spectator in barcino
El club Chamberlain (del PSOE)
Lejos de apaciguar nada, la amnistía exacerba a la ultraderecha, desampara al constitucionalismo catalán y envalentona a los amnistiados
Entre los tontos útiles del siglo XX destaca Neville Chamberlain, primer ministro de Gran Bretaña de 1937 a 1940, por su política de apaciguamiento ante el expansionismo nazi. Chamberlain estaba obsesionado por caer bien a los dictadores: puenteaba a su ministro de Exteriores, Anthony Eden, ... más reacio a los caprichos de Hitler y el colonialismo de Mussolini. Cuando Chamberlain toleró la conquista de Etiopía por los italianos, Eden dimitió. Aconteció después la anexión de Austria por Alemania y la ocupación de los Sudetes en Checoslovaquia, argumentando que vivían allí tres millones de alemanes. Chamberlain pidió paciencia a los checos: con los Sudetes se pondría fin a las vindicaciones hitlerianas.
El 30 de septiembre de 1938, el primer ministro inglés rubricó en Munich el acuerdo anglo-alemán que iba a evitar la guerra. Papel mojado del que Hitler se mofaba, mientras que el hombre del paraguas que se creía Mary Poppins aseguraba haber ganado con honor «paz para nuestro tiempo». No todo el mundo aplaudió: al votarse el pacto de Munich en los Comunes una veintena de diputados conservadores, Churchill y Eden a la cabeza, se abstuvieron.
Pese al clima bélico, Chamberlain tardó en reactivar la industria de guerra, no fuera que Hitler se lo tomara como una provocación. En el discurso de Año Nuevo de 1939 reafirmó las bondades de su política de apaciguamiento, pero el 17 de marzo Hitler ordenó invadir Bohemia y Moravia: cuando Chamberlain se cayó del caballo del optimismo antropológico ya era demasiado tarde. Mussolini ocupaba Albania en abril y Alemania firmaba su alianza con la URSS el 23 de agosto: nueve días después invadían Polonia.
El apaciguamiento, el reencuentro, la concordia, la convivencia son bellas palabras cuando existe alguna reciprocidad en la otra parte. ¿Se puede equiparar el patético episodio histórico de Chamberlain y la Europa años treinta con la España de 2024? La comparación se antojará odiosa a muchos, pero el método 'tonto utilitarista' y sus aciagas consecuencias puede actuar como moraleja en nuestro presente.
Sánchez impulsó en 2021 los indultos al independentismo sedicioso con la premisa del reencuentro. El constitucionalismo catalán apretó los dientes y asumió la pesada digestión, aunque no hubiera en los indultados el más leve gesto de arrepentimiento. El 23J la aritmética parlamentaria elevó el precio del apaciguamiento a una amnistía que nadie en el PSOE contemplaba hasta la víspera de las elecciones.
Lejos de apaciguar nada, la amnistía exacerba a la ultraderecha, confronta las instituciones del Estado, desampara al constitucionalismo catalán y envalentona a los amnistiados que ya exigen un referéndum. Y, como la lista a los Reyes que se desprende de los pactos de Sánchez presenta multitud de flecos, se entrega Pamplona a Bildu: de esta manera los herederos políticos de ETA ya confían en que la anexión de Navarra a Euskal Herria caerá cual fruta madura. Un partido de izquierdas configura con el neocarlismo vasco y catalán una España más propia del foralismo medieval que del federalismo europeo.
No puede haber apaciguamiento con quienes no albergan la menor intención de apaciguarse. Tampoco reencuentro con quienes pretenden quebrar la unidad nacional. En lugar de promover el arrepentimiento, la amnistía impele a sus beneficiarios a orquestar una 'causa general' contra la Justicia so pretexto del 'lawfare'.
El avispero que fue Cataluña en la década secesionista se ha trasladado a la política española. Lo peor de todo, aunque para algunos la comparación sea odiosa, es que nadie en el PSOE se abstendrá de asentir a las ocurrencias de Sánchez y su club de fans de Chamberlain. El Churchill socialista no aparece por ninguna parte por mucho que insistamos en esperarlo.
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