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María Velasco, psiquiatra: «Tu hijo se tiene que sentir mirado y no como una obligación o un deber»

Entrevista con la psiquiatra María Velasco, autora del libro 'Criar con salud mental'

La receta de una psiquiatra para que padres e hijos no medicalicen sus problemas

La salud mental de niños y adolescentes, en urgencias

La psiquiatra y psicoterapeuta María Velasco es la autora de «Criar con salud mental» ernesto agudo
Carlota Fominaya

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El día de la entrevista llueve y Madrid es una ratonera. El atasco monumental deja miles de escenas parecidas, con padres estresados y agobiados por diferentes motivos que han gritado a sus hijos porque no llegan al campamento que les sirve para conciliar en estas fechas. Es una fotografía más de lo que predica la doctora María Velasco, en su libro ‘Criar con salud mental’ : «que vivimos en una sociedad cuyas exigencias y mandatos son incompatibles con las necesidades tanto de los menores como de los que cuidan de ellos».

En esta obra Velasco, que trabaja desde hace dieciséis años en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, centrada en atender a menores que presentan un gran sufrimiento psíquico, se ofrece a acompañarnos en la difícil y fascinante tarea de ser madres y padres.

Porque, tal y como muchas familias sospechan y ella misma resalta en esta entrevista, «no siempre podemos hacer bien las cosas. No siempre seremos capaces de comprender. Y a veces gritaremos, perderemos la paciencia y nos enfadaremos de más. Pero lo que siempre podremos hacer es ser conscientes de ello y darnos un tiempo para diferenciar quién es nuestro hijo y lo que necesita, y quienes somos nosotros, cuál es nuestra historia y lo que necesitamos desaprender para continuar».

Este libro parece más necesario que nunca. Tenemos muchísimos problemas de salud mental, hay un aumento de suicidios, de depresiones infanto juveniles, de trastornos, adicciones… ¿Qué está pasando?

El aumento de suicidios y de intento de suicidios, de la agresividad en general de los adolescentes, porque también lo vemos de otra manera, en las noticias de 'bullying', en la de violaciones de menores a otros menores… Digamos que la agresividad está aumentando y esto tiene que ver con varios factores, que como padres y como madres tenemos que poder inculcar en nuestros hijos.

Necesitamos enseñarles o que desarrollen esas capacidades. En una balanza donde necesitan sentirse bien, necesitan ser suficientes, pero también necesitan aprender a adaptarse a la realidad, a manejar determinadas emociones como la rabia, como la ira, a manejar las necesidades más instintivas.

Es una balanza que está muy desequilibrada, por así decirlo, y que está produciendo o haciendo que nuestros menores, además de otras ideas como la idealización que hacemos de la vida, por ejemplo, el que no les contemos lo que es de verdad la vida, lo que conlleva la vida… Muchas veces situaciones de disconfort o que hay qué ganarse las cosas todo eso hace que nuestros menores tengan una idea de la vida distinta distorsionada, que cuando salen a la vida, les frustre mucho que se encuentren con otros menores muy agresivos y que les dañan, que además no tengan las capacidades para sobrellevar las situaciones negativas porque no las han desarrollado porque en casa les hemos sobreprotegido mucho…

Aumentan los cuadros de tristeza, depresión, ansiedad

Todo eso hace que, añadido a lo que conocen por las redes sociales (donde acceden a contenido adulto de cómo suicidarse, de cómo hacerse daño, de qué tengo que hacer si me siento mal…)-, en un momento de sus vidas complicado intenten acabar con su vida. O sea, es una suma de factores que no sólo dependen de los padres y de las madres, sino también de una sociedad que está promoviendo que nuestros menores no toleren el sufrimiento o el malestar que muchas veces conlleva la vida. Que no sepan manejar las situaciones relacionales, que no sepan respetar la tolerancia, por ejemplo, que es una palabra en la que el mundo de los adultos utilizamos muchísimo y, sin embargo, nuestros menores no son muy tolerantes.

Al final todos estos factores hacen no que hayan aumentado las enfermedades mentales en sí, como podrían ser la esquizofrenia o el trastorno bipolar, sino los cuadros más de tristeza, depresivos, de ansiedad... Que son cuadros completamente editables, secundarios a un estilo de vida y a unas herramientas que les faltan y que hacen que al tener el conocimiento de que puedes acabar con tu vida, lo hagan.

¿Es más difícil ejercer la paternidad y la maternidad hoy en día?

