Extraescolares: ocupar las tardes con actividades que ayudan a crecer como personas
Analizamos cuáles son los beneficios de las diferentes opciones de cara al desarrollo del alumnado
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Ocupar las tardes de los alumnos con distintas actividades se ha convertido casi en una obligación para las familias. Ya sea en los propios colegios, con las llamadas extraescolares, o en centros especializados en deportes o en artes, entre otros, lo cierto es que desde muy temprana edad se prolonga la jornada escolar con las muy diversas ofertas que hay en el mercado. Tanto que incluso en ocasiones parece que los padres utilizan estas actividades para «aparcar» a sus hijos como forma de conciliar. Jesús Villanueva, subdirector de la Clínica Recurra-Ginso, expertos en salud mental infanto-juvenil, ve positivo ocupar el tiempo de los alumnos siempre que las actividades elegidas sean variadas y equilibradas. Y recuerda a los padres que sus hijos necesitan también «tiempo libre para jugar, aburrirse, estar en familia». Hay que evitar sobrecargarles y elegir «ajustado a la edad y necesidades del menor», añade.
Son muchos los beneficios que todas estas actividades aportan a los alumnos, como «responsabilidad y compromiso, flexibilidad y capacidad de elección libre y les ayuda a organizar el tiempo sin obligaciones», resalta el psicólogo. Junto con la escuela, las extraescolares «son las actividades estructuradas que dan forma al horario entre semana y los fines de semana, por tanto ayudan a dar estructura, compromiso, respeto de reglas, convivencia con el grupo de iguales y figuras de autoridad y, junto con la convivencia familiar, son los programas que mayor peso pueden tener en su salud mental». Es muy importante «la implicación de los padres, la reflexión sobre las mismas y la observación de su desarrollo y desempeño por parte de los menores, para animarlos y motivarlos, así como intervenir si aparecen situaciones desagradables».
Para los más sedentarios
A la hora de escoger una u otra, cree que para los menores más sedentarios la elección sería una actividad deportiva o al aire libre. «Para superar la timidez y mejorar las habilidades sociales, lo mejor son sesiones grupales y de representación como teatro, oratoria, baile», pone como ejemplo. Para mejorar la concentración, atención y planificación recomienda ajedrez, robótica, programación, así como artes marciales y programas artísticos como pintura, escultura, danza, poesía... opciones muy buenas «para ayudar al autocontrol y manejar las emociones».
Cuando se trata de manejar dificultades más relevantes como puede ser Trastorno del Espectro Autista (TEA), discapacidad intelectual o trastornos mentales graves, Villanueva aconseja «las terapias asistidas con animales, los grupos o campamentos terapéuticos y las actividades grupales acompañadas y dirigidas por profesionales cualificados.
Y es que además de practicar un deporte, aprender un instrumento o desarrollar una afición, en cada actividad el niño puede ganar un gran aprendizaje para su desarrollo como persona y encontrar un gran aliado para mejorar su rendimiento escolar. El fútbol, por ejemplo, es uno de los deportes que más se eligen para ocupar las tardes. José Antonio del RíoGarcía, cofundador y director del CD Masriver, tiene claro que en su escuela de fútbol «se gana en salud mental y biológica y se aprende educación deportiva». En este club que puso en marcha en 2008 junto a Luis Masero, se forman actualmente 576 niños y adolescentes (de los cuales un 35% son chihas). Entiende que el fútbol «te aparta de la soledad, los videojuegos, de malas conductas… de aquello a lo que nos empuja la sociedad actual», subraya. Y en una escuela de fútbol «entran todos los valores del ser humano», donde se aprende a gestionar emociones «como la frustración», a ganar, a perder, y «a que se trata de un juego».
En este club no manda el resultado y anima a los padres a que vean el crecimiento deportivo de sus hijos independientemente de ganar o perder. «La meta no es un dígito, sino el esfuerzo, la dedicación, el saber estar y la perseverancia». A fin de cuentas, «las emociones que sientes en el fútbol las sientes en la vida».
Aprender a pensar
En la Casa del Ajedrez han pasado 12.000 alumnos en 25 años, el 60% niños. Antonio Calleja, profesor y colaborador de este centro, asegura que «el ajedrez les ayuda a aprovechar mejor su cerebro, a pensar porque tiene un componente de incertidumbre y aplican inteligencias múltiples». También destaca la capacidad analítica porque, si bien deben conocer las posiciones, «se aplica también la intuición». Sin olvidar que «aporta visión espacial, concentración, memoria, disciplina, paciencia, imaginación, razonamiento lógico y respeto al adversario». Señala, además, que para los niños con problemas de TDAH y concentración, es muy recomendable. Sin olvidar que «es un juego en donde se interactúa con los compañeros, sin agresividad.
Calleja asegura que existe la creencia de que el ajedrez es para superdotados, pero lo cierto es que «cada uno se desarrolla en función de sus capacidades». No hay una edad recomendada para comenzar, pero cree que los 8 años es una buena edad y «una hora a la semana está muy bien, te hace coger método».
En JANA, escuela internacional de artes escénicas, sus alumnos no solo cantan y bailan, sino que «se trata de que consigan herramientas para su vida», resalta Javier Muñoz, su director. «La más importante es ganar la confianza en sí mismo. Actuar en el escenario es un empujón para conseguir las llamadas habilidades sociales como el trabajo en equipo, la tolerancia o la empatía», añade. Sin olvidar que este aprendizaje se desarrolla en un ambiente de diversión, Muñoz habla también del desarrollo de sus alumnos en materia de creatividad, emociones…«Hay que aprender a caerse y saber que no pasa nada, siempre hay alguien que te va a apoyar. Y eso se traslada a otro tipo de mundos, si te sale algo mal no te hundes», puntualiza. Se aprende igualmente lo que es la disciplina porque «en el escenario no puedes hacer lo que quieras» y se trabaja el desarrollo físico, el movimiento y la coordinación.
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Para las personas tímidas este tipo de actividades les ayuda mucho. «Tenemos muchos casos de alumnos tímidos y al poco tiempo los padres notan las diferencias, pierden el miedo», comenta el director de JANA. En esta escuela prestan mucha atención al desempeño académico de los estudiantes. «Pedimos la nota media de lo que sacan en la inscripción porque nos interesa que la mejoren. Las artes te llevan a mejorar todo lo demás y no sería bueno que alguien venga a formarse y saque peores notas», afirma Javier Muñoz. Lo normal es que ocurra lo contrario, que mejoren sus notas porque al estar más enfocados rinden más en los estudios. «Necesitamos que sepan memorizar, si son proactivos, tendrán mejores notas. Estamos en la misma línea de mejorar los rendimientos académicos porque les viene bien», puntualiza.
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