spectator in barcino
Los tics (peronistas) de Sánchez
El presidente solo habla para la mitad y corona su perorata con la humillación
Artículos escritos por Sergi Doria en ABC
En los cien minutos de su discurso (o perorata) de investidura, Pedro Sánchez actualizó con la erección de un muro el No Pasarán de la Pasionaria. No pasarán aquellos que juzga «reaccionarios»: la mitad de la ciudadanía que no quiere que su gobierno «progresista» (comunistas ... de Sumar y los neocarlistas Bildu, PNV y Junts) le condene a ser feliz.
Sánchez transforma al adversario en enemigo según la tradición de Carl Schmitt: la división social como 'modus operandi'. Su perorata alcanzó el paroxismo cuando recordó que Núñez Feijóo sostenía que no era presidente porque no quería. La alusión culminó en una sonora carcajada: una hiriente mueca más cercana al Joker que a la ironía sonriente que puede trufar la dialéctica parlamentaria. El que aspira a presidente de todos habla solo para la mitad y corona su perorata con la humillación, vía carcajada estentórea, del líder de la oposición. No le debiera extrañar que el humillado califique la risotada de «tic patológico» y al reidor de peronista. Para no ofender arrumbemos lo psicológico e insistamos en lo peronista.
Al presidente y sus sicofantes les fastidia que Feijóo lo compare con Juan Domingo y a la vicepresidenta con Evita. Leamos 'La razón de mi vida', autobiografía de Eva Perón que escribió Manuel Penella de Silva. La versión original fue manipulada por los ministros justicialistas para someter el feminismo de Eva Duarte a los designios del Líder.
Al margen de tergiversaciones, permanece la política maniquea de buenos y malos del peronismo. Navidad de 1950. El gobierno distribuye en cinco millones de hogares el «pan dulce de Perón y Evita» y una botella de sidra: «También esto han criticado violentamente nuestros adversarios. Nos han dicho que tirábamos migajas sobre la mesa de los argentinos y que comprábamos así la voluntad del pueblo», se subraya. Sánchez no reparte pan dulce, pero subvenciona el cine a los jubilados para tenerlos distraídos.
Perón es el Líder (en mayúscula): «Idealista y práctico a la vez», le da igual que los malos «ladren» mientras cabalga: «Cada vez que ellos ladran nosotros triunfamos. ¡Lo malo sería que nos aplaudiesen!... Aquí, en nuestro país, decir 'oposición' significa todavía decir 'oligarquía'… Y eso vale como si dijéramos 'enemigos del pueblo'».
Los oligarcas son quienes se oponen a Perón, sean conservadores, radicales, socialistas o comunistas. Si esa oposición de «enemigos del pueblo» estuviera de acuerdo con el gobierno: «¡Cuidado!, con eso no debe estar de acuerdo el pueblo». Evita lamenta que en otros países, «acostumbrados a la política de la colaboración» no se entienda «nuestra división rotunda y terminante».
La estrategia peronista puentea a los partidos para sostenerse sobre sindicatos domesticados por las subvenciones y una tupida red de chiringuitos clientelares. Sánchez no puede hacer eso todavía, quedó segundo en las elecciones, pero pone el pesebre a una veintena de partidos y los sindicatos UGT y Comisiones. Todo aliñado con «el tiempo de la vida» que promete su vicepresidenta, cual mensajera de los descamisados.
El antisemitismo disfrazado de defensa de Palestina de sus conmilitones y la inquina contra la Iglesia son otros tics peronistas. También la alergia a lo que Sánchez denomina «terminales mediáticos» de la derecha, enunciada ya en aquel 'Manual de resistencia' que le escribió Irene Lozano: el periodismo es una élite «temerosa del cambio, que defiende un statu quo que ya no existe». Los periodistas «desconocen el día a día de la gente, no empatizan con sus problemas y sus preocupaciones reales».
Un último recordatorio sobre los tics (ideológicos) del presidente resistente: su apuesta por Sergio Massa en el debate de investidura. ¡Y se enfada porque le llaman Perón Sánchez!
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete