Autoestima infantil

«Es imposible que un niño se valore si sus padres le etiquetan, comparan, o chantajean a cada paso que da»

Entrevista con Tania García, autora del libro 'Quiérete mucho'

La forja de la autoestima personal «depende de los padres en un gran porcentaje, prácticamente en su totalidad» , advierte Tania García, educadora social, investigadora educativa y autora de 'Quiérete mucho' (Vergara) , además de otros títulos como el famoso ' Educar sin perder ... los nervios' . Para García, «los adultos somos su mayor referencia en todos los sentidos. Somos las personas que no solo debemos de quererlos de manera incondicional, lo que significa que debemos demostrarles nuestro cariño y nuestro amor suceda lo que suceda; sino también hagan lo que hagan y en todo momento, aportándoles el ejemplo de una autoestima real y saludable».

De hecho, según esta experta « resulta imposible que un niño se quiera, se valore y se respete si sus padres no lo hacen, si le amenazan, le etiquetan, comparan, chantajean y enjuician por cada paso que da . Solo podrá amarse realizando un profundo trabajo en la vida adulta, y eso si es consciente, porque hemos normalizado la violencia hasta tal punto que no somos conscientes de su impacto diario dentro del hogar».

Entonces, como responsables que somos los adultos, ¿qué podemos hacer para transmitir una autoestima saludable a nuestros hijos?

Para una autoestima saludable nuestras hijos necesitan todo el cariño, amor y respeto que podamos aportarles, con aceptación incondicional, alejándonos del demostrar amor «cuando se portan bien» y acercándonos al demostrarlo siempre, guiando, acompañando, atendiendo… comprendiendo que solo el ser respetados es lo único que les llevará hacia el respeto propio y ajeno.

Por supuesto, habrá momentos en los que sintamos que vamos a perder los nervios o incluso acabemos haciéndolo, pero ahí precisamente entra en juego el conocimiento de nuestras emociones y todo lo que podemos hacer y aprender interiormente para educar a nuestros hijos de una manera real.

Es muy importante transmitir a los lectores que la autoestima de nuestros hijos depende en gran parte de nosotros (los adultos), y que esto supone una enorme responsabilidad. ¿Qué palabras, actitudes o actos destruyen la autoestima de los niños? ¿Cuáles son nuestros errores más comunes?

Hay muchos. Es importante recordar las dañinas consecuencias que tiene el adultocentrismo, tan predominante en nuestra sociedad aún a día de hoy. Actitudes normalizadas como los chantajes: «O haces esto como yo (persona adulta) quiero, o no irás al cumpleaños de tu amiga» o las amenazas: «O te acabas todo el plato o te vas a enterar» , los gritos, los castigos, las consecuencias impuestas, la manipulación adulta, el abuso de poder… Están por desgracia de plena actualidad. Son comportamientos que serían inaceptables si se produjeran en la relación de dos personas adultas y que si tomamos un poco de distancia sobre la normalización que se tiene en las relaciones entre padres e hijos, vemos de forma clara lo dañino que son para su autoestima, como cientos de estudios científicos han demostrado en los últimos años, cuestiones que he certificado yo misma como investigadora socioeducativa.

Otros de los errores más comunes son las etiquetas, que imponen a los niños unas expectativas sociales sobre su comportamiento y que sean cuales sean siempre van a ser dañinas. Las personas somos mucho más que una etiqueta.

Y, por último, me gustaría también destacar las comparaciones. «Tu hermano/a duerme siempre mejor que tú», «tu amiga come de todo, no como tú», «ya podrías ser como X, que siempre las aprueba todas con notable»... Son también actitudes normalizadas y terriblemente dañinas para la autoestima.

El adultocentrismo es un tipo de violencia que implica que la única voz que se escuche sea la voz adulta, olvidándonos de que los niños son personas, tienen derechos, y el respeto a su dignidad, intimidad, libertad, a su interés superior y a su desarrollo pleno, es algo que no podemos cumplir si educamos a base de violencia.

Y por el contrario, ¿qué forja una autoestima sana en la infancia?

La incondicionalidad de las madres y los padres es muy importante. Es decir, normalmente nuestra relación con nuestros hijos es dependiente de nuestro estado emocional, cuando no debería ser así. No deberíamos condicionar nuestra amabilidad, respeto y cariño a si nos ha ido bien en el trabajo, si estamos preocupadas/os por algo, o si nos sentimos mejor o peor . Además de sus comportamientos o emociones, si creemos que se comportan como queremos o hacen lo que queremos, siguiendo el modus operandi de «ver, oír y callar», entonces les amamos, pero si esto no es así, no les aportamos aceptación, impidiendo que que se acepten a sí mismos.

Somos humanos, ¡por supuesto! Tenemos derecho a equivocarnos y también a sentir, pero deberíamos ser personas adultas equilibradas que no vivan presas de sus emociones, que no paguemos con los que más amamos nuestras propias carencias.

