«Hay que hablar de las emociones agradables y desagradables con libertad»

Hablamos con Adriana Yépez, psicóloga y coordinadora del área de Educación de la Fundación Botín

Tanto en el colegio como en casa, la educación emocional ha de estar presente

«Los adultos tenemos olvidado el tema de las emociones. Además, hay generaciones que han sido educadas bajo la premisa de que mostrar tristeza o miedo es signo de debilidad. Por eso, no lo tenemos integrado. Es fascinante que esto haya cambiado porque no solo somos intelecto». Así de clara se muestra Adriana Yépez, licenciada en Psicología y coordinadora del área de Educación de la Fundación Botín.

La entidad cuenta con el programa Educación Responsable, en el que participarán 700 centros de España y América Latina desde este curso. Se trata de un proyecto que favorece el crecimiento físico, emocional, intelectual, social y creativo de las personas, promueve la comunicación y mejora la convivencia en los centros escolares a partir del trabajo con docentes, alumnado y familias.

No hay que olvidar que la gestión emocional en el aula se incluye en la LOMLOE y de manera indirecta se incluye en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

- Educación responsable: ¡qué bien suena! A cualquier colegio o familia que le preguntes, seguro que ninguno cree que lleva a cabo una «educación irresponsable». ¿En qué consiste exactamente?

El programa busca responder a las necesidades de los alumnos. Se centra en profesores y centros educativos, a los que se les ayuda para que sepan dar respuestas a las necesidades de los estudiantes y conseguir, así, el desarrollo integral de cada uno de ellos, potenciando y desarrollando todas sus capacidades. Entre ellas, el ámbito afectivo, social y la creatividad.

- Así que va más allá de la parte puramente académica ¿no?

Sí porque incide mucho en la relación profesor y alumno, los cuales conviven en el aula y juntos crecen y se desarrollan. Lo que hace el programa Educación Responsable de la Fundación Botín es abrir nuevos espacios en las aulas para trabajar esa parte afectiva, social y creativa. Se trabaja con menores de 3 a 16 años y formamos a los docentes para que tengan los recursos educativos necesarios y puedan integrarlos en clase.

Adriana Yépez, coordinadora del área de Educación de la Fundación Botín

- ¿Acaso no se educa de esa manera en los centros escolares?

Todos los profesores que están enamorados de su profesión siempre han tenido la inquietud de sacar lo mejor de cada alumno. Pero quizás ellos, de manera espontánea, tenían que buscar los recursos, cómo hacerlo, etc. e integrarlo en los huecos que pudieran. Lo que nosotros aportamos es el desarrollo de un programa que va a servir de apoyo al profesor para que él pueda hacerlo de una forma más sencilla, porque tiene ya de por si mucho trabajo con sacar adelante el currículo. Nosotros desarrollamos recursos y actividades para que los docentes estén equipados.

- Y en casa, ¿se trabajan las emociones?

En casa, todos tenemos que aprender y trabajar mucho la empatía, que es una habilidad a la que le tenemos que dar cierta importancia y protagonismo. Tenemos que aprender a integrar las emociones. Cuando el clima en la oficina es agradable y nos gusta lo que hacemos, los adultos vamos más contentos a trabajar, rendimos más y mejor, etc. Pero ello no evita que podamos hablar si estamos preocupados con algo, con esa tarea que no nos ha dado tiempo a terminar, esa reunión que nos trae de cabeza, etc. y contarlo en casa con normalidad. El padre a veces piensa que tiene que ser un superhombre y no demostrar nada de eso cuando precisamente tenemos que hacer justo lo contrario porque los niños no saben expresar eso que les preocupa. Hay que hablar de las emociones agradables y desagradables con libertad para que los menores lo puedan integrar. Que no asuste poder hablar de cómo te sientes.

- Entonces, ¿cómo ayudar a los niños en casa?

A través de cuentos, canciones, cosas que les gusten.... Los niños no tienen la capacidad de decir 'tengo miedo por esto'. Ellos lo manifiestan estando más irritables, por ejemplo. Por tanto, hay que asistirles. No hay nada mas sano para ellos que ayudarles a saber que sienten y por qué en ese momento en el que explotan. Y que vean que su papá o su mamá no son superhéroes. Todo ello nos ayudará a fortalecer los vínculos en la familia y a conocer a nuestros hijos.

- Cuando no se educa en esa línea, ¿qué pasa?

Pueden haber diferentes manifestaciones. Cada persona es un mundo. Cuando no tenemos esos espacios que nos permiten conocer a nuestro hijo, tiene consecuencias diferentes. Por ejemplo, en la autoestima: cuando contribuyes y les ayudas a tener confianza en sí mismo, mucho mejor. Si crece pensando en que no puede expresar o compartir sus miedos, sentirá que no es capaz, que es más débil y eso le generará cierto malestar interno.

