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Farah Diba: «La muerte de mi hija es una herida abierta en mi corazón»

Farah Diba posó con su libro de «Memorias» en Madrid

MADRID. Sin más complicaciones para el título que «Memorias» (ediciones Martínez Roca), la ex emperatriz de Irán, Farah Diba, ya se ha situado en el segundo puesto de las listas de libros más vendidos en Francia. La viuda del Sha de Persia relata en primera persona una vida, la suya propia, y una época, la que le tocó vivir, siempre con una visión personal y siempre con cierta nostalgia en cada una de sus frases. Desde su historia de amor con el Sha, a quien conoció cuando estudiaba en París, al posterior exilio y muerte de su marido así como la tragedia que volvió a cebarse en su familia con la repentina muerte de su hija Leila, Farah Diba recuerda tiempos mejores y peores y relata de forma amena y sin entrar en profundidades unos años que marcaron el destino de millones de personas antes y después de la revolución iraní del Ayatolah Jomeini.

-¿Qué le ha motivado llevar sus «Memorias» a este libro?

-Era un deber que tenía con la memoria de mi marido, con mis hijos, mis nietos y todos los iraníes. Tenía que explicar cómo ha sido la vida de una mujer en un mundo que no es el normal.

-El Sha se enamoró nada más verla. ¿Qué le enamoró a usted de él?

-Mi familia era muy monárquica, estaba educada en el respeto y admiración al Sha, pero cuando le conocí, me cautivó su forma de ser, su sonrisa y simpatía. Poco a poco ese sentimiento se transformó en amor.

-Después de repudiar a su primera esposa, la princesa Soraya, usted consiguió dar al Rey lo que más anhelaba en la vida: un hijo. ¿Cómo recuerda ese momento?

-Todo el pueblo iraní quería un heredero para el Trono. Cuando nació mi hijo, y supe que era un varón, lloré de emoción al ver el rostro de mi marido, pero he de decir que también lloré cuando nacieron mis otros hijos.

-Hablando de Soraya ¿qué sentimientos le causó su muerte?

-Una gran pena. Aunque nunca la conocí Soraya formaba parte de mi familia, de nuestra historia. Además siempre se mostró muy cariñosa con mis hijos, sin amargura ni resentimientos.

-¿Qué ha heredado su hijo de su difunto marido el Sha?

-Mucho. Sus reacciones, sus palabras... Observo a mi hijo y veo tanto de su padre... Tiene el mismo carácter fuerte y emprendedor, la misma facilidad para los idiomas, la misma pasión por la aviación... Me gusta lo positivo y alegre que es y lo bien que sabe comunicarse. En eso mejora al Sha. Sabe responder muy bien a los periodistas y capear las preguntas complicadas.

-A la hora de recordar en este libro ¿ha habido más alegrías o más tristezas?

-Ambas cosas. Los capítulos de mi juventud eran recuerdos muy agradables con los que, aunque estaba en París, volvía mentalmente a mi país. Lo más triste y desagradable llegó con el exilio y la revolución.

-Destacaría dos capítulos muy amargos en sus «Memorias» y son los que se refieren a la muerte por enfermedad del Sha y al fallecimiento de su hija. ¿Se sufre más como mujer o como madre?

-Como madre. La muerte de una hija tan joven es algo que duele muchísimo, es una herida abierta que tengo todos los días en mi corazón. Fue muy injusto cómo trataron al Rey pero siempre he pensado que pudo vivir su destino. Pero en el caso de mi hija no. Su juventud fue destruida por la revolución.

-¿Cómo vivió su familia el fatídico 11 de septiembre?

-Ante esa tragedia una vez más pensé en mi país. Aunque el resto del mundo no quiso verlo, la revolución iraní promovió el fanatismo, creo que se propagó desde ese momento. Los iraníes siguen viviendo 25 años de paréntesis negro. Espero que las cosas cambien tanto para Irán como para el resto del mundo.

-¿Siguen con la esperanza de volver a su país?

-Mi hijo lucha todos los días por la libertad y la democracia de Irán. Esa es su máxima ambición al igual que conseguir que en Irán se separe el gobierno de la religión. El día que se consigan esas dos cosas será el pueblo iraní quien decidirá si quiere tener una Monarquía constitucional o no. Personalmente sólo quiero que Irán sea libre y democrática. Espero que mis hijos y nietos puedan volver a su país, a sus raíces y ojalá yo pueda verlo.

-¿Cuál es su sueño?

-Que Irán recobre su puesto en el mundo.

-¿Y su pesadilla?

-Que el mundo no encontrara soluciones para tantos problemas. No quiero que haya tantos conflictos, pobreza, desgracias y fanatismo para la juventud de mañana. Hoy con Internet hay más comunicación y eso puede ayudar para dar esperanza a los jóvenes.

-¿Qué cambiaría de su vida?

-Haber dedicado más tiempo a mi familia. Mi marido me dio muchas posibilidades de sentirme útil, trabajé por la cultura, por las mujeres, el deporte... pero sacrifiqué mucho tiempo de los míos.

-¿Con el paso del tiempo uno es capaz de perdonar y olvidar?

-No sirve de nada guardar rencor y más cuando los que nos hicieron daño en su día hoy son testigos de lo que pasa en nuestro país. Ellos ahora sufren tanto como yo.

-¿Quién consigue hacerle sonreír?

-Algunos cómicos, algunos chistes políticos pero sobre todo mis hijos cuando me imitan mientras concedo entrevistas.

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