Borraja: historia de un error lingüístico para la reina invernal de la huerta aragonesa

No se asociaba a esa 'decepción' implícita en esta locución que originalmente tenía como protagonista a la citada y sí insulsa e insustancial cerraja -una planta silvestre comestible-. De ello da fe también la propia RAE, dos siglos antes, en el Diccionario de Autoridades de 1726. El parecido fonético y la vaguería se impusieron.

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Adrián Delgado

Quienes no la hayan probado por el estigma se pierden una verdadera joya verde del invierno que han puesto en valor, con argumentos científicos e históricos como los mencionados, expertas como Cristina Mallor. Esta ingeniera agrónoma y doctora en Bioquímica, además de académica de la Academia Aragonesa de Gastronomía, firma un profuso estudio -'Borraja. La planta emblemática de Aragón'-en el que entre otras curiosidades cuenta cómo se ha asociado al 'nepente' que Homero cita en La Odisea. Una suerte de polvos -hechos presumiblemente con ella- que mezclados con vino calmaban el dolor y hacían olvidar las penas.

Mitos aparte, reparadores son sus tallos hervidos con patata, en tortilla o en caldos y adictivas sus hojas hechas 'crespillos' -rebozadas con una masa dulce y fritas-. Sus flores llegan a cotas de la alta cocina y la repostería, apreciadas desde el siglo XVIII por su valor estético y por su color azul.