«No hay nada más sano para ellos que ayudarles a saber que sienten y por qué en ese momento en el que explotan. Y que vean que su papá o su mamá no son superhéroes»

Cuando no saben poner nombre, especialmente a las emociones negativas, les afecta también a nivel de atención o comportamiento, están más irritable, activos o con mayor nivel de ansiedad. Al no validar en casa sus emociones a la hora de relacionarse son más inseguros.

- Educar poniendo el foco en la parte emocional no tiene que ver nada con ese pensamiento positivo que tan de moda está de «tú puedes con todo», «si lo sueñas, puedes lograrlo», etc. ¿no?

No, no hay que confundirlo. El pensar que tú puedes con todo es absurdo. Y juega en nuestra contra. Las familias tienen que conocer a sus hijos, identificando sus fortalezas y debilidades. Puede que tu hijo sea muy hábil para los deportes, escala, corre rápido... Eso significa que va muy bien en cuanto a coordinación motora. Sin embargo, puede que al mismo tiempo le cueste estar sentado, dibujar o leer porque le cuesta la coordinación fina. Si yo como padre o madre me empeño en que vaya a pintura porque «él puede con todo», le pondremos en una situación de que no llega y es difícil. Se frustrará. A los hijos hay que apoyarles en lo que se les da bien y trabajar con ellos sus debilidades poniéndoles retos, situaciones que vayan a superar poco a poco. Los adultos somos los primeros que no llegamos a todo. De hecho, en el programa buscamos que cada uno se descubra y sea consciente de lo que se le da bien y mal. Eso no significa que no lo podamos lograr, pero sí ir superando obstáculos. Es decir, hay que perseverar con lo que se nos da peor pero no abandonar.

- Recientemente ha salido a la luz un supuesto nuevo caso de acoso escolar en un colegio de Zaragoza, donde una niña ha intentado suicidarse.También sabemos ya que el «bullying» ha repuntado durante el pasado curso escolar. En esto, la gestión emocional tiene mucho que ver, ¿verdad?

Clarísimo. Si vamos trabajando desde muy pequeño esa parte de la empatía, los niños se posicionarán al lado del otro. De hecho, nuestro programa es un programa preventivo, es decir, persigue que este tipo de situaciones no se produzcan. Tiene muchas actividades en las que los alumnos se tienen que poner de acuerdo, aunque unos amigos me caigan mejor que otros, pero se relacionan de manera respetuosa entre todos.

Cuando se trabaja desde muy pequeños ese vínculo entre alumno y profesor, cuando uno se siente comprendido, querido, cuando se realizan actividades con todos los compañeros de clase que se generen esos vínculos, etc. todo cambia. No hay que olvidar que estos es una carrera de fondo, que forme parte de los hábitos. Cuando trabajas esos vínculos en el aula, se impide la agresión.

«El pensar que tú puedes con todo es absurdo. Y juega en nuestra contra. Las familias tienen que conocer a sus hijos, identificando sus fortalezas y debilidades»

- ¿Y os ha pasado?

Sí. Por ejemplo, un centro escolar que entró en el programa nos comentó que una clase de 3 de Primaria era muy violenta. El cambio que experimentaron fue increíble. Todos los alumnos, que procedían de familias vulnerables, trabajaron juntos en hacer una 'performance'. Se trataron con respeto, trabajaron en un mismo objetivo y redujeron los niveles de violencia. Les dieron confianza de que iban a ser capaces, de que creyeran en ellos... Cuando trabajas la empatía desde muy pequeño, aunque 'este me caiga peor', los niños aprenden que no hay que hacer daño ni ridiculizar a nadie.

- ¿Cuáles son los resultados que obtienen los colegios que participan en este programa? ¿Qué mejorías notan?

Una de las cosas que se mantiene a lo largo del tiempo es que los alumnos mejoran su nivel de comprensión emocional. Es decir, desde muy pequeños aprenden a poner nombre a sus emociones. También disminuyen los niveles de ansiedad y tensión que dificultan el aprendizaje. Se reducen los niveles de agresividad, se vuelven más sociales, mejoran los niveles de asertividad, es decir, los niños aprenden a decir sí y no de una manera respetuosa sin caer en la presión social, algo vital de cara a la adolescencia.

Alumnos participantes del programa Educación Responsable

También la creatividad va aumentando en estos colegios y, en relación a ello, he de destacar la importancia de aprender a dar respuestas a nuevos problemas, con otros enfoques.

Gracias a nuestro programa, los centros escolares han mejorado el clima de convivencia, tanto dentro del aula como entre el equipo docente. Esto hace que el rendimiento académico mejore. Igualmente, las familias nos aseguran que sus hijos mejoran a nivel de generosidad y conductas prosociales.

- Trabajar las emociones, ¿es algo válido para todas las edades?

Por supuesto. ¡Nunca es tarde para empezar! Incluso participan en el programa centros de adultos, donde también han mejorado el clima entre ellos. Y, por supuesto, el programa también es válido para los adolescentes, con herramientas específicas para ellos.

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