Suscríbete
Pásate a Premium

La guerra del lujo

El escándalo provocado por John Galliano salpica al imperio de lujo más grande del mundo, que engloba desde Christian Dior a Fendi, Givenchy, Louis Vuitton o Céline. Bernard Arnault, presidente de LVMH, tiene en su mano la resurrección de Dior

AMAIA ODRIOZOLA

Días antes del «affaire Galliano», la revista «Vanity Fair» recordaba (como una irónica profecía) los dos big-bangs de la casa Dior en boca de Bernard Arnault, propietario de LVMH, el mayor imperio del lujo en el mundo y grupo al que pertenece la firma. El primero fue en 1947, cuando el maestro fundador Christian Dior revolucionó la figura de la mujer con su «New Look» de cintura de avispa, dando la espalda a la postguerra. El segundo momento llegó, según Arnault, cuando en 1997 el gibraltareño John Galliano aterrizó en la maison para ponerla patas arriba con su exuberante creatividad. «El verdadero talento es al tiempo fascinante y desasosegante», Arnault dixit .

Para desasosegante la semana del creador, despedido tras 15 años de trabajo en Dior por sus escandalosas declaraciones antisemitas, que le han costado, además, el descrédito de la industria, un juicio a la vista y el ingreso en una clínica de desintoxicación. Y todo, en vísperas de la Semana de la Moda de París.

Pero la locura de Galliano no tiene por qué pasar factura a la casa. Al menos es lo que aseguran desde dentro, tras calificar de «odiosas» las palabras del modisto. No en vano, Sidney Toledano, presidente de Dior, es judío. A pesar de que las acciones de la firma y del grupo han caído estos días, las aguas están tranquilas: Dior vale en bolsa 19.000 millones de euros y su beneficio en 2010 fue de 35 millones, casi el triple que el año anterior. En lo que va de año, LVMH acumula una rentabilidad del 237,62 por 100.

El principal reto de Arnault es nombrar rápidamente a un sucesor e improvisar una estrategia para que la tempestad no llegue a la bolsa. Dior podría aprovechar las circunstancias para revisar su estrategia creativa y comercial. Las grandes marcas sobreviven a sus creadores y, para ejemplo, la segunda resurrección de Gucci gracias a Frida Giannini tras la marcha de Tom Ford de la firma.

La mano de hierro

El empresario francés, a sus 54 años, es el séptimo hombre más rico del planeta, la segunda mayor fortuna de la Unión Europea, una de las cien personas más influyentes del mundo según la revista «Time» (desde 2007) y uno de los «tiburones» más agresivos de la industria.

No en vano, en octubre de 2010 realizó un perfecto «abordaje» de una de las casas con más pedigrí de Francia, Hermès. Compró por sorpresa el suficiente número de acciones para poner nervioso a Patrick Thomas, patrón de la firma, al que anunció de su movimiento con una llamada telefónica: «Quería advertirle que desde ayer tengo el 17,1 por 100 del capital de su maison , por valor de 1.400 millones de euros. Publicaré el dato en una hora».

Arnault también es conocido por sus implacables batallas por Louis Vuitton (que terminó adquiriendo) y por Gucci (que perdió, contra el único hombre que podría hacerle sombra, François Pinault, presidente del grupo PPR). Eso sí, ha lanzado al olimpo de los ceros a todas las firmas que controla.

La cuestión sucesoria

Es de prever que Arnault tome una decisión rápida sobre la sucesión del diseñador una vez que se celebre el desfile. Así es la moda: cuando aún no se sabe qué será de Galliano, las apuestas sobre los candidatos a la dirección son a cada momento más emocionantes. El ganador, por el momento, es Riccardo Tisci, de 36 años, actual diseñador de Givenchy (también propiedad del gigante francés), hombre de confianza de Arnault y muy bien posicionado en París. Si fuera el elegido, repetiría la historia del malogrado Galliano, que en 1996 ascendió desde Givenchy para sustituir a Gianfranco Ferré.

«MC»Parece lógico que Arnault quiera tirar de alguien «de la casa» y no arriesgarse con ningún creador «torturado». En la lista también se encuentran Phoebe Philo (al frente de Celine) y Marc Jacobs (al frente de Louis Vuitton).

Caída «a lo Kate»

Kate Moss ha aconsejado a Galliano que se interne en un centro de rehabilitación. Precisamente ella, que fue capaz de convertir su polémica adicción a la cocaína en una rentable etapa profesional. Las trayectorias de Moss y Galliano están unidas desde que ella era una niña y él un diseñador emergente. En 1997 una joven Moss desfiló en la primera colección del británico para Dior y desde entonces han discurrido en paralelo. Posiblemente la modelo apoye al creador, como lo hizo con ella Alexander McQueen cuando parecía que su carrera se iba al garete. Por de pronto, Galliano es el elegido para diseñar su vestido de novia. Un buen comienzo para sus primeros pasos «off Dior».

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación