Míriam Tirado: «Nos da pavor la adolescencia al pensar que a nuestros hijos les van a pasar las cosas que nos pasaron a nosotros»
La especialista en crianza consciente se sumerge en esta etapa en 'Me llamo Goa' y aporta claves para que tanto padres como hijos puedan surfear las oleadas emocionales
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Llega de un día para otro y sin avisar. La aparición de la adolescencia es uno de los momentos más temidos por los padres, que se sienten frustrados y perdidos ante las bruscas reacciones de sus otrora adorables polluelos. Justo en el germen de esa tormenta emocional se desarrolla la nueva serie que estrena con 'Me llamo Goa' (B de Block), de Míriam Tirado (Manresa, 1976). A través de las vivencias de una preadolescente y sus amigos, esta especialista en crianza consciente se adentra en la marejada para mostrar que esta etapa no es tan repentina y que los progenitores no tienen las manos tan atadas como pudiera parecer. Para que tanto padres como hijos puedan surfear las olas, la autora de 'El hilo invisible' o 'Sensibles' aplica las mismas reglas que en la infancia: 'humor, amor y sentido común'.
-¿Por qué cree que la adolescencia da tanto miedo a los padres?
-Creo que nos da miedo porque está muy estigmatizada en negativo y porque todos, de una u otra forma, recordamos lo mal que lo pasamos. Es una etapa muy sensible en la que sufrimos y, además, muchas veces nos sentimos solos. Y nos da pavor pensar que nuestros hijos van a sentirse así o que les van a pasar las cosas que a nosotros nos pasaron. A ello se suma todo lo que desconocemos, porque el mundo va cambiando, y lo que viven ahora los jóvenes no es lo que nosotros vivimos. Tenemos mucha inseguridad, mucha incertidumbre.
-¿Influye también el hecho de que en esa etapa los progenitores se enfrentan al hecho de que sus hijos ya no quieren pasar tiempo con ellos?
-Sí. Antes de entrar en la adolescencia sentimos a los niños como muy nuestros, que están muy arropados y les podemos, entre comillas, proteger. Cuando llega esa etapa se empiezan a distanciarse un poco de nosotros, pensamos que perdemos el control y nos da pavor. Y, ¿cómo reaccionamos a ello? Intentamos controlar más al adolescente, algo que ellos rechazan porque necesitan más libertad y sentirse más autónomos. Entonces, muchas veces, se entra en una espiral de más control, más confrontación y más conflictividad en casa. Pero en el inicio está ese miedo.
-Afirma que su adolescencia fue muy removida, ¿piensa que ahí puede radicar parte de ese miedo, que los padres teman que sus hijos también la tendrán?
-En mi adolescencia, yo me sentía muy rara porque no tenía casi ninguna amiga con padres separados. Y a nadie le «nacían» hermanos de las nuevas parejas de sus padres. Yo tuve en las dos casas. Me sentía muy sola y muy diferente. Ahora esto es el pan de cada día de muchas niñas y niños de estas edades, pero eso no excluye que sientan un montón de cosas y que no sepan ponerles nombre. Quería hablar de eso para que aquellos a los que les pase vean que, bueno, que todo se puede transitar.
«Muchas cosas que nos abruman son absolutamente normales en esta fase. Si lo sabemos, nos podemos relajar»
-También es en la preadolescencia cuando los chicos comienzan a juzgar cómo les han educado, ¿qué se puede hacer cuándo echan en cara algún aspecto de la paternidad?
-Yo les digo a los padres que siembren mucho durante la infancia porque en la adolescencia les toca confiar. Hay muchas cosas que ya no pueden hacer porque su hijo necesita volar. Toca permitir que vuele dentro de unos márgenes de seguridad y sobre todo lo que se ha hecho antes. Aquí, muchos padres dudan y se preguntan si han metido la pata. Les contesto que todos la hemos metido alguna vez. Lo importante es que sepamos reconocer nuestros errores y que, si un día nuestros hijos nos sacan la cartilla, pidamos perdón. Hay que decirles: «Mira, yo lo hice tan bien como supe en cada momento. Si para ti no fue suficiente, ¿cómo puedo ayudarte ahora?«. Al final, llegamos donde llegamos y somos humanos, no somos perfectos, ni somos robots.
-Buen consejo. ¿Me podría dar alguna clave más para llevar la adolescencia en casa con más calma?
-Creo que tenemos que tener información de qué es la adolescencia. Conocer cómo cambia el cerebro, los cambios físicos y hormonales que viven y cómo todo eso se traslada en la relación contigo. Muchas cosas que nos abruman y que nos preocupan son absolutamente normales en esta fase. Si lo sabemos, nos podemos relajar. Por ejemplo, que se vuelva desordenado y despistado es lo más corriente porque lo que está haciendo su cerebro ahora es cortar ramas. Si tenemos esa información, dentro de unos márgenes de seguridad y de convivencia factibles en la familia, lo llevamos con más tranquilidad.
No interrogatorios, sí interés
-¿Qué más puede ayudar?
