John Galliano, ahora a bordo de Margiela, comienza a recuperar su repertorio
A lo largo del desfile se pudo ver cómo el creativo se iba destapando dejando para el final su estilo más auténtico

John Galliano, ahora a bordo de Margiela, comienza a recuperar su repertorio
Las semanas de la moda siempre suponen algún nuevo descubrimiento. En esta ocasión, el camaleónico John Galliano , artífice del renacimiento de Dior en los años 90 y posteriormente bestia negra de la casa francesa, ha mostrado «la patita» cual lobo de cuento en su desfile para Margiela , recordando algunas de sus primeras inspiraciones de juventud.
Y es que el John rehabilitado, descansado y prudente de la primera colección para Maison Margiela hace unos meses, un hombre ya lejos de antisemitismos y melopeas , se estrenó como director creativo para la casa de origen belga con gran prudencia . Pero como la cabra tira al monte y el británico de sangre española es muy dado al show , no ha podido con su condición y al final de este segundo desfile ha mostrado un poco más de su propio ADN creativo .
Al comienzo del desfile, presidió un estilo siniestro y minimalista , herencia evidente del fundador ya retirado, Martin Margiela : era una sucesión de vestidos negros pensados para una Jane Eyre del siglo XXI , austera y monacal. Conforme el desfile se fue desarrollando, Galliano fue soltando marras, gustándose como los toreros y recuperando sus formas . Comenzó una profusión de volúmenes , tejidos sofisticados y colores delicados, aunque siempre con el destartalado toque Margiela , «comme il faut».
Hacia el final del desfile, un Galliano revoltoso y juguetón , conjugó el espíritu Margiela con el suyo propio, algo rococó, romántico y de una belleza explosiva. Galliano se empieza a encontrar cómodo en Margiela . Veremos si los propietarios, el grupo OTB , le dejan ser él mismo. A buen seguro, venderán más perfumes y bufandas que cuando el taciturno belga estaba a la cabeza de su propia marca.
Elie Saab , siempre brillante y principesco, volvió a recrear sus mil y una noches, con vestidos largos llenos de transparencias en el vuelo de la falda; en realidad, y exceptuando un par de modelos realizados en una maravillosa gasa flotante de flores grandes y oscuras, se podría decir que se trataba de un «déjà vu» de su anterior desfile . Eso no le quita merito a unos vestidos que son copiados por doquier, alguno de los cuales de corte principesco y vuelo de gran gala, ciertamente similares al que Doña Letizia lució en la cena ofrecida al presidente de Perú –Ollanta Humala – y su determinada esposa, Nadine Pereira .
Jean Paul Gaultier brilló haciendo lo que siempre hizo, una colección de prendas de rayas marinas , combinadas de tal modo que se podía haber tratado del guardarropa de Popeye tanto como del de su mujer, la larguirucha Olivia . Añadiendo un par de excentricidades aquí y otro par allá, desfiló impecablemente: lo justo como para poder seguir vendiendo perfumes . Probablemente, hace tiempo que dejó de reinventarse.
empataron en el peor de los sentidos, con una absurda colección que parecía estar llena de señoras a las que les habían estampado un cuadro en la cabeza . De nuevo, sus propietarios, el grupo OTB, buscan un concepto abstracto, notoriedad y foto , para poder seguir vendiendo perfumes y accesorios.
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