El triunfo de Mirka, la nueva «señora Federer»

Roger tenía 19 años, pero se atrevió con Mirka, tres años mayor: aquel beso que le estampó el 1 de octubre de 2000, último día de los Juegos Olímpicos de Sydney, fue el primer paso en el camino que terminaría ocho años y unos meses después en una sorprendente boda secreta el sábado.
Roger Federer, uno de los tenistas más grandes de todos los tiempos, ya no es lo que era. No sólo pierde más partidos que nunca desde que llegó a la cima: también va a ser padre, y ahora es un hombre casado en una ceremonia decidida a último momento y casi sin invitados. Pueden tomar nota aquellos que lo acusaban de frío, de suizo sin pasión.
"No sabía que Roger era tan divertido", dijo poco después de aquel beso Vavrinec, nacida en Eslovaquia y nacionalizada suiza.
Muchos no entendieron jamás que un joven exitoso, millonario, famoso y razonablemente atractivo tuviese por novia a una oscura ex tenista que está lejos de ser el prototipo de compañía femenina que exhiben las figuras del deporte.
Pero Federer nunca dudó de Mirka, que se encarga además de la relación de su ya esposo con los patrocinadores y los medios de comunicación. Mirka es la encargada de decir "no", y la palabra sale de sus labios con notable frecuencia. "Mirka me cubre las espaldas, se ocupa de todo", reconoce Federer.
"Cuando Roger gana es como si yo ganara también", confiesa Mirka, que llegó a ser número 76 del ranking mundial. Simbiosis absoluta, acuerdo total. "Mirka es todo: novia, organizadora, estilista", escribió hace dos años la revista suiza "Schweizer Illustrierte". Y Mirka no lo niega. "Sí. . . Mi mano está ahí", dice cuando se le pregunta por el "estilo" Federer, al que hace anos años debía literalmente arrastrar a la peluquería para controlar la tendencia del suizo a dejarse crecer el cabello y atarlo con una muy poco glamourosa gomita.
Las cosas ya no son así: el gusto por el lujo y el "glamour" también atrapó a Federer. Trudi Götz, la "zarina" de la moda en Suiza, invita a la pareja cada año al "show-room" de Prada en Milán, donde con toda tranquilidad pueden probar y comprarse prendas seis meses antes de que lleguen a las más exclusivas tiendas de Zúrich. Anna Wintour, la editora de "Vogue", es íntima amiga de ambos.
Mirka disfruta con esa vida en hoteles exclusivos como el Burj al Arab de Dubai, un siete estrellas para el asombro, el Arts de Barcelona, el Huvafen Fushi de las Islas Maldivas o el Le Touessrok, el mejor hotel de las Islas Mauricio, ubicado en una isla propia con arrecife de coral incluído.
Mirka vive por y para "Rotschi", el apodo que utiliza al hablar de Federer. A Wimbledon lleva 27 kilos de comida suiza y se encarga de cocinar en la casa que alquilan.
La ex tenista dice ser feliz, aunque sepa que no es una vida normal la que lleva. "A veces me doy cuenta de que no tengo tiempo para mí. Ya no hago deportes, y tengo un par de kilos de más, lo sé muy bien". Mirka, que dice ser "mejor técnicamente" desde que pelotea con Federer, cree que es fundamental el hecho de haber jugado al tenis.
"Creo que es por eso que nos entendemos perfecto. íNinguna mujer soportaría tanto tenis! El tenis lo es todo en nuestras vidas. Cada día, cada minuto. Si él quiere dormir hasta tarde no lo molesto levantándome temprano para hacer jogging. Y si una noche quiere ver un partido de fútbol con los amigos lo dejo tranquilo".
A Mirka no le importa ir a la estela de Federer y anularse como persona. "Roger me demuestra cada día su amor. Me dice todos los días 'gracias' con mucha dulzura. Me cuida, me mima". Mirka, en definitiva, confía ciegamente en el pacto que selló con su flamante esposo: "Mi tiempo vendrá después del tenis. Así lo acordamos los dos".
Y Federer asiente. "Es exactamente así", dijo a dpa durante una entrevista en 2007. "Si estamos de vacaciones hago todo lo que ella quiere. Si tiene ganas de ir diez horas de 'shopping', lo hago, porque es ella la que me espera diez horas al día en cada torneo".
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