«En el primer cumpleaños de un hijo afloran muchas emociones encontradas en la mente de los padres»
Miriam Tirado, consultora de crianza consciente y autora de 'Kai y Emma, un cumpleaños emocionante', explica algunos de los errores que comenten las familias con las celebraciones de cumpleaños de los más pequeños
En la imagen, la consultora de crianza consciente y autora de 'Kai y Emma, un cumpleaños emocionante
¿Cómo aconsejas a los padres que celebren esta primera festividad, cuando apenas el bebé entiende lo que está pasando?
Escuchándose mucho porque a priori puede parecerles que quieren una gran fiesta, pero ni el bebé la necesita ni quizás ellos tampoco. Es importante conectar la ilusión y la presencia, y que no nos engulla el estrés por hacer una fiesta que a veces no nos acaba de permitir disfrutar del todo y que quizás estresa también al bebé.
Sin embargo, según van creciendo los hijos es una fecha muy ansiada por los niños, como queda plasmado en el cuento. ¿Cuáles son las emociones más comunes en su día?
Nerviosismo, alegría e ilusión, pero también estrés y a veces, incluso, frustración. Y es normal, porque cuando se ponen tantas expectativas a un día (hay niños que llevan un año pensando en ello), no es fácil que la realidad coincida con todo lo imaginado.
«Con la pandemia, los cumpleaños han sido menos multitudinarios y quizás un poco más racionales y más conectados a la naturaleza, priorizando el aire libre para celebrarlos»
¿Por qué es fácil que pasen de la euforia al enfado en su cumpleaños?
Porque están sobre estimulados y se desbordan. Para poder regularse un poco, necesitan sacar hacia afuera tanta sobre -estimulación y muchos necesitan llorar en un momento y otro de ese día, para liberar tensiones y poder seguir un poco mejor después.
¿Cómo deben afrontar los padres que el niño se enfade en este día especial, como el personaje del cuento que no quiere ponerse los calcetines porque dice que le molestan o cuando sale corriendo de la fiesta para irse a llorar?
Con comprensión, empatía y sabiendo que eso también es normal y que pasen esas cosas no hacen del día del cumpleaños un día peor, en absoluto. La vida tiene luces y sombras, momentos bellos y otros que no tanto… pues un cumpleaños también.
No hace falta ser 40 invitados
Las familias hacen esfuerzos para que este día su hijo sea el más feliz del mundo. ¿Les desbordamos de emociones? ¿Es contraproducente?
A veces sí. Hay familias en las que los adultos quieren que todo salga perfecto y con sus anhelos y su estrés, acaban sobre estimulando todavía más a los peques, que quizás serían igual de felices sin tanta parafernalia. La perfección no existe, y va bien recordarlo, también en los cumpleaños.
¿Cómo ha cambiado la pandemia la forma de celebrar los cumpleaños infantiles? ¿Son mejores ahora? ¿Con qué deberíamos quedarnos, o volverán a ser como antes?
Con la pandemia, los cumpleaños han sido menos multitudinarios y quizás un poco más racionales y más conectados a la naturaleza, priorizando el aire libre para celebrarlos. Para mí, lo imprescindible de un cumpleaños es que estemos conectados a lo que necesitamos y queremos ese día como familia. Que escuchemos los deseos de nuestro hijo, pero también le ayudemos a celebrarlo de una forma que le sea llevadera, feliz y lo más conectada posible a sus necesidades y madurez. No hace falta ser cuarenta invitados para que sea un día bonito. Conectar con lo esencial, les ayuda y nos ayuda también en el día del cumpleaños.
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