El misterio de Eva Nasarre o cómo «pasar» de un hijo y forrarse en el camino
Nadie en su sano juicio podía imaginar la cara oculta de aquella jovencita que con sus mallas y los calentadores nos entonaba el cuerpo desde TVE con las clases de gimnasia. Eva Nasarre, la profesora de voz dulce y mirada limpia, es hoy una mujer extraña, o una extraña mujer, que acapara la atención de los programas del corazón y las páginas del cuché. Hace cosa de seis años abandonó a su hijo y hoy es él, con sus 18 años recién cumplidos, quien busca a su madre por los platós de televisión, mientras reclama su atención e ingresa un cheque al portador, que una cosa no quita la otra.
Si fuerte era que el chaval tuviera que ir a calentar la silla de los espacios mejor remunerados y con su padre al lado, más fuerte resultó ver «reaparecer» a su madre en otro espacio, en otra cadena, para decirle cosas bonitas al mismo niño al que no ha prestado atención en todo este tiempo. «No te preocupes Joan Marc, a partir de ahora tendrás un padre y una madre», le aseguró mirando a cámara y con el mismo tono con el que nos animaba a repetir una vez más los abdominales. Como lo oyen.
Por supuesto el reencuentro familiar puede esperar dado que mamá Nasarre le ha dicho a su hijo que tal vez en una o dos semanas se puedan ver. El misterio Nasarre, como han «bautizado» este sombrío asunto, no sólo no se aclara sino que adquiere tintes mucho más sospechosos que hablan de presuntas homosexualidades, presuntos malos tratos, presuntos desequilibrios, presuntas amenazas...
Lo único seguro es que Eva Nasarre, hoy profesora de tai-chi, ni ha querido saber nada de su hijo ni tiene pinta de querer saber mucho más ahora. Encontrar los motivos por los que una madre en su sano juicio reniega de un hijo es una búsqueda compleja puesto que no hay argumento sostenible que rompa ese cordón umbilical. Lo de Nasarre sólo tiene una explicación.
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