«Afterworks»
Los lugares más «cool» para quedar después del trabajo
Te proponemos sitios en los que enlazar la jornada laboral con la evasión entre amigos

No es una tragedia. Ni motivo de depresión. La vuelta a la realidad –el final del verano– también puede –y debe– ser divertida, estimulante y prometedora. La cuestión no es ahogar las penas en alcohol y sí enlazar la jornada laboral con la evasión entre amigos. Se impone, por lo tanto, el «afterwork». Es decir, esos locales que, desde primera hora de la tarde, proponen buenas copas, coctelería de autor, caprichos gourmet, un sonido cool y otras mil y una razones para desconectar de lunes a jueves. Rutina, ¿quién la teme?
Glass Bar
Carrera de San Jerónimo, 34.
Fue pionero en introducir la tendencia afteroffice. Y sigue, claro está, posicionado como una de las pistas diez. Sus mejores bazas son el champán, la coctelería de alto nivel, combinados de primeras marcas, apetitosos bocados para acompañar y una clientela sofisticada.
Eccola Kitchen Bar
Diego de León, 3.
Decorado con suma elegancia, cuenta con espacios como el consagrado al vino, la barra de gin tonics o la de coctelería capitaneada por el barman Diego González. En definitiva, un lugar en el que cada uno –jóvenes profesionales y los entrados en canas– encuentra su sitio.
O’Clock
Juan Bravo, 25.
Para descubrir el magnetismo de Carlos Moreno y su equipo no es preciso aguardar, como Cenicienta, hasta la medianoche. Porque en O’Clock las tardes compiten con la noche en lo que a diversión se refiere. Además, determinados días de la semana lanzan propuestas concretas como los «Baby gin tonics», de los martes, y el «Póquer de cócteles» de los miércoles. Nos apasiona la primera porque permite conocer, combinar y degustar tónicas, ginebras e ingredientes como frutas y especias en tamaño mini.
La Prudencia
Espíritu Santo, 40.
Hasta los confines de Malasaña ha llegado esta tendencia. Y en ellos se encuentra uno de los bares más atractivos de la capital. Es La Prudencia que, sin hacer ruido y respondiendo a la fama extendida por sus fieles, es un club de culto. Miman el continente y el contenido, esto es, la estética, banda sonora, atención y selección de etiquetas. De hecho, son tantas como innumerables las combinaciones. Si se abruma, déjese aconsejar. No falla.
La cocina de San Antón
Augusto Figueroa, s/n.
En el epicentro de Chueca, el Mercado de San Antón en sus escasos meses de vida ya es un foco revitalizador de la oferta de la zona. En su azotea se encuentra una terraza o, mejor dicho, oasis de ensueño en el que tapear, compartir unos mojitos o, sencillamente, comprobar o bien que saben las cañas en Madrid.
La chula de Valverde
Valverde, 11.
En esta ocasión, los límites geográficos vienen marcados por un nombre: TriBall. Bossa, jazz y funk envuelven este atractivo espacio marcado por diversas expresiones artísticas, y ya frecuentado por una clientela que se apunta a su ginebra favorita o se atreve con referencias recién llegadas.
Café de la Luz
Puebla, 8.
Porque no se trata de cometer excesos y sí de tomar una o dos copas y regresar a casa, apuntamos este cafecito de atmósfera igualmente relajada. Sus dueños ponen cariño en cada gesto y eso se nota en las copas que preparan.
El Uno de Molina
María de Molina, 1.
Fue una de las sorpresas de la primavera y, ahora que arranca el nuevo curso, sobran motivos para redescubrirlo. Su plan después de la oficina tiene un toque muy femenino. ¡Pero los chicos son más que bienvenidos! Y es que los martes, a partir de las 18:30 horas y por cada cóctel, manicura gratis; los miércoles, relajantes masajes faciales; y los jueves, clase de automaquillaje. Ah, y cada semana de la mano de Larios 12, cócteles muy coloridos con «Color blocking».
Castellana DF
Pº de la Castellana, 74.
El inmueble que antaño alojara el mítico House of Ming, se transformó hace dos años en un loft de diseño para aquel público ávido de momentos relajados y placenteros. No es otro que Castellana DF, decorado por el chileno Jaime Beristain, y que cuenta con una carta de comida y bebida realmente apetecible. Así que relaje el nudo de la corbata, y a disfrutar.
Seven & Six
Pº Pintor Rosales, 76.
A la sombra de los árboles del agradabilísimo Paseo del Pintor Rosales, descubrimos este nuevo local. Tras su barra se encuentra Miguel Setién, joven bartender que sorprende con una extensa carta en la que tienen cabida los mejores tequilas, ginebras, whiskies y otros destilados. Cuenta con terraza y en breve, propondrán maridajes insospechados precisamente para esas primeras horas de la tarde en las que el cuerpo pide el merecido descanso del guerrero.
LoSIGUIENTE
Fernando VI, 11.
Todavía hay más sugerencias que permiten explorar la ciudad en clave afteroffice. Entre ellas, este espacio tan simpático como sus promotoras. Ellas, Piluca y Elisa, recorrían precisamente el barrio de Las Salesas, tarde sí y tarde también, tras el trabajo. Buscaban un bar en el que tomarse una copa, matar el gusanillo cuando se acercaba la hora de cenar y ganar la batalla, es decir, retirarse a tiempo. Hartas de no encontrar el lugar de sus sueños, lo abrieron. Y no les falló la intuición porque su clientela secunda este genial proyecto, como decimos, tan divertido como ellas.
DisTinto
Prado, 2.
De aquí al Madrid de las Letras y de las Musas. Es decir, a Huertas. La blackberry pasa a un segundo plano, las complicaciones del día por fin se esfumaron y toca tomarse unas copas, vinos y picar algo. ¿Dónde? En el novísimo bar de la planta inferior del Hotel Room Mate Alicia. Hablamos de DisTinto que, efectivamente, propone una fórmula inusual que cada día gana más adeptos.
Guau
Príncipe, 26.
Un clásico afortunadamente no muy conocido. Lo justo para que en su pequeña barra o en las escasas mesas del fondo todavía se paladee con sumo placer cada copa. Son maestros en preparar gin tonics.
The Cask Whisky Bar
Hotel Radisson Blu. Moratín, 52.
A punto de llegar al Paseo del Prado, una última parada. Accedemos al interior del hotel Radisson Blu, descubrimos una mesa… El nombre de este pequeño y singular club es The Cask Whisky Bar. Y, efectivamente, se trata de una mesa, sí, sí, en la que es dueño y señor el whisky. Con mil matices, procedencias y cualidades para disfrutar de esa copa relajada tras las preocupaciones profesionales.
The Gin Room
Academia, 7.
El gin tonic se escribe y prepara en mayúsculas. En un marco de minimalismo sofisticado, el rictus se transforman en una sonrisa a medida que avanza la tarde. ¿Será porque en este local próximo al Retiro y el Museo del Prado se respira un excepcional ambiente?
Jorge Juan Gin Club
Jorge Juan, 92.
La fórmula ginebra+tónica todavía admite más vueltas de tuerca. Alguna que otra, refrescante, cítrica, dulce… En definitiva, al gusto del consumidor se descubren en esta novísima dirección.
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