«Queremos ser completamente felices y, si no lo logramos, nos sentimos totalmente infelices»
Varios expertos en psiquiatría adolescente señalan que hay muchos jóvenes con sufrimiento emocional que no saben cómo manejarlo y lo trasladan a dolor físico mediante la autolesión
![A los jóvenes hay que enseñarles a identificar una emoción para que tengas alternativas para gestionarla](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/familia/2024/02/23/felicidad-R1rtuYbo5vGajRmn3lUGMeJ-1200x840@diario_abc.jpg)
Celso Arango, jefe del Servicio de Psiquiatría del niño y adolescente del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (HGUGM), expresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) y asesor clínico de Recurra Ginso, recordaba recientemente durante la charla 'Autolesiones en adolescentes, ¿qué ... podemos hacer?' la anécdota de que cuando se creó la Unidad de Adolescentes del Marañón en el año 2000 contaban con 20 camas y, al principio, no tenían pacientes. «Hasta el segundo día no llegó uno y todo el personal médico (psiquiatras, psicólogos, trabajadores de servicios sociales, enfermeras...) observábamos con mucha atención todos los movimientos de este joven. Cuando caminaba por el pasillo todos le seguíamos con la mirada y, al darse la vuelta, todos girábamos los ojos inmediatamente en otra dirección para que no se diera cuenta de que vigilábamos todos sus movimientos. Hoy, sin embargo, la situación es muy distinta. Esta unidad está llena de jóvenes con problemas de salud mental. Entra uno y sale otro. Es más, se han abierto cinco unidades más sólo en la comunidad de Madrid. Todas están llenas», puntualizó.
La doctora Ana Espliego, psiquiatra infantil del HGUGM, recalcó que, efectivamente, lidiar con estos casos en la unidad de hospitalización era hace unos años un auténtica excepción, «pero hoy llegan a urgencias multitud de chicos que se autolesionan o que padecen otros problemas pero, al preguntarles, aparecen de fondo las autolesiones. Esto ocurre porque ha cambiado la experiencia de malestar. Antes quizá se escondía y, además, actualmente se ha modificado la tolerancia hacia las expectativas respecto a cómo tenemos que estar y sentirnos en el ámbito personal, familiar y escolar, según el ritmo que nos marcan las redes sociales».
Javier Urra, director técnico de Recurra Ginso y Doctor en Psicología, añadió que el problema es que «hay muchos jóvenes con sufrimiento emocional que no saben cómo manejarlo y lo traspasan a dolor físico. Las autolesiones afectan al 20% de los menores, que se hacen daño como forma errónea de manejar ese malestar. Además, ha habido un cambio de paradigma, puesto que antes se vinculaba con una patología mental -primordialmente con los trastornos límite de personalidad- y ahora este comportamiento está muy generalizado entre los jóvenes. Son capaces de ponerse en riesgo porque no se valoran y lo fundamental es recordarles que lo importante no es el yo, es el tú».
Recalcó Urra que, según un cuestionario realizado a 76 menores que están actualmente en tratamiento en su centro, el 65,7% se ha autolesionado alguna vez y, de ellos, el 78% ha repetido esta conducta. Entre los motivos que les lleva a autolesionarse destacan los estados emocionales displacenteros, problemas relacionados con la familia, tener una esfera cognitiva negativa, ansiedad, conflictos con sus iguales, con su percepción corporal, consumos de riesgo, depresión, relaciones amorosas tóxicas, situaciones traumáticas, llamar la atención para pedir ayuda y sentimientos de soledad, insuficiencia o inutilidad.
Optan por autolesionarse porque les provoca principalmente alivio, satisfacción, relajación, placer, aunque también emociones displacenteras, arrepentimiento o ansiedad.
Durante el encuentro, Celso Arango explicó que, según la percepción de las autolesiones, distingue cinco grandes grupos de pacientes. «Por un lado, los que piensan que el daño físico mata el daño emocional. Sufren menos cuando se hacen cortes porque ese daño físico provoca que 'me olvide del emocional porque a mí me cuesta más gestionarlo y me angustia'. Un segundo grupo es que tiene 'anestesia emocional', percibe que no es capaz de sentir nada y mediante el dolor físico se dan cuenta de que sí, que siguen sintiendo y estando en este mundo. Un tercer grupo es el que asegura que agredirse es una forma de protegerse porque, en un mundo de caos donde todo es absolutamente caótico, pueden centrarse en algo, reducir el ruido y concentrarse. Un cuarto tipo de pacientes afirma que se autolesiona para tener algo predecible; es decir, saben que lastimándose van a pasar una serie de cosas y a recibir la atención por parte de sus padres, médicos... y eso les alivia. Y, por último, un quinto grupo, lo hace por considerar que es un castigo que merecen».