Hoy en día creo que es más difícil que nunca por varias razones pero vivimos en un entorno social que no nos lo pone nada fácil a las madres y a los padres. Ahora mismo cuidar a nuestros mayores, a nuestros niños, cuidarnos los unos a los otros… No es algo que esté valorado, de lo que hablemos.

Hablamos de consumir, hablamos de ser los mejores, hablamos de vender facetas incluso mentirosas de nosotros mismos, de la ambición de tener, pero no hablamos de cuidar. Es una palabra muy importante y la sociedad está montada de tal manera que no estamos trabajando en ello. Cuidar de los hijos, establecer una crianza con una balanza entre el amor y los límites, que es una balanza difícil y que hay que corregir todos los días... Realmente no estamos trabajando en esto.

Pero está todo muy relacionado. Una mejor crianza podría prevenir o evitar una situaciones totalmente dramáticas a la larga, ¿no?

Por supuesto.

¿Qué debemos saber o qué podemos hacer los padres? Que ahora parece que estamos súper informados, que leemos entrevistas, libros, escuchamos podcast…

Debemos informarnos. Creo que hay mucha gente hablando de todo, y hay tanta información, que al final es desinformación. Porque todo el mundo opina y al final, ya no discriminamos a quién oímos y a qué no oímos, qué preparación y qué estudios tiene esa persona que nos está hablando.

Luego todo se tiñe de esta mentira de que todo es posible, de que la vida hay que ser feliz… Y nadie nos está hablando de que la vida es difícil, a veces, y de cómo sobrevivimos a esos momentos, de cómo los llevamos, de que forman parte de la vida.

Es decir, el sufrimiento, la tristeza, la pena, la pérdida, el no poder tenerlo todo, la carencia, la falta... Es algo que también nos construye. Pero nosotros mismos como padres y como madres no queremos hablar de esto.

Así es muy difícil que podamos ejercer una crianza balanceada entre el amor y los límites. Y con los límites no me refiero a un castigo. Me estoy refiriendo a los los límites de la realidad, del respeto hacia los demás, hasta donde yo puedo llegar, a los límites que me hacen reconocer al otro y respetarlo… Es muy, muy, muy difícil de llegar también.

Hay un punto que también señalas en tu libro de 'Criar con salud mental', nosotros, los padres, tenemos que tener una buena salud mental, porque si no es imposible hacerlo bien. ¿Qué debemos a hacer para cuidarnos y criar con salud?

Creo que en este momento se está empezando a hablar de las enfermedades mentales, del sufrimiento mental Se escuchan frases como 'tengo ansiedad', 'tengo depresión'... Hay gente famosa que lo dice. Se está quitando el estigma a las enfermedades mentales.

Pero nadie habla de la salud mental. De lo que es. No es tener emociones negativas, sino el poder ser capaz de llevar una vida, capaz de llevar una relación, capaz de tener un trabajo, capaz de tener una vida con sentido.

Eso hay que cuidarlo como cuidamos la salud física. Sabemos que tenemos que comer bien, que hacer deporte, pero, ¿qué necesitamos para poder tener salud mental? No es ser feliz. La salud mental es algo más complejo, está lleno de muchos más matices, es algo mucho más enriquecido porque el ser humano es muy complejo y muy rico.

La salud mental tiene muchos apoyos, y uno de ellos es el social: necesitamos sentirnos apoyados por una familia, unos amigos, un entorno, un vecindario… Necesitamos vivir en comunidad. Somos seres sociales. ¿Qué pasa si ahora estamos acostumbrados a vivir en barrios en donde no conocemos al vecino? ¿Dónde no contamos con nuestros padres? ¿Dónde le contamos a los demás solamente lo bueno y muy maquillado?

Lo negativo, nuestras carencias, nuestras faltas, ya no se las contamos a nadie y el sentimiento de soledad es inmenso. Las personas se sienten muy solas porque no pueden mostrarse y conectar con los demás como son. Y eso es un factor de riesgo para la salud mental.

Y eso sin las redes sociales, sin contenido al que accedemos, la idealización de la vida… Hay tantos factores… Entonces cuidar como padres y madres nuestra salud mental no es no tener ansiedad o no tener depresión.

Es algo más complejo que encima la sociedad de hoy en día no nos pone fácil porque es un concepto que creo que no ahora mismo todavía no está en la mente ni de las personas que pueden hacer estrategias para cuidar de la salud mental de la población, ni siquiera nosotros mismos.

Esto en la crianza se puede desbordar.

