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El príncipe de las rarezas

Polémica foto tomada en 2002 al cantante en Berlín, cuando asomó a su hijo de pocos meses por la ventana de su hotel para mostrarlo a la prensa

En «The Wiz» (1978), parodia afroamericana de «El mago de Oz», Michael Jackson interpretaba al espantapájaros que quería un cerebro. En febrero de 2003 se emitió en la televisión «Living with Michael Jackson», documental donde el cantante (¿con cerebro ya?) calificaba de cariñosa la práctica de acostar niños en su cama.

Faltó tiempo para que las autoridades registraran Neverland tras la acusación de un crío. Aquí sí hubo juicio, dos años después. No como en 1993, cuando Jordan Chandler, de 13 años, habló de besos, masturbación, sexo oral y describió los genitales de Michael Jackson, que tuvo que sufrir una inspección de los bajos. El cantante de guante blanco se dio a las pastillas y a Lisa Marie Presley (con la que se casó después). El asunto de Jordan minó su carrera, su imagen y su salud, acabando con un acuerdo millonario que le recomendó Lisa Marie.

Antes, en febrero, había ido al programa de Oprah Winfrey (no había dado una entrevista en televisión desde el 79). Contó los palos que le daba su padre y empezó a repasar leyendas acumuladas. No se había comprado el esqueleto del hombre elefante. No se decoloraba, tenía vitíligo (había tenido lupus y los tratamientos para ambas enfermedades le dejaron pajizo y con sensibilidad a la luz). No dormía en una cámara hiperbárica para conservarse, pese a las fotos (fue para promocionar «Captain EO»). Él mismo había alimentado los rumores. Tras su corto matrimonio con la hija de Elvis, se casó con la enfermera Debbie Rowe. Se divorciaron después de tres años y dos hijos, Michael Joseph Jackson Jr.y Paris Michael Katherine Jackson (vale que George Foreman puso a todos sus hijos George, pero sólo a los chicos; Jacko también le ha puesto su nombre a la hija). De madre desconocida, nacería Prince Michael Jackson II, el más famoso de los niños, apodado Manta, aunque también podía haberse llamado Maceta o Papa Noel dado que su celebridad se produjo por su cuelgue del balcón de un hotel berlinés. Por el cuelgue de su padre. Una ocurrencia más en el mito extramusical de Wacko Jacko (wacko es chiflado, chalado). En el juicio de 2005, que duró cinco meses (un día, Jackson acudió en pijama), fue declarado inocente. Luego vendría el gretagarbismo, la reclusión, la abaya y el velo femeninos en Bahrein, la reaparición en Londres con las manos sucias y el anuncio de los conciertos que ya no serán. Los organizadores le hicieron un reconocimiento médico, como a los futbolistas. Y lo pasó.

Sí se había operado la nariz (se quedó como las de las nadadoras de la sincronizada cuando llevan la pinza). Y sí acabó pareciéndose a Helena Bonhan Carter en «El planeta de los simios». A quien ya no se parecía era al tipo adorable del póster que Enjuto Mojamuto tiene en su habitación.

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