«Con las matemáticas socioafectivas los alumnos no sienten frustración ni miedo al error, lo ven parte del aprendizaje»
Dos profesores señalan la importancia de crear un contexto emocional en el que el alumno se sienta seguro y pueda tomar las riendas de su propio aprendizaje e, incluso, encontrar satisfacción en el 'saber'
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![La intención es acercar esta asignatura a través de casos prácticos de la vida cotidiana](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/familia/2024/02/08/materfoto-RWJ44JyXEv2M9goaqGoUjqM-1200x840@abc.jpeg)
Matemáticas son una de las asignaturas que más quebraderos de cabeza da a los niños... y a sus padres. De hecho, el último Informe Pisa 2022 muestra que aquellos alumnos con bajo rendimiento en matemáticas sufren niveles de ansiedad más elevados, y a ... su vez tienden a tener peores resultados. Por ello, el Gobierno está intentando implementar lo que hemos conocido recientemente como 'matemáticas socioafectivas'.
Este modelo de enseñanza pretende acercar las matemáticas al alumnado mediante casos prácticos de la vida cotidiana. De este modo, se facilita el componente cognitivo mediante ejemplos más sencillos y del día a día, mientras que también se mejora el componente socioafectivo, la actitud del alumnado hacia esta materia.
Álvaro Ramos y José Manuel Jiménez, profesores del Departamento de Ciencias del Colegio TEMS, consideran que lo primero que hay que hacer es preguntarse si el informe Pisa es un instrumento válido para cuantificar el rendimiento de los niños, españoles o no españoles, tanto en matemáticas como en otras asignaturas. «En cualquier caso, el proceso de enseñanza-aprendizaje de las matemáticas siempre ha sido complejo históricamente -señala Álvaro Ramos-. Ya Ponicaré, en 1908, hacía la siguiente reflexión: «¿Cómo es que hay tantos espíritus que se niegan a comprender las matemáticas? ¿No hay en ello algo paradójico? Si la matemática se sustenta sobre principios sencillos y un razonamiento lógico que apela al sentido común, ¿por qué la mayoría la encuentra oscura?».
A la hora de identificar el problema, ambos profesores consideran que por su complejidad es conveniente abordarlo con cautela y teniendo en cuenta el contexto social en el que nos encontramos. «La motivación es el motor principal del aprendizaje y se conforma en base a la experiencia vital y emocional de los alumnos. Vivimos en una sociedad en la que los referentes y los valores que se promueven no están alineados con lo que motivaría el aprendizaje de una materia como las matemáticas y, en general, las ciencias. Los estímulos a los que están expuestos nuestros alumnos y sus familias, en gran parte transmitidos por los medios de comunicación y redes sociales, les hacen valorar por encima de todo la recompensa material inmediata. Las matemáticas son una asignatura tan conceptual, incluso aunque se enfoque hacia lo práctico, que requiere paciencia y trabajo para obtener resultados satisfactorios y para ver su aplicación en algún aspecto de la vida real».
Según José Manuel Jiménez, los alumnos quieren asimilar conceptos rápidos y efímeros en línea con la idea de inmediatez. «Los conceptos complejos requieren aproximarse a ellos desde diferentes perspectivas, haciendo uso de la pausa, el rigor y la reflexión para alcanzar la comprensión de los mismos. Además, dichos conceptos se asientan sobre otros, y la solidez con la que estén adquiridos influirá en todo futuro aprendizaje. La necesidad de serendipia, alimentada por el formato de redes sociales de contenidos como TikTok o Youtube 'shorts', lleva muchas veces a los alumnos a la necesidad de un 'cambio permanente', una necesidad de avanzar hacia el siguiente concepto y dejar el anterior atrás, aun cuando no esté asimilado con la solidez suficiente. Por otro lado, los alumnos realizan un estudio 'finalista' de las matemáticas, estudiando horas antes del examen, en lugar de repartir el estudio a lo largo del curso».
También señalan que el hecho de que se aumenten los contenidos en cada reforma educativa no contribuye a que se asimilen totalmente los conceptos. Las clases se convierten en una lucha contrarreloj por terminar el temario.
Además, «en nuestro centro nos encontramos quizá con retos diferentes a los que se encuentran otros centros, precisamente por el contexto social y familiar de nuestros alumnos. En particular, no sufrimos el problema de los ratios, común en centros públicos y algunos concertados y privados, que es un claro obstáculo para el proceso enseñanza-aprendizaje de la matemática», puntualiza Álvaro Ramos.
Estos docentes consideran que las matemáticas socioafectivas consisten en una enseñanza en la que los alumnos que tienen dificultades no experimentan frustración o sentimientos intensamente negativos. «Una enseñanza en la que los alumnos no tienen miedo al error y lo asumen como parte del proceso de aprendizaje -recalca Manuel Jiménez-. No hablamos de asumir el error continuo como normalidad, sino más bien normalizar el proceso de errar, reflexionar y subsanar el error. Fomentar en nuestros alumnos la resiliencia en el aprendizaje para evitar la frustración. Recalcar el trabajo como contribución principal al aprendizaje desechando etiquetas que se refieran a capacidades intrínsecas e inmutables como pueden ser la inteligencia o el «ser bueno en matemáticas». En el fondo, crear un contexto emocional en el que el alumno se sienta seguro y pueda tomar las riendas de su propio aprendizaje e, incluso, encontrar satisfacción en el 'saber'. Todo lo anterior tiene un impacto positivo, aunque dista mucho de ser una solución global. Ya hemos dicho que existen muchas dimensiones en este problema: edad, etapa, centro educativo, alumnado, profesorado, familias, valores sociales…».
Por su experiencia, tanto la reflexión en clase sobre la propia motivación y los valores que se promueven en el contexto social (a veces, de inmediatez o materialistas) como que exista confianza y empatía entre el profesor y el alumno, una relación de afectividad, suelen tener un impacto muy positivo en el aprendizaje. «Aquí, los profesores tenemos que poner de nuestra parte», aseguran.
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Añaden que en el Bachillerato en TEMS llevan muchos años practicando esta forma de enseñar las matemáticas, las ciencias y otras materias, y los resultados siempre han sido muy buenos en general. La respuesta de los alumnos es muy buena. «El hecho de dar una dimensión socioafectiva, emocional o como quiera llamarse, al proceso de enseñanza-aprendizaje y no solo de las matemáticas, no tiene por qué menoscabar la calidad de dicho proceso: todo lo contrario, nuestra experiencia indica que la calidad aumenta, y esta es la percepción tanto del profesorado como del alumnado», concluyen.
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