Ahora mismo la crianza es tan complicada que es un factor de riesgo para la para una enfermedad mental, para un trastorno de ansiedad o de una depresión. Tener un hijo y criarlo realmente es muy complicado. Pero es que es muy complicado hacer cualquier cosa, nos exigimos muchísimo, realizamos muchísimo, nos metemos en la vida de todo el mundo, también nos mostramos a todo el mundo, mostramos nuestra intimidad… Hay unas barreras que antes había, unos límites que nos protegían.

Que eran cortafuegos.

Que eran cortafuegos de la opinión ajena, de la invasión de los demás, de estar pendientes de la mirada de otros… Podíamos conectar más con nuestra propia historia, con lo que nosotros hacíamos, ahora ni siquiera tenemos uno referentes nuestros padres y nuestras madres. Han vivido momentos sociales distintos en donde los roles de género, también eran distintos, en donde había muchas cosas diferentes y nosotros no queremos o nos da miedo o nos suena a sumisión o a retrógrado educar un poco como ellos.

Realmente no tenemos un patrón que seguir, no tenemos una red social en la que apoyarnos, nuestra propia vida está llena de exigencia… Por eso es tan difícil criar ahora mismo.

-En estos tiempos tan convulsos, digamos, ¿qué deberíamos tener claro en cuanto al estilo de crianza? ¿Hay algunas cosas que se pueden hacer mejor?

-Sí claro. Siempre se puede hacer mejor. Este es un libro que intenta hacer reflexionar sobre qué cosas se están haciendo, qué situaciones no ayudan y qué cosas a mano de todos, sencillas, en los detalles, están ahí y sí son posibles. Pero las tenemos que ver. Muchas veces las tenemos delante, son recursos sencillos que no vemos.

Muchas veces es bajar el nivel de exigencia.

Bajar el nivel de exigencia y saber qué es qué es realmente importante no tener tantos miedos. Creo que los miedos nos hacen tomar decisiones para evitar esos miedos: 'tengo miedo a parecerme a mi madre' y me pongo en la posición contraria. 'Tengo miedo a sentir que no valgo nada' y parece que le va fenomenal en la vida… Ahora mismo dice la gente: 'bueno, es que tenemos que trabajar'. Pero, ¿para qué trabajas? ¿Para qué ganas el dinero? ¿Para gastarlo en los centros comerciales los fines de semana? ¿Para qué necesitas seguir? Realmente nos hemos armado como una explicación muy blindada y que, además, la mitad por lo menos de esa explicación o de esa o de esa filosofía de vida, ni siquiera nos la hemos planteado. Es decir, nos hemos sumado a lo que la sociedad nos dice, pero está perjudicando seriamente a la calidad de vida de las personas. Nosotros no solamente atendemos a los niños y a los adolescentes, también atendemos a sus madres, a sus padres y ellos tienen también un enorme sufrimiento. O sea vienen muy perdidos, mirando a sus hijos, diciendo: «Pero, ¿qué pasa? Si yo me he esforzado mucho'.

Respecto de los estilos de crianza que decías, todos conocemos lo que es un estilo de crianza negligente en donde se utiliza el castigo o la violencia como excusa para someter a los hijos y mediante el miedo conseguir que hagan lo que tú quieres que hagan.

Pero hay otro estilo negligente que es el sobreprotector, que es con la excusa de 'yo te lo doy todo, te tengo entre algodones. Haz lo que quieras, decide tú cuando vuelves a casa'. Al final estos niños estamos viendo que tienen un narcisismo enorme, que son incapaces de adaptarse a los demás, de tolerar la frustración… Estas personas no pueden sobrevivir en el día, no pueden estudiar, no pueden adaptarse al colegio, no pueden, porque no han desarrollado esas capacidades.

La empatía es una capacidad humana que, aunque nacemos con ella, no tenemos desarrollada. Nos tienen que ayudar a desarrollarla, poniendo límites, haciéndote ver como madre como padre de una manera respetuosa delante de tu hijo le ayudas a desarrollar la capacidad de frustración, la empatía… Muchas capacidades, que si no las tenemos, vamos a estar muy muy desadaptados a la vida.

Porque somos los genes pero también las circunstancias de lo que vivimos en la vida. Esto es positivo en el sentido de que sí que podemos ayudar a esculpir el cerebro de nuestros hijos. ¿Cómo podemos hacerlo mejor para que puedan desarrollar todas esas capacidades?