Nosotros somos la llave que abrirá las puertas de una autoestima real y saludable a nuestros hijos, aportándoles salud psicológica óptima de por vida, y por esa misma razón, ‘Quiérete mucho’ es un libro que trata la autoestima tanto infantil, como adulta, porque una no puede trabajarse sin la otra .

Cada padre o madre que lea esta entrevista (o este libro) partirá de un punto de autoestima. ¿Qué consejos generales hay que seguir para que todos podamos mejorarla? ¿Qué preguntas deberíamos hacernos?

De forma general es complicado que sin hacer un profundo trabajo interno logremos llegar a la vida adulta con una autoestima sana. Esto es precisamente porque la gran mayoría de personas que a día de hoy somos madres y padres, hemos crecido con un nulo respeto por nuestras emociones y una inexistente educación emocional.

En ‘Quiérete Mucho’ dedico varios capítulos a hablar sobre los distintos tipos de autoestima y los «síntomas» de cada uno, así como es una guía que aporta un proceso terapéutico en sí mismo que nos ayuda a posicionar nuestra autoestima en el lugar que le corresponde.

Uno de los grandes consejos, aunque no el único ya que todo esto es un trabajo en varias capas, es el autocuidado, dedicarnos el tiempo que nos merecemos y necesitamos, aunque sean tan solo unos minutos al día. Estar con nosotros mismos haciendo aquello que tanto nos gusta o que tanto nos relaja. En la mayoría de situaciones llevamos una rutina tan ajetreada que puede parecer difícil encontrar un hueco, pero siempre se puede.

Y lo mismo en el caso de nuestros hijos. Buscar un ratito para estar con ellos a solas, para preguntarles qué tal les ha ido el día, qué sienten, cómo se sienten. Con cada uno de ellos por separado, de forma única, como las personas que realmente son.

Usted dice que podemos cambiar nuestra autoestima, pero que a medida que crecemos cuesta más trabajo hacerlo. Con respecto a los niños, ¿de qué edades estaríamos hablando, cuáles son las más receptivas? ¿Hay un punto de inflexión claro, donde la intervención tenga que ser profesional?

Durante toda la infancia y adolescencia estamos a tiempo, cuanto antes se trabaje, mejor, y por tanto cuanto antes eduquemos respetando antes los liberamos de una losa que cuesta mucho quitar.

El trabajo con un profesional podemos empezarlo siempre que queramos, pero siempre con alguien respetuoso y no adultocéntrico, que no utilice como herramientas cuestiones que vemos que perpetúan la violencia, porque de esta forma, el pez se morderá la cola continuamente. Y sobre todo, poniendo el foco en nuestro trato.

Si tomamos conciencia de que no lo estamos haciendo bien, tras la culpa, ¿qué camino hemos de seguir? ¿cuáles son los siguientes pasos a dar?

La culpa es un sentimiento muy interesante, porque puede hundirnos y a la vez, si la usamos de forma correcta, puede servirnos como combustible para mejorar, aprender y no volver a repetir aquello por lo que nos sentimos culpables.

El primer paso tras ese sentimiento de culpa es tomar conciencia de que está en nuestra mano cambiar para mejorar, que podemos hacerlo y que es posible mejorar tanto nuestra relación con nuestras hijos, como en este caso: mejorar nuestra autoestima y de esa manera mejorar la suya.

Fruto de esta nula educación emocional que hemos tenido la gran mayoría de personas adultas es muy importante mirar hacia nuestra infancia, conocer sobre nuestras emociones para lograr un correcto y sano equilibrio. Además, aparte de esto, otro de los pasos iniciales es comprender las necesidades reales de niñas y niños, que no son ni mucho menos la sumisión o la disciplina; sino el respeto y el amor incondicional que le aportemos de forma ética, racional y coherente.

¿Cuál es el antídoto que nunca falla para lograr una buena autoestima de un niño?

El amor incondicional que le aportemos a lo largo de su vida . La confianza en sus decisiones, en sus pensamientos, en sus metas y sus sueños, en la escucha que les aportemos, el hacerles protagonistas de sus vidas. Comprender sus necesidades emocionales reales como niño, saberlas acompañar correctamente sin dañarles.

Entender que son personas libres que necesitan nuestra guía, pero no nuestro mando. Demostrarles siempre el respeto con el que deberían tratar a otra persona, así como a sí mismos, propiciando así una generación de personas sanas psicológicamente, algo que sin duda, necesita esta sociedad cada vez más desconectada emocionalmente en la que vivimos, una sociedad que ha normalizado la violencia y que silencia la violencia hacia los niños. Trabajar para acabar con esto es nuestra responsabilidad y es su derecho .

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 20€
110€ 20€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios