Spectator in barcino
La subasta de Puigdemont
PSOE y PP se comportan como aquellos padres divorciados en perpetua querella de los que el vástago díscolo saca siempre tajada.
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En la ANC cuentan las camisetas vendidas para la Diada del 11 de septiembre. Con la militancia menguante, -¡Ay, aquellos tiempos de Carme Forcadell! ¡President ponga las urnas!- el búnker independentista incentiva el merchandising: sombrero Panamá de paja a ocho euros para que el añoso ... personal aguante la solana; polo Assemblea en caqui, azul o negro, 22,90; colgante-mapa de Cataluña aislada, 12,50; barra extensible para portar la estelada, 10 eurillos. Y, cómo no, la camiseta de la Diada cuyo lema es 'Via Fora!' sobre fondo azul marino a 15 euros (el precio no ha subido pese a la inflación, por supuesto, española). Fabricada en cien por cien poliéster -¡Qué calor!- se acompaña de un Pai Pai «con mensaje».
La venta de camisetas comenzó el pasado junio. Dolors Feliu, presidenta de la ANC, explicó que el azul indumentario aludía a esa Europa que «a veces mira hacia otro lado y no entiende que no somos España». 'Via Fora!' remite a la consigna medieval contra cualquier amenaza al macizo de la raza: «Defenderemos el país con las herramientas democráticas que utilizamos el 1 de octubre, pero también con movilizaciones en la calle», advirtió Feliu.
La presidenta ultra postulaba la confrontación con el Estado mientras un independentismo se lamía las heridas tras el fiasco municipal de Junts, Esquerra y una CUP fulminada. Las cosas no fueron mejor en las generales, pero la caprichosa aritmética electoral quiso que el muerto fuera de nuevo un vivo gracias a las urgencias de un Pedro Sánchez que pretende reeditar el gobierno Frankenstein.
Crítica con los partidos parlamentarios, la ANC rechaza «entrar en el juego de quienes nos quiere súbditos, hacer prevalecer la táctica partidista sobre los intereses y necesidades de la nación». Colaborar en las ecuaciones españolas equivale para el búnker separatista «blanquear» al Estado «represor» ante la UE. En el cónclave, cada vez más declinante, de la Universitat Catalana d'Estiu en Prada y, conocidas las negociaciones de Junts y Esquerra, Feliu recalcó que «no debemos conformarnos con las amnistía» y arengó a sus -escasos- fieles con un 'O independencia o nada'. Una amnistía que, de llevarse a cabo, desautoriza a la Justicia española y consagra la impunidad del secesionismo.
Además de contar camisetas, el independentismo radical tiene el calendario de septiembre repleto de días marcados. Al 6 y 7, sexto aniversario del golpe legislativo con las leyes de transitoriedad y el 11 de septiembre, seguirán del 15 al 20 las elecciones a la Cámara de Comercio que la ANC ocupó hace cuatro años mientras el empresariado catalán de toda la vida hacía la siesta. Con solo un cuatro por ciento de participación, su candidatura Eines de País copó 32 de los 40 puestos del pleno. Cuando acaben las elecciones camerales celebrarán a su manera aquel 20 de septiembre del asedio a la Consejería de Economía que obligó a la letrada a huir por las azoteas. O el 27 de octubre de la República de ocho segundos que proclamó Puigdemont para largarse a Bélgica escondido en un coche. Las conmemoraciones se cerrarán con el 1 de octubre del referéndum ilegal que el independentismo denomina «mandato democrático».
El citado sexenio sería un fracaso faccioso si Sánchez y los comunistas de Sumar no reanimaran al separatismo con la cesión de escaños para que Esquerra y Junts dispongan del grupo parlamentario que legalmente no merecen. Tener grupo significa ingresar millones de euros a las arcas con telarañas de la menguada representación y disponer de más tiempo para perorar en el Congreso y Senado. Que Sánchez conceda dádivas a los enemigos del Estado y pacte con un prófugo de la Justicia que hace pocos meses perdió la inmunidad en Europa no es, por desgracia, una novedad. Sonó más inquietante que, desde el PP, González Pons quisiera creer que en Junts, «cuya tradición y legalidad no están en duda», queda algo de la Convergencia de Roca. Mientras no se demuestre lo contrario, Junts está en el búnker que arropa a los CDR que intentaron sabotear de la Vuelta. La ANC vende camisetas y la portavoz de Junts pide la amnistía también para Laura Borràs, presidenta del partido condenada por corrupción.
El 23J la ciudadanía votó un centro amplio europeísta: de la derecha liberal a una socialdemocracia que Sánchez ningunea. Comunistas, ultraderecha, nacionalistas y separatistas (excepto Bildu) perdieron apoyos. PSOE y PP se comportan como aquellos padres divorciados en perpetua querella de los que el vástago díscolo saca siempre tajada. Para no seguir así y por el bien del Estado, mejor volver a votar el 14 de enero de 2024 que participar en la subasta (con camiseta) de Puigdemont.
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