Creo que el primer paso sería conocernos bien. Creo que tenemos que los padres, o cada persona que tenga a su cargo un menor, que tenga que desarrollar una función materna o una función paterna, tiene que conocerse bien, tiene que comprender de dónde viene, cuál ha sido su infancia, qué cosas han quedado pendientes, si tiene pareja cómo está la relación de pareja, si tiene trabajo como está en el trabajo…

Es decir, cómo estoy yo, porque eso va a condicionar la visión y la relación con mi hijo o con mi hija. Tenemos que comprender que la crianza es una relación humana, súper íntima, súper estrecha, aquí no hay medias tintas, no hay manera de engañar. Los hijos nos conocen desde las tripas, o sea, nos sienten, nos conocen desde esa manera en donde tú sientes al otro y somos sus referentes. Las personas que más quieren y más necesitan del mundo.

Y que van a hacer lo que sea por una mirada

Lo que sea. Adaptado, desadaptado… Lo que sea. De verdad que no es tanto lo que tenemos que darles. No es un tema de exigencia, no es un tema de perfección. Es un tema de que sea suficiente.

De estar presentes. Al final no estamos presentes en su día a día.

No estamos presentes. Incluso aunque estemos presentes de cuerpo, no estamos presentes de cabeza. Tenemos tantos 'inputs' que atender, tanta exigencia, tantas cosas que nos llevamos a casa, de relaciones de trabajo, de ambiciones que tenemos, de planes que queremos… Es que nosotros tampoco podemos parar y las cosas suceden en lo pequeño, en lo cotidiano… Si tú te paras delante de alguien sin que tenga que ser efectivo en ese momento, sin que tengas que ser feliz en ese momento, sin que tenga que ser un plan increíble sino simplemente al lado de tu hijo, surgen las conversaciones, el hablar, jugar… Surge el compartirnos.

Se tiene que sentir un poco importante para ti.

Se tiene que sentir mirado y no como una obligación, o un deber. Las madres y los padres a veces están en una situación victimista. Como si la maternidad y la paternidad fuese un trabajo que me obligan a realizar: 'qué decepción, no era lo que yo esperaba, donde no saco resultados'… Estamos muy acostumbrados a ser muy eficientes: 'Yo pago esto y que sea lo que espero'. 'Hago esta inversión y que sea lo que espero', 'hago un clic y tiene que ser el producto ya y rápido'...

Creemos que la maternidad y la paternidad son muy frustrantes porque tenemos una idea que no es realista, que está muy idealizada y que no nos cuentan: que es una relación humana en donde nos vamos a tener que entregar y vamos a necesitar tiempo para crearla.

Y para construir la realidad de ese niño que espera nuestra mirada.

Efectivamente, en espejo. Los hijos se construyen en espejo. Es increíble esto.

Es una responsabilidad.

Es una responsabilidad, hace tiempo era una palabra del día a día y una palabra que todo el mundo asumía que tenía responsabilidades y ahora nadie. Desde las personas que tienen que asumir la responsabilidad porque tienen cargos hasta otras personas… Es una palabra que evitamos y que nos produce muchísimo miedo.

Sin embargo, a mi me parece que la esperanza está en admitir la responsabilidad. Cuando tú asumes la responsabilidad que tienes, no la culpa, ni el deber, sino la responsabilidad, te das cuenta de que tienes la capacidad de ejercerla. Si tengo un puesto de responsabilidad en una empresa es porque tengo la capacidad de ejercerlo. Si tengo la responsabilidad como madre o padre es porque puedo ser la madre y el padre que mi hijo y mi hija necesitan.

Supongamos que lo hemos estado haciendo 'regular'. ¿Hasta qué momento se puede recuperar?

Siempre. Es verdad que cuanto antes te des cuenta, mejor para tu hijo o tu hija, pero a veces con 40 años restauras la relación con tus padres. Este libro parece que va de la infancia, de la adolescencia, pero en el fondo va de las relaciones humanas con nuestra propia familia, con nuestros padres, con nuestros hermanos… Va de cómo nos relacionamos. De qué podemos hacer para mantener nuestra salud mental. La de nuestros hijos es fundamental porque están construyendo su identidad. Es verdad que si llegamos más tarde, más identidad habrán construido y más cosas serán más difíciles de cambiar. Pero casi todo se puede mejorar y se puede elaborar en esta vida. O sea que me parece que nunca es tarde para darle sentido a las cosas y para poderlas cambiar y dejar que nos dejen de pesar, que no las arrastremos como una bola pesada, sino que podamos vivir en el presente.

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