-Estar muy en el presente. Mi hija mayor tiene ahora 13 años. Imagínese que estoy ya pensando en qué va a pasar cuando tenga 16, que a lo mejor ya sale de noche... Me agobio, claro. Por eso tenemos que estar en el ahora. Luego, aunque sean más mayores y, aparentemente, nos digan que ya no nos necesitan, nos siguen necesitando, pero de otra forma. Y tenemos que encontrar esa forma. Se trata de estar más en la retaguardia. Pendientes, pero sin controlar. Haciéndoles saber que estamos, pero sin hacernos presentes todo el rato. Permitiéndoles su intimidad. Su espacio. Sus silencios. Sin interrogatorios cuando lleguen de clase. Otra cosa que va muy bien es mostrar interés por lo que les gusta, aunque a nosotros nos traiga sin cuidado. Hablo de música, de ropa, de redes sociales, de videojuegos..., aquello que a ellos les chifla, tiene que interesarnos. No puede ser que desconozcamos por completo su mundo. Tenemos que saber cómo es para podernos relacionar, si no nos vamos distanciando. Poder conectar desde ahí nos ayudará a que luego aparezcan nuevos temas de conversación porque se sienten queridos.
-Y a los chicos, ¿cómo cree que les puede ayudar leer un libro como 'Me llamo Goa'?
-Tenía muchas ganas de escribir ficción para esas edades. Primero porque mis hijas tienen 13 y medio y 9 años, y luego porque hay muchos niños que han crecido con mis cuentos. Tengo muchos dirigidos a pequeños de 2, 3, 4, 5, 6, 7 u 8 años, pero ahí les dejaba, y quería seguir dándoles la mano en las fases siguientes, para que también entren en la adolescencia sabiendo qué es. Creo que es importante para vivirlo con más calma. Por otra parte, buscando libros para mis hijas vi que apenas hay títulos que traten la realidad en esta etapa. Todo es fantasía y magia, y hay niños que conectan más con lo realista, no con lo imaginario. Pero lo que más me interesa es que se diviertan, que se lo pasen bien leyendo porque a estas edades hay muchos que se desconectan de la lectura.
«Los padres deberían tener TikTok para saber qué es, si no ¿cómo van a ayudar a sus hijos?»
-¿Por eso algunas de las protagonistas del libro pasan por su primera menstruación?
-Me parece que necesario que se hable de ello así. Hay ensayos que tratan el tema, pero muchos chicos rechazan ese tipo de libros. Sin embargo, al incluir los temas que les mueven dentro de una ficción lo aceptan mejor porque le ocurre a otro personaje. Se pueden sentir más o menos identificados, pero es a otro al que le pasa. Además, la ficción no trata solo lo físico, sino que también incluye la emoción, el sentimiento. En 'Me llamo Goa' hay una chica que lo vive con total normalidad, otra que lo lleva fatal, otra que tiene muchas ganas, otra que no... Aparece todo este abanico de posibilidades, de referentes. Al final, es normalizar lo que nos ocurre, porque lo peor de la adolescencia es sentirte solo, que lo que te ocurre solamente te ocurre a ti. Y luego avergonzarte y pensar que no se lo puedes contar a nadie, porque no te van a entender.
-En los tiempos que corren, llama la atención que Goa, a sus 12 años, no tenga todavía móvil, ¿por qué le interesó reflejarlo así?
-Quería que ella tuviera motivos para protestar mucho y que tuviera un padre muy estricto con eso. Muchos niños a esta edad quieren el móvil a toda costa y la realidad de su día a día es que no lo necesitan y, además, cuentan con otros dispositivos, como el ordenador o la tableta, que pueden cumplir parte de sus funciones. Yo entiendo que hay casos y casos, pero hay que conocer la información porque los expertos están diciendo cosas tremendas sobre lo que están viendo acerca del efecto de las pantallas en adolescentes en cuanto a salud mental, en cuanto a enganche y en cuanto a acoso.
-En ese sentido, ¿qué pautas puede dar a los padres con respecto a las redes sociales?
MÁS INFORMACIÓN
-Aconsejo a los padres que se informen con especialistas. Hoy en día hay muy buenos y pueden ayudarnos a establecer el tiempo y el modo de uso adecuados para cada edad. Además, tienen que dejar claro que el móvil es suyo, que son ellos los que pagan la factura. Los progenitores no deben perder el control. Somos los que tenemos que garantizar el buen desarrollo de nuestro hijo. Si hay cosas dañinas que le pueden estar mermando su salud física, mental o emocional tenemos que poder pararlo y poner límites. Finalmente, no podemos demonizar tampoco las redes sociales ni la tecnología, tenemos que usarlas de forma sana. Aquí los adultos deben revisarse y regularse. A veces son los primeros enganchados y no pueden dar ejemplo. Otras, están totalmente desconectados, pero es importante que dominemos las redes sociales. Los padres deberían tener TikTok para saber qué es, si no ¿cómo van a ayudarles?
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