«Los juzgados no son lugares para niños. Y esto deberíamos grabárnoslo a fuego»
Noemí Pereda, experta en victimización infantil y adolescente, ha coordinado el libro gratuito 'Alguien me ha hecho daño… Y ahora ¿qué pasará?' para ayudar a entender a los niños el proceso penal que atraviesan tras haber sufrido abuso o violencia
«Este es nuestro secreto»: Los abusos sexuales a menores no deben silenciarse
![Noemí Pereda, profesora titular de victimología de la Universidad de Barcelona y miembro del Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/familia/2023/03/27/noemi-pereda-1-RCejBjO0MFPO7CmIuwtGOuI-1200x840@abc.jpg)
Preguntas incómodas en un cuarto. Cuestionarios en los que se les piden datos concretos y fechas exactas. No conocen a nadie. Tan solo son adultos que les interrogan constantemente. Hoy en este cuarto. En unos días, en un juzgado. Al otro, en la consulta de un psicólogo. Las dudas recorren sus cuerpos y mentes pero no son conscientes. Titubean tanto que les hacen sentir mal.
«Los niños que tienen que pasar por un proceso judicial tras haber sufrido una experiencia de abuso o violencia vuelven a ser maltratados por los profesionales y el sistema», señala Noemí Pereda, profesora titular de victimología de la Universidad de Barcelona y miembro del Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente (GreVIA). «A esta conclusión -continua- llegamos tras estudios previos y después de hablar con psicólogos, juristas, abogados o forenses: la preocupación por la victimización secundaria de los menores víctimas de delitos es patente y es necesario protegerles de ella». Para paliar esta situación, Pereda ha llevado a cabo la coordinación del libro 'Alguien me ha hecho daño… Y ahora ¿qué pasará?'.
Los menores que van a los hospitales tienen espacios especialmente habilitados para ellos. Lo mismo pasa en los ambulatorios de Atención Primaria o en los dentistas. Sillas y mesas de su tamaño, libros, juegos y una decoración amable hacen que los niños se sientan cómodos en estos lugares que tantas reticencias y miedos generan en ellos. Pero, ¿qué pasa con los juzgados?
Justicia e infancia
«Nunca se había hecho un cuento de este tipo», continúa la experta. Y es que el libro, gratuito, es una guía de apoyo para niños y niñas ante el proceso penal. Gracias a él, los menores pueden entender mejor a qué se enfrentan y por qué, quién es el psicólogo y por qué le hace tantas preguntas o quienes son los jueces, abogados y fiscales.
«Los juzgados no son lugares para niños. Y esto deberíamos grabárnoslo a fuego», recuerda Pereda. «Aunque cada vez hay más sensibilidad por parte de los profesionales -continua-, cuando el niño tiene que ir a declarar, el espacio no está diseñado para él y los propios profesionales impresionan mucho, llevando a cabo interrogatorios cuyo lenguaje no se adecúa a los menores, causándoles confusión, haciéndoles daño y dificultando que haya una buena declaración cuando curiosamente se persigue todo lo contrario: aclarar el delito». Según el Consejo General de la Abogacía Española, los niños que han sufrido abuso sexual tienen que repetir una media de cuatro veces su testimonio, lo que les hace revivir su experiencia traumática una y otra vez, dificultando mucho su recuperación.
Cabe recordar que estos menores se enfrentan solos al proceso. «Es un profesional, al que no conocen, el que les acompaña porque, en estos casos, la madre o el padre son victimarios. Ningún adulto de su entorno puede estar presente para no interferir». Por tanto, los niños han de estar preparados para afrontar solos «un presunto delito que exige salvaguardar los derechos de la persona acusada y, al mismo tiempo, proteger los del menor».
Datos
En este tipo de casos, tal y como reseña la experta, la declaración del niño es todo lo que hay. «No suele haber testigos», recuerda Pereda. Por tanto, es vital que el niño se sienta cómodo en un ambiente que desconoce. «Está demostrado que a mayor relajación, mejor información».
«La madre o el padre son victimarios. Ningún adulto del entorno puede estar presente para no interferir»
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada cinco menores en Europa sufre abuso sexual antes de cumplir los 17 años y entre el 70% y el 85% de los niños conocen a sus agresores. Se estima que 1/3 de las víctimas nunca se lo contará a nadie por miedo, porque no son capaces de reconocer el abuso (niños muy pequeños, con discapacidades…), por vergüenza o culpabilidad, porque no saben a quién decírselo o porque les genera confusión (creen estar viviendo una relación amorosa).»Muy pocos casos llegan a los juzgados porque son muy difíciles de identificar», subraya la experta.
En España, existen dos in iciativas con las que evitar la victimización secundaria de los menores. En la Comunidad de Madrid, el proyecto Dogtor Animal ayuda a calmar la ansiedad de los pequeños en los juzgados de la mano de perros. Por otro lado, en Canarias se encuentra el primer Juzgado de Violencia contra la Infancia y Adolescencia de España, con espacios y profesionales específicos.
'Barnahus'
Pero no es suficiente. Por ello, la Unión Europea y el Consejo de Europa han unido fuerzas y han creado «Barnahus en España - Fortalecimiento de la justicia adaptada a la infancia a través de la cooperación y coordinación efectiva entre diferentes servicios Barnahus en las regiones de España». Este proyecto de momento sólo está operativo en Tarragona.
Las 'Barnahus' o 'Casas de la Infancia' es un modelo de justicia amigable porque reúne bajo un mismo techo a todos los profesionales especializados en menores (judicatura, fiscalía, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, trabajadores sociales, psicólogos, etc.) que forman parte del proceso judicial en un entorno seguro para la infancia, con el fin de dar una respuesta coordinada y eficaz y evitar que se produzca una revictimización durante la investigación y los procedimientos judiciales.
«Identificar este tipo de casos es muy difícil», recuerda Pereda, «y muy pocos llegan a los juzgados» porque «no se detectan», «no hay pruebas suficientes» y, en numerosas ocasiones, «el relato del niño no vale», recuerda la experta. «A un adulto, de por sí, le es difícil declarar ante un juez, concretar datos o fechas. Pues a un niño mucho más: no tienen noción del tiempo y, sin embargo, se le piden fechas concretas, se le hacen preguntas que no sabe qué contestar, causándole malestar». Por ello, concluye: «Todos deberíamos facilitar a los menores este proceso y que haya juicio porque si no declaran, dejamos a posibles agresores en libertad».
«Identificar este tipo de casos es muy difícil. Muy pocos llegan a los juzgados»
En la familia no hay secretos
En el hogar, con los familiares más directos e incluso con amigos, es muy habitual echar manos de los secretos a la hora de relacionarse con los menores. «Lo ideal es que no haya secretos. Ni con papá, ni con mamá, ni con la abuela… con nadie. Hay que educar a los hijos a que en la familia nos contamos todo», señala Noemí Pereda.
MÁS INFORMACIÓN
Esto responde a una razón: «Sabemos que las formas de violencia contra niños y niñas es el secreto que el adulto hace mantener al niño». El «no lo puedes contar» es la frase mágica con la que los adultos encubren el delito. «La figura adulta manipula al menor diciéndole que 'esto', es decir, el abuso o el maltrato, no lo puede contar, que nadie tiene que saberlo, que es un secreto entre ellos. Pero si los secretos no funcionan en la familia, el menor lo contará».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete