Ribera del Cuarzo elabora vinos nacidos del viento, la tierra olvidada, los sueños y la memoria. El nombre de la bodega argentina revela su cuna: los márgenes de un río, el Negro, en el inicio de la Patagonia austral, y un suelo antiguo de ... arenisca salpicado de brillantes esquirlas de esa piedra clara. Pero su poesía enmascara el tamaño del esfuerzo que hay detrás de esta gesta emprendida por unos viticultores que un día decidieron explorar el singular caldo de las uvas que resisten al clima extremo de un despoblado valle llamado Azul. Más poesía en los nombres para una empresa situada en los confines del mundo.
Lidera esta aventura Felipe José Menéndez, quien desciende de una familia dedicada al vino y además trabajó durante muchos años con Nicolás Catena, dueño de Catena Zapata, en Mendoza, designada la Mejor Bodega del Mundo y pionera en los malbec de altura. Junto a quien considera su maestro y su mentor, Menéndez fundó la empresa Casa Pirque y se embarcó en la odisea de levantar un nuevo 'terroir' al norte de la provincia de Río Negro, en un paraje equidistante del mar y de la cordillera (hay 600 kilómetros hacia cada lado), un trozo anónimo encerrado además entre la meseta pampeana y la patagónica y en el que nadie plantaba nada debido a la falta de agua.
Ellos la encontraron oculta, en los ríos subterráneos que cuajan el vientre del suelo, que además por sus características permite un cultivo totalmente orgánico que prescinde de nutrientes o de otros aditivos de control como el azufre.
Pero estos alicientes llegaron luego. De entrada lo único que vieron fue promesa y viento, el viento helado permanente que sopla en la estepa (como será, que al encargado hubo que comprarle tapones para los oídos al principio, para su adaptación y como forma de evitar que renunciara al encargo).
En realidad todo lo que rodea a Ribera del Cuarzo es una carrera de obstáculos. «La Patagonia constituye un desafío permanente por su aislamiento y también por la inexperiencia que hay en viñedos. Este contexto tan complicado, que se une a otros factores difíciles propios del país y de la región en la que estamos, nos obliga a ser muy rápidos y muy creativos«, revela el joven bodeguero, de visita en España para hermanarse con la nueva bodega riojana Residence Wines y presentar de su mano su proyecto en el Viejo Mundo.
Un lugar único y una condesa pionera
Villa Azul se asienta sobre un árido terreno prehistórico que alguna vez fue glaciar. Existen allí unas pocas bodegas locales, aunque suelen estar bajo el amparo de los árboles junto al río. Ribera del Cuarzo ha erigido su templo bodeguero a la intemperie del valle, solo protegido por una recia barda a su espalda.
![Los viñedos de Ribera del Cuarzo, con la barda que los ampara y resguarda algo del viento inclemente](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gastronomia/2023/09/08/bodegariberadelcuarzo082_00000001-U44372485873TST-624x350@abc.jpg)
No lo hizo, sin embargo, desde cero, sino a partir de las cinco hectáreas de viña de una condesa. Y es que en 2002, tras la compra tres años antes de su famosa empresa familiar por parte de Campari, Noemí Marone Cinzano recaló en este inesperado punto del globo atraída por un vino patagónico que probó lejos y por casualidad.
Llegó de la mano de su marido enólogo y un primo también aficionado al fruto de las barricas. Juntos, plantaron uvas y construyeron una casa allí. Su bodega, Noemia, actualmente se ha movido un poco más cerca del pueblo Valle Azul, donde sigue operando y buscando levantar también por su parte este 'terroir'.
Pero poco antes de la mudanza, en otro cruce del destino, la condesa Cinzano conoció a Catena y a Menéndez en Nueva York. Ellos también habían catado un vino de Valle Azul que llegó a su mesa sin saber muy bien cómo y, al igual que ella, sus instintos curtidos entre caldos les habían hablado de una oportunidad. De hecho aquella copa, y saber que en el sur de Argentina se hacían vinos tan potentes y tan distintos, los llevó a estar más de una década viajando por la Patagonia cada vez que sus negocios en Mendoza se lo permitían, recorriendo aquella inmensidad en busca de un rincón donde establecerse para poder dar a luz a esos sabores y aromas singulares que los habían embrujado.
