PERFIL
Los tres pilares de Koldo García: su padre, el general Galindo y José Luis Ábalos
El escolta colaboró en la lucha contra ETA y se convirtió en el chico para todo del exministro, desde pagar sus gastos en efectivo hasta despachar con empresarios que buscaban favores
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![Koldo García enseña el filo de un hacha a Pedro Sánchez tras la exhibición de varios aizkolaris, en 2015 en Pamplona](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/02/25/ABALOSYKO-RLU5eII7kkbaD4hxjHjKJ5L-1200x840@diario_abc.jpg)
Koldo García Izaguirre, el último aizkolari socialista, ha sido detenido esta semana por agentes de la UCO de la Guardia Civil por el presunto cobro de comisiones en la compra de mascarillas, algo que no debe pillar por sorpresa. De aspecto noble y ' ... brutote', él mismo se considera un cateto, pero de los que aprenden rápido.
Su mayor virtud es la fidelidad, la que tenía a José Luis Ábalos, el político que lo colocó en cenáculos a los que no estaba llamado. Pero antes hay que explicar cómo un portero de prostíbulos, 'segurata' de guantazo fácil, llega a Ferraz y luego se sienta en el consejo de administración de Renfe.
Nacido en Barakaldo (Vizcaya) hace poco más de medio siglo, Koldo es hijo de un militante de la UGT y es precisamente su padre quien más le marcó. Siguió esa militancia, al igual que en el partido hermano, el PSOE, donde llama la atención su valentía -contenida en una mole de casi dos metros y ciento y pico kilos- enfrentándose al entorno etarra. Los 'jarraitxus' que se consideraban amos de la calle se topaban con Koldo y se llevaban un par de bofetones.
Uno de estos 'borrokas' le recriminó que llevara una bandera de España coincidiendo con un partido de la selección. El cachorro se llevó un guantazo y, con el rabo entre las piernas, se subió a un autobús urbano. Con la sensación de seguridad de verse dentro del vehículo que en otro contexto él mismo habría quemado, cuando pasó por delante del portero de seguridad le profirió gestos e insultos. Koldo cogió su coche, que estaba ahí aparcado, adelantó al bus y le hizo parar. Conminó al chófer a abrir la puerta, a lo que éste accedió. Se fue para dentro y le dio la propina al joven abertzale. Por ello no deben extrañar las dos condenas por agresión que figuran en su expediente.
La envergadura de Koldo se complementaba con el dominio de artes de pelea, por lo que hacía sentir seguro a su protegido, como fue el caso del histórico Nicolás Redondo Terreros.
De la mano de Santos Cerdán, Koldo llega a Ferraz con los partidarios de Pedro Sánchez en las luchas fraticidas del PSOE y termina trabajando para el secretario de Organización del partido, José Luis Ábalos, a la sazón ministro de Transportes tras la caída de Mariano Rajoy.
Más intestinales que intelectuales, hacen tan buenas migas que se convierten en mucho más que amigos inseparables, porque Koldo siente auténtica devoción por 'Jose'. El titular de la cartera no sólo lo ha colocado como asesor en el Ministerio de Transportes, sino que también enchufa a su mujer y madre de su bebé, Pati (ambas nóminas sumaban unos 6.000 euros netos mensuales), y les alquila, precio de amigo, el pequeño apartamento que Ábalos tiene en el centro de Madrid (el ministro usa la residencia oficial de la calle Balbina Valverde, en El Viso, frente al complejo de Nuevos Ministerios). A Koldo le duelen de corazón los «ataques» que determinada prensa hace a la vida personal de su jefe, del que han difundido incluso fotografías puramente personales. Se aprecian, se quieren. Y se guardan los secretos.
Koldo jura lealtad eterna a su jefe y Ábalos confía ciegamente en él. Como cuando a Pedro Sánchez le informan de que la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez aterrizaba en Barajas teniendo prohibido pisar suelo comunitario (no venía a dejar maletas llenas de oro, sino a ver a Zapatero, visitar a un médico e irse de compras por la Milla de Oro madrileña, como contó ABC).
La 'operación Delcy'
El jefe del Ejecutivo telefonea a Ábalos -que tiene grandes influencias y prestigio en movimientos izquierdistas latinoamericanos- para que le apague el incendio. De noche, el ministro de Transportes llama a Koldo y éste le lleva al aeropuerto. Y si el jefe le dice que salte por un precipicio, lo haría sin titubear. Ve al dirigente socialista como un hombre de Estado que se morirá cuando deje de serlo, un tipo recto que trabaja todas las horas del día «como un hijo de la gran puta para quitarle marrones a todo el mundo».
Habla de Ábalos con auténtica devoción y emoción, y por eso lo mismo lo lleva con Delcy que le hace recados. O en un local de postín se acerca a una persona y le dice «al señor Ábalos le gustaría invitarla a una copa».
Junto a su padre, Ábalos se convierte en el segundo pilar de su vida. El tercero es el general Rodríguez Galindo, mito de la lucha contra ETA para los que trabajaban en Intxaurrondo y condenado por el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala a manos del GAL verde. Y algo debe haber ahí, porque cuando hace más de tres años ABC se pone a investigar la figura y obra de Koldo el periódico recibe una llamada de un importante oficial de la Guardia Civil que pide árnica. Básicamente que tengamos en cuenta los grandes servicios que Koldo hizo en la lucha contra ETA colaborando con los Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Que lo dejemos en paz.
El periódico escucha pero sigue trabajando y acredita un viaje a un resort de lujo en Canarias en el que Ábalos, aprovechando la visita oficial por la crisis migratoria de Arguineguín, se lleva a su familia. Koldo liquida en metálico, con billetes de grandes guarismos, una cuenta de 1.800 euros en extras, incluyendo masajes y unas botellas de champán francés a 75 euros la unidad (porque uno de los escoltas se iba a casar y había que celebrar, dicen).
Cuando contactamos con Ábalos para preguntar de dónde salía el dinero, el ministro se niega a ofrecer explicación alguna a este diario. Lo cierto es que en ese momento ni los vuelos ni el hotel de su familia estaban abonados a la agencia de viajes del Ministerio.
¿Quién pagó?
Luego diría Koldo que los pagó él y le pasó la cuenta al ministro. El asesor portaba, como desveló ABC, tres sobres con dinero en metálico y unas etiquetas: Ministerio, PSOE y Jose. Cuando menos poco ortodoxo.
Como poco ortodoxo era nombrarlo consejero de Renfe sin estudio o experiencia laboral alguna que lo avalara. A Ábalos no le importaba el curriculum vitae de Koldo, pues su misión era sólo una: escuchar y contárselo todo. Pero las funciones de Koldo no terminan ahí. Con un presupuesto de unos 12.000 millones de euros anuales, el Ministerio de Transportes es la mina de las adjudicaciones públicas, y legiones enteras de empresarios se quieren sentar con el ministro.
Muchos de ellos lo hacían antes con su sombra: que hablen con Koldo. Y ahí puede estar la perdición del último aizkolari socialista: ver pasar delante de tus narices decenas de millones de euros en contratación pública y ceder a algún ofrecimiento. ¿Caerá solo? Koldo conoce sus secretos; Ábalos, los de otros.
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