Las malas notas de fin de curso nunca deberían ser una sorpresa para los padres
Los progenitores involucrados con sus hijos saben qué se van a encontrar al abrir el boletín de calificaciones finales, según los expertos
«Un alumno no se equivoca nunca al elegir estudios, siempre se puede reinventar»
Se acabó el curso. ¡Llegan las vacaciones escolares!... y también las calificaciones finales. En ocasiones, malas notas. Y suspensos. ¿Sorpresa? No, al menos no debería serlo. Los expertos en Educación apuntan que un mal resultado a final de curso nunca puede producir asombro ... si los padres han hecho un seguimiento de la evolución de su hijo durante el año escolar. Es más, lo preocupante es que les produzca sorpresa. Lo normal, y adecuado, es que los padres, al abrir el boletín, ya intuyan lo que se van a encontrar.
En el caso de que haya suspensos, el disgusto está asegurado. «Aún así, nada de gritar al niño y descalificarle porque eso no hace que apruebe –señala a ABC Isabel Fernández Solo de Zaldívar, profesora del Máster Universitario en Formación del Profesorado de ESO, Bachillerato, FP y Enseñanzas de Idiomas de UNIR–. Como los padres ya se esperaban los resultados, lo principal es que mantengan la calma y se centren solo en pensar cuál es ahora el objetivo; es decir, qué hacer para que el niño apruebe, cómo conseguirlo».
Esta profesora señala que cada estudiante es un mundo, puesto que los hay que se esfuerzan mucho, pero no logran mejorar sus notas, mientras que otros obtienen el mismo resultado pero sin dar palo al agua. «Aunque resulte difícil, en estos dos casos lo que hay que hacer como padres, y adultos, es reforzar la autoestima de los hijos, su motivación. No hay que olvidar que hay muchos pequeños que sufren porque piensan que como no valen para nada no van a estudiar ni esforzarse en la materia por creer que nunca lograrán aprobarla. Prefieren que les llamen vagos. Este enfoque, precisamente, es el que hay que cambiar y para ello hay que analizar las causas que hacen que el niño suspenda».
Así lo apunta también Pilar Conde, psicóloga y directora técnica de Clínicas Origen, al asegurar que detrás de unas bajas calificaciones pueden existir diversos motivos: dificultades en el aprendizaje, problemas de desarrollo, emocionales, de motivación, de comportamiento, situaciones de estrés en su entorno... Por ello, ambas expertas señalan como un punto de partida clave hablar con el menor, escucharle y contar con su opinión. Se le puede preguntar, sin culpabilizar, por qué cree que ha suspendido y qué piensa que se puede hacer para cambiar. De esta manera se le hace responsable de la situación para que asuma que está en sus manos mejorar los resultados si es capaz de cambiar ciertos hábitos. «Es fundamental que comprenda que el estudio es bueno para él, debe asumirlo como una oportunidad. Por lo tanto, la recomendación es –apunta Pilar Conde– que, una vez superadas las malas notas, los padres vayan derivando hacia él la función de seguir con el aprendizaje y, eso sí, mostrando siempre interés por todo lo relacionado con su evolución».
No cabe duda de que el apoyo de los progenitores es fundamental. Sin embargo, la profesora de la UNIR señala que hay padres «que no están tan dispuestos a cambiar estos hábitos por comodidad o a tener la paciencia suficiente para estudiar con sus hijos».
Lo que tampoco se puede hacer, añade esta experta, es trasladar esta responsabilidad a los abuelos cuando los niños se quedan con ellos en verano. «Los abuelos no tienen esa función, no dominan las asignaturas o no saben qué hacer si el nieto dice que no quiere estudiar y se pone a llorar. Lo mejor es optar por otras fórmulas, como la de un profesor particular».
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El refuerzo académico —clases y tareas en verano— son, matiza Conde, ayudas con un objetivo a corto plazo: aprobar. «Sin embargo, este apoyo puede ser insuficiente y hay que recurrir a las herramientas psicológicas con el fin de obtener el compromiso y la motivación suficiente para el aprendizaje en el medio y largo plazo. En este punto resulta esencial la implicación de los padres a la hora de inculcar el valor del estudio y la huella del mismo en el desarrollo de cada persona».
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