Planes de verano para los del «Tea Party»
PEDRO RODRÍGUEZ | CORRESPONSAL
Un americano celebrando el Tea Party

(Foto: ABC)

Sin poder visitar al epicentro de la revolución americana en Boston, los seguidores del "Tea Party" satisfacen sus fantasías revolucionarias en un histórico pueblecito de Virginia.

Para los más entusiastas seguidores del «Tea Party», este verano debería ser la ocasión perfecta para dar rienda suelta a todas esas fantasías revolucionarias que inspiran el movimiento más llamativo de la política de Estados Unidos. Para muchos, la alternativa obvia sería peregrinar hasta el muelle Griffin de Boston. El mismo lugar donde en diciembre de 1773 se congregaron un grupo de patriotas disfrazados de indios Mohawk. Todo con el sigiloso objetivo de arrojar a las aguas del puerto centenares de cajones de té británico en protesta de las elevadas cargas fiscales impuestas por Londres a sus colonos americanos sin la debida representación parlamentaria («no taxation without representation»).
El problema es que el Boston Tea Party Ship and Museum, que conmemora el epicentro de la independencia de Estados Unidos, se encuentra totalmente cerrado. En el 2001, un rayo causó extensos daños. Con tal mala suerte que otro segundo incendio en el 2006 terminó por convertir en cenizas lo construido en ese sagrado lugar. Por lo que habrá que esperar hasta el próximo verano para poder visitar el nuevo museo con doble espacio de exposiciones, réplicas de tres buques y hasta una sala para celebrar fiestas de té.
Mientras llega esa inauguración sólo se puede admirar una placa conmemorativa sobre el canal de Fort Point. Y, por supuesto, también es posible visitar sin problemas el resto del Boston histórico: la casa del revolucionario Paul Revere, el gran parque Common y la «ruta de la libertad». Al igual que la «Old South Meeting House», donde los conspiradores coloniales se reunieron antes de atentar contra el casi sagrado té de la East India Company. Pero claro, para los del «Tea Party» no es lo mismo.

Como alternativa más apasionante, los militantes más «hard core» de la actual revuelta del té contra la tiranía del gobierno federal han descubierto un histórico pueblecito de Virginia, Williamsburg, famoso por sus recreaciones de la América colonial. Un parque temático sobre los orígenes de Estados Unidos que combina tiendas, spas, gastronomía y abundante historia. Con la oportunidad de contemplar «en directo» eventos como la legendaria y patriótica arenga de Patrick Henry exigiendo a sus opresores británicos libertad o muerte.
Estos días, entre el público que visita la antigua capital de la Virginia colonial se puede distinguir fácilmente a los que el «Washington Post» ha descrito como «turistas más enfadados y con mayores inclinaciones políticas». Visitantes que llegan a plantear al doble del general George Washington cuestiones tan delicadas como cuándo es apropiado recurrir a las armas «para luchar por nuestra libertad». A lo que el distinguido actor que con tricornio y casaca encarna al primer presidente de Estados Unidos responde: «Sólo cuando todos los remedios pacíficos han sido agostados. O si nos vemos forzados a hacerlo en defensa propia».
Colonial Williamsburg es dirigido por una fundación sin ánimo de lucro y sin afiliación política. Y sus responsables insisten en no aventurar opiniones sobre el «Tea Party» aunque están encantados con este nuevo filón de turismo politizado para mejorar una taquilla menguada durante los últimos años, con menos de un millón de visitantes al año por la crisis económica. Pero ante preguntas de cómo rebelarse contra políticos del siglo XXI, las cuidadosas respuestas procuran no salirse nunca del siglo XVIII.

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