Tragicomedia adúltera en la cúpula del parlamento inglés

«Siempre he sido una esposa terrible», lamenta la mujer del presidente de los Comunes tras un sonado adulterio con un primo de su marido

Tragicomedia adúltera en la cúpula del parlamento inglés afp

luis ventoso

Sobre su marido, el presidente de la Cámara, Sally dice que «es una gran persona». Pero no parece tener demasiadas ganas de volver con él: «No es un hombre débil, lo que pasa es que sabe perdonar. El problema es que yo no estoy segura de querer ser perdonada». Y es que no se apea del todo de Allan: «Ha sido un gran amigo y lo sigue siendo. Me ha dejado el corazón roto».

Ella reconoce que su matrimonio hacía aguas desde hace meses y lo achaca a la obligación de vivir en el Parlamento, donde tiene sus apartamentos el speaker. Habitar allí le resultaba «insoportable, con todos esos retratos de políticos del siglo XVIII por los pasillos y los controles de seguridad». Alega que durante seis años le pidió a John inútilmente que se fuesen a vivir a su propia casa, en Battersea, frente a Chelsea y el río. Al final lo hizo ella, llevándose a sus tres hijos… pero luego vino Allan de visita con el vino y pasó lo que pasó: «Se hicieron novios por su aprecio mutuo por el vino, él la instruyó», explica en el «Daily Mail», el tabloide que levantó la historia, un amigo cotorra con bastante colmillo. Otros dicen que llevaban ya un año juntos.

También participó en una edición del Gran Hermano británico para famosos, donde fue la primera en ser expulsada. A su marido, ese santo varón llamado John Bercow, aquello no le hizo nada de gracia. Ella alegó que buscaba recaudar dinero para su asociación de ayuda a personas con autismo, el trastorno que aqueja a su hijo mayor, y dice que destinó a esa buena causa los 180.000 euros que ganó en el programa.

La alegre Sarry, de buena familia, se formó en Marlbourgh, el mismo colegio de élite para mujeres al que también acudió Samantha Cameron. Luego intentó Teología en Oxford, pero duró dos años y se dio de baja. Poco se le pegó poco de tan refinadas instituciones educativas. En 2009 le dio otro susto a John con unas declaraciones en las que comentaba que había tenido sexo casual con desconocidos estando beoda. También fue polémica una foto besándose en la boca con un bailarín, un artista negro y corpulento.

Como en esta historia no falta de nada, también ha salido a la palestra la mujer de Allan, la abogada Erica Scott-Young. Ambos son padres de un hijo y ella se muestra dispuesta a perdonar los lances adúlteros de su marido. «Esas cosas pasan en muchas parejas y hay que mirar adelante». Erica ha puesto verde a Sally: «Yo no voy a ser una puta mediática como ella», ha declarado a la prensa. Pero Sally, esta vez con buen tino, ha señalado que es incongruente lo que dice con el hecho de que ella también está rajando en los medios. Además, la adúltera añade que algo de culpa tendrá también Allan, «porque dos no bailan el tango si uno no quiere».

John, que la semana que viene sabrá si es reelegido speaker de la Cámara de los Comunes otra legislatura más, sigue viviendo en el Parlamento y guarda silencio sobre el culebrón que rodea a sus venerables canas.

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