el gentilhombre español del papa
Manuel Gullón: «He trabajado con tres Papas, un privilegio y algo único»
El conde de Tepa es uno de los dos españoles al servicio del Pontífice en el Vaticano. Viaja de su propio bolsillo para atender a las visitas

¿Se fijaron el domingo pasado, durante la ceremonia de canonización de los dos Papas , en la figura que ayudaba al Rey Don Juan Carlos a bajar las escaleras? No forma parte de nuestro cuerpo diplomático, aunque sí de un cuerpo protocolario que da servicio a la Santa Sede, recibiendo y atendiendo a autoridades y jefes de Estado. Son los gentilhombres de Su Santidad y él es Manuel Gullón, conde de Tepa, uno de los dos únicos españoles que forman parte de este cuerpo.
De algún modo «guardan las llaves de San Pedro», guían a los visitantes más ilustres desde el patio de San Dámaso, a través de corredores y salas vaticanas, explicando y atendiendo amablemente (incluso, aconsejando en formas y protocolo), hasta la misma antesala de los apartamentos pontificios.
—Visten con frac, chaleco blanco cruzado y cadena de oro con las cruces de San Pedro...
—Mi abuelo era Camarero Secreto de Capa y Espada de su Santidad. Vivíamos con él y desde niño vi cómo una semana al año se iba a Roma de servicio y vivía en los apartamentos vaticanos. Eran, de algún modo, los que guardaban la Cámara del Papa. Me fascinaba su uniforme, su espadín y todo lo que le rodeaba. Al morir mi abuelo, quiso que yo lo heredara, pero ya Pablo VI había suprimido estos cargos centenarios para refundirlos en el Cuerpo de Gentilhombres, por lo que un día, hace 28 años, me llamaron de la Nunciatura para comunicarme que había sido designado con este privilegio en el lugar de mi abuelo. Nuestra función es asistir a las Capillas Papales y atender a los jefes del Gobierno y autoridades que van a visitar al Santo Padre.
—¿Cuándo tienen más servicio?
—Cuando hay actos en el Vaticano, como funerales de Papas, Semana Santa o ceremonias especiales, como esta última de la canonización de Juan XXIII yJuan Pablo II. Con mas de 150 delegaciones, estamos casi todos de servicio. Recibimos a los dignatarios, les llevamos dentro de la Basílica y les dejamos al cargo de otra congregación antiquísima, que se llama el Círculo de San Pedro y que cumple la función de acomodarles.
—¿Tiene el Vaticano muchos cargos centenarios?
—Pablo VI refundó todos los cargos centenarios y seculares, como Guardias Nobles, Mayordomos, Camareros Secretos, que existían desde hacia siglos y que eran llevados por civiles y, casi siempre, italianos. Aunque había españoles, como el Conde de Urquijo, que ejerció de Camarero Secreto en época de mi abuelo y pasó luego a gentilhombre (Yo coincidí con él en Roma). Algunos eran hereditarios en las grandes familias italianas. Ruspolis, Orsinis, Colonnas… pertenecían a esos cuerpos durante siglos, pero, con buen criterio, Pablo VI, tras el Concilio Vaticano, decidió que ya no tenía sentido mantener estos cargos. Decidió suprimirlos y crear un único cuerpo civil exclusivamente para funciones de protocolo que son los Gentilhombres. Desde hace 10 años, no han nombrado a ninguno más. Actualmente hay unos 90 en todo el mundo: unos 80 son italianos y 10, extranjeros. De ellos, dos españoles: Carlos Abella, que lleva cerca de ocho años, y yo mismo, que llevo 28.
—¿Los italianos mandan mucho?
—¡No! Nos llevamos muy bien, pero viviendo ellos en Italia es normal que para casi todos los servicios les llamen a ellos. Unos 70 viven en Roma y como hay actos todas las semanas, se les llama a ellos porque solicitar a los extranjeros supone un gasto.
—¿Les pagan?
—No, nada.
—¿Ni los viajes?
—No, nos cuesta dinero (risas). Hasta ahora, lo normal es que cuando hay un acto relacionado con tu país, de la Casa Real o del gobierno de España, nos llamen (casi siempre a mí). Aunque últimamente eso también está cambiando.
—¿Qué química tienen con el Papa Francisco? ¿Se decía que iba a suprimir estos cargos?
—Sí, eso se dijo, pero el 11 de enero por primera vez nos recibió en audiencia a 55 gentilhombres, animándonos a seguir y confirmándonos expresamente en nuestros servicios. En sus propias palabras, nos dijo que siguiéramos con nuestra lealtad a la Santa Sede y nuestra fidelidad en el servicio como gentilhombres de Su Santidad. Así que yo creo que no hay ninguna duda.
—¿Qué le supone a usted esta labor?
—Yo he trabajado con tres Papas, y éste es el que menos importancia le da a los asuntos de protocolo, aunque cree que es necesario y que no pueden desaparecer. Ser gentilhombre es un privilegio y haber estado cerca de tres Papas es algo único en el mundo. Soy muy consciente de que es extraordinario y no me gustaría que se extinguiese. Es el honor más grande que actualmente concede la Santa Sede a un católico laico. Poseer un título de nobleza no es obligatorio, pero es de buena ayuda para recibir el nombramiento.
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