Kristen Stewart, la décima Lady Di

Se trataba de resistir un par de días en esa especie de «lata de sardinas» que, según los medios británicos, se convierte Sandringham House (eso sí, en tiempos pre-pandémicos) cuando allí desembarcaban todos los miembros de «La Firma» -tal y como el núcleo duro de la Familia Real británica se refiere a sí mismo-. Al cabo, la residencia del condado de Norfolk, al noroeste de Inglaterra, solo tiene 29 habitaciones y a más de uno no le quedaba otra que acomodarse en cuartos de servicio: por orden de Isabel II, buena parte del personal solía tener los dos días libres para disfrutarlos con sus familias.

El protocolo de la Familia Real británica por Navidad se distingue por estar exento de toda pompa. Los invitados empiezan a llegar de manera escalonada la tarde del 24 de diciembre . Cuando ya están todos se toma el té y, sólo después, se procede a abrir los regalos, que cuyo precio no suele superar unas cuantas libras -del mencionado cojín de pedorretas de Diana de Gales a un gorro de ducha que en una ocasión recibió la Reina Isabel-, según contó en su día la historiadora real Marlene Koenig. Dicen que también se solían entretener jugando, entre otras cosas, a la gallina ciega antes de la cena y los villancicos. El día de Navidad, tras el servicio religioso en la iglesia de Santa María Magdalena y un almuerzo frugal , cada Windsor, salvo la Reina y el Duque de Edimburgo, se marchaba por donde había venido.

La de 1994 fue la última Navidad de Diana de Gales en el «infierno doméstico de Sandringham». Y es precisamente esos dos días en los que el director Pablo Larraín y el escritor Steven Knight, guionista de la serie « Peaky Blinders» , han imaginado a Kristin Stewart para encarnar a una princesa que tres años antes ya se había convencido de que su matrimonio con el Príncipe Carlos iba a ninguna parte, pero que hacía el paripé para no amargarle las fiestas a sus hijos Guillermo y Harry. La película, bajo el nombre de «Spencer» , habla de la soledad de Lady Di en uno de los momentos claves de su vida: cuando decidió no continuar con la farsa. Verá la luz con motivo del 25 aniversario de la muerte de la princesa en París, el 30 de agosto de 1997.

Kristen Stewart mide 1,65 metros. Diana de Gales rozaba los 1,80 metros. Pero la primera imagen de aquella vampira que en «Crepúsculo» devoró a la audiencia, al tiempo que se comía a besos a Robert Pattinson , destila toda la melancolía de la «princesa del pueblo» en plena crisis matrimonial y personal. Ataviada con un estilismo que emula uno de los mejores looks de ochenteros de la princesa (abrigo rojo de grandes hombreras, sombrero negro con redecilla y blusa negra con lazada al cuello), la actriz californiana mira por una ventana con idéntico ladeo de cabeza de Lady Di.

Larraín, director chileno del desasosegante, durísimo y multipremiado filme «El club» (2015), en la película «Jackie» (2016) consiguió llevar a Natalie Portman al infierno íntimo de Jacqueline Kennedy días después del magnicidio del presidente John Fitgerald Kennedy en Dallas, en 1963. No se espera menos de «Spencer». Ni tampoco de la propia Stewart, que borda los papeles de mujeres tristes y en guerra consigo mismas.

Tras la polémica cuarta temporada de «The Crown», copada en buena parte por la irrupción de Diana Spencer como fenómeno sociológico e icono de una época, es probable que las reacciones hacia «Spencer» de los mismísimos Windsor, a través de personas interpuestas, por supuesto, no se hagan esperar. Emma Corrin , una desconocida actriz británica encumbrada gracias a su trabajo en la serie de Netflix , tenía 1 año cuando Lady Di se dejó la vida en el Puente del Alma de París. Kristen Stewart, que ya había cumplido los 7 años, recordaba en una entrevista con Jimmy Kimmel que, como tanta gente y pese a su corta edad, llegó a sentir hacia la princesa cariño y admiración.

Ahora, la Bella Swan de «Crepúsculo» tiene el reto de sacar adelante un personaje que, además, de Corrin, han encarnado o encarnarán actrices con desigual fortuna: Elizabeth Debicki para la quinta temporada de «The Crown»; Naomi Watts , estupenda en una mediocre película titulada «Diana»; Julie Cox, quien en 1996, con la princesa todavía viva, se atrevió a recrear su romance con el jugador de polo James Hewitt; Caroline Bliss, protagonista del biopic televisivo «Carlos y Diana: una historia de amor»; Serena Scott Thomas, en el drama «Diana: su historia verdadera»; Nicola Formby, en «La mujer de Windsor»; Genevieve O'Reilly para el docudrama «Diana: los últimos días de una princesa»; o Catherine Oxenberg , quien en 1982, un año después de la boda real, rodó, «Carlos y Diana: una palacio dividido».