![Imagen principal - Arriba, Menéndez y el enólogo Nesti Bajda en Ribera del Cuarzo. Debajo, sus tres vinos. Y una foto del día en que los fundadores de Casa Pirque se encontraron con la condesa en Nueva York, aunque en la imagen no sale ella sino el baron Eric de Rothschild y el enólogo Fernando Buscema](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gastronomia/2023/09/11/bodegariberadelcuarzo033_00000001-U80758546054uVA-758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Arriba, Menéndez y el enólogo Nesti Bajda en Ribera del Cuarzo. Debajo, sus tres vinos. Y una foto del día en que los fundadores de Casa Pirque se encontraron con la condesa en Nueva York, aunque en la imagen no sale ella sino el baron Eric de Rothschild y el enólogo Fernando Buscema](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gastronomia/2023/09/11/FOTOBOTELLASACTUALIZADA-U70165401874Fep-464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Arriba, Menéndez y el enólogo Nesti Bajda en Ribera del Cuarzo. Debajo, sus tres vinos. Y una foto del día en que los fundadores de Casa Pirque se encontraron con la condesa en Nueva York, aunque en la imagen no sale ella sino el baron Eric de Rothschild y el enólogo Fernando Buscema](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gastronomia/2023/09/11/Screenshot_20230908_142344_Photos-U16117544745aqn-278x329@abc.jpg)
Los dueños de Casa Pirque alquilaron primero y compraron finalmente el viñedo original y la propiedad de la condesa. En 2018 sacaron ya sus primeras botellas. Expandieron la viña y añadieron a las variedades malbec, merlot y petit verdot de ella la pinot noir.
De ese 'blend' nace, por ejemplo, su etiqueta Reserva Estibada, un caldo con mucho carácter y que a la vez resulta amable y ligero, una perfecta representación de la «combinación ganadora» de intensidad y frescura, en palabras de Menéndez, común a todos los vinos de esta zona antes despreciada. Elaboran solo otros dos más, de momento, exquisitamente cuidados por su enólogo Nesti Bajda.
Cinco generaciones después
Menéndez no llegó a la Patagonia siguiendo solo sus sentidos y aquella casualidad. De alguna manera, el contacto con la lengua austral lo hizo retomar la historia de su familia, cinco generaciones más tarde. Su tatarabuelo, José Menéndez, adquirió el terreno que ostenta el Monte San Felipe, un cerro documentado por Darwin y Fitz Roy en su expedición de 1836, como atestigua la ilustración de la etiqueta del Reserva Estibada, en la que aparece un fragmento de lo que registró el dibujante que les acompañaba.
Menéndez ha vuelto así a sus raíces. Vive en Ribera del Cuarzo y apuesta por ampliar el suelo pero también por poner en primera liga a sus vinos y -algo que comparte con los demás jóvenes bodegueros argentinos que están revolucionando el sector en ese país de larga tradición vinatera- diferenciar geográficamente a las variedades, como se hace por ejemplo en España con las denominaciones de origen (los vinos argentinos solo tienen como dato su uva, se habla de «un malbec«, o »un syrah«, o »un cabernet franc»).
Los valorados vinos de este país sudamericano provienen actualmente casi en su totalidad de Mendoza (más del 70 por ciento) y en menor medida de la provincia de San Juan (en torno al 20 por ciento), mientras que el exiguo resto se reparte entre 15 provincias, Río Negro entre ellas. Los soñadores de Ribera del Cuarzo quieren cambiar estos números.
MÁS INFORMACIÓN
En una exclusiva degustación de sus vinos organizada en Vinology, en Madrid, y auspiciada por Residence Wines, y de la que participó ABC Gastronomía, Menéndez reveló que, para él, después de tantos sacrificios y años de trabajo, la cosecha de 2021 fue «la de la confirmación» de que ese era su lugar y su proyecto vital. También contó que, solo un año después, en 2022, las heladas les hicieron perder toda la cosecha, aún después de quemar hasta la última madera disponible en Ribera del Cuarzo intentando retener el aliento de las plantas.
En este 2023, sus etiquetas vuelven a salir a conquistar paladares que buscan carácter y finura, singularidad e historia.
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