Además, puntualizó, se trata de un problema global «porque cuando vamos a congresos de salud mental internacionales en Corea, Japón, EE.UU., también nos encontramos con este tipo de realidades en otras urgencias mundiales. Es más, a mí me han llegado a confesar que los profesores nunca han visto a tantos alumnos en clase con manga larga en el mes de junio, una forma de esconder sus heridas».
![De izda. a dcha.: Javier Urra, María Domínguez, Celso Arango y Ana Espliego durante el encuentro en el Hospital de Día de Retiro Recurra Ginso](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/familia/2024/02/23/urra-U77515472070bNz-760x427@diario_abc.jpg)
No obstante, Ana Espliego matizó que se trata de un problema que ya se detectaba en los años 60, pero que ahora es más visible, sobre todo tras la pandemia que lo ha puesto más en evidencia. «Si antes era complicado ver a un joven con una autolesión; ahora lo difícil es no verlo en un aula».
María Domínguez, enfermera del HGUM en el programa Atrapa (Acciones para el Tratamiento de la Personalidad en la Adolescencia), trabaja en tratamiento intensivo ambulatorio para pacientes adolescentes con trastorno mental grave. Explicó que Atrapa aborda la atención y prevención del riesgo suicida, e incluye distintos tipos de tratamientos basados en la terapia conductual que hacen de manera individual, familiar, grupal... aunque lo fundamental es el aprendizaje de habilidades de regulación.
«Tiene una duración de un curso escolar, se realiza todas las semanas y uno de los padres siempre está con el adolescente -puntualizó Domínguez-. Trabajamos habilidades, relaciones sociales, regulación emocional, cómo identificarlas, conocer cómo se generan, modificar pensamientos negativos, el abordaje de problemas... Uno de los módulos en concreto se llama 'Tolerancia al malestar' y ofrece un espacio de validación del sufrimiento emocional en formato grupal. De esta forma, los adolescentes se sienten identificados, comprendidos, pueden hablar en un ambiente seguro y se genera una ayuda mutua. Pueden observar a los demás, reflexionar, escribir, participar para poner en práctica habilidades alternativas que les ayudan a facilitar un cambio».
La mejor alternativa
Sin duda, todos los expertos de la charla coincidieron en que la mejor alternativa a las autolesiones siempre es la prevención para frenar este epidemia. «La medida número uno es el compromiso por parte del joven y que quiera pedir ayuda -puntualizó María Domínguez-. Nosotros les enseñamos, por ejemplo, que en sus momentos de crisis deben jugar con la imaginación para traer a su pensamiento recuerdos agradables, poder tener afirmaciones de ánimo, disponer de un buen diálogo interior, alternativas muy útiles cuando el adolescente se siente mal pero aún tiene control. Para cuando están cerca de perder el control lo que deben hacer es otro tipo de aprendizaje con el cuerpo, la temperatura, la respiración, los sentidos... No es lo mismo trabajar la tristeza que el enfado. Cuando saben cómo detectar la emoción y lo que sienten en el cuerpo, pueden acudir a una batería de alternativas».
En materia de prevención, María Domínguez también insistió en la necesidad de mantener una coordinación sociosanitaria con educación y con las familias. «Si algo destaca como factor universal de riesgo de conducta de autolesión y suicidio es tener una familia desestructurada, y no solo me refiero a maltrato, abuso, negligencia grave, sino a padres divorciados, separados, muy exigentes... Tener un buen soporte sanitario educativo es fundamental para detectar estos casos. Si un adolescente se autolesiona, hay muchas veces que no se sabe porqué lo hace, pero lo que hay en común es que todos los factores precipitantes tienen un trasfondo de problemas de relaciones sociales. Por eso debemos prevenir asuntos como el acoso escolar, el fracaso académico..., además de estar pendientes de situaciones familiares en las que se consumen tóxicos, hay intentos de suicidio... Hay que tener en cuenta que entre el 40% y el 60% de los adolescentes que se autolesiona tiene trastorno mental».
Javier Urra señaló que tiene la impresión de que hoy más que nunca la sociedad busca la felicidad, «y si no eres feliz, eres tremendamente infeliz. Se ha perdido la ilusión por vivir y hay muchos jóvenes deseperanzados, que no tienen expectativas. A la sociedad hay que fortalecerla para que los adolescentes tengan valentía, ganas y optimismo».
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Aseguraron todos los expertos que la cultura de los jóvenes es hoy distinta, «pero hay veces que están tan invadidos que no tienen tiempo para parar, reflexionar, pensar y mirarse a ellos mismos. «El aburrimiento es terapéutico", matizó Celso Arango. Domínguez insistió en que los jóvenes, muchas veces, no saben identificar por qué están enfadados. "Alguien se lo tiene que enseñar porque, de otro modo, buscan soluciones en redes y encuentran malas soluciones, como la autolesión para frenar su sufrimiento», concluyó.
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