Santos Cerdán, el 'cabezón' navarro de Milagro

Sobre las llamadas perdidas en el buzón del número 3 del PSOE informa Jesús María Barrado, un exalcalde socialista de Milagro, el pueblo de la ribera navarra en el que nació el hombre que ha negociado con Junts el pacto de investidura de Pedro Sánchez.

De él se dice que es el verdadero fontanero del partido, el preferido del jefe para desbrozar la maleza que le impide alcanzar el poder, su fiel escudero. Pero hubo un tiempo en que Cerdán, como teniente de alcalde en Milagro, fue el escudero de Barrado. «Conmigo dio sus primeros pasos en política, tarde, cuando cumplió los 30. Era muy riguroso a la hora de elaborar los presupuestos del pueblo, pero nunca imaginé que llegaría tan lejos», confiesa. Puede que ni el propio Cerdán lo imaginara.

Cursó estudios de Formación Profesional y en una escuela privada de Tudela se hizo técnico en electrónica industrial antes de pasar por empresas del sector agroalimentario como Iberfruta o Bonduelle. «Cuando era un chaval, con unos 20 años, se ganaba un dinerillo de camarero en mi restaurante», dice Rafael Contreras, un amigo de toda la vida del pueblo con el que Cerdán se mensajea a diario.

El pasado lunes, sin ir más lejos, Santos le mandó un wasap a primera hora: «Hoy puede ser un gran día», le dijo el socialista -aunque su momento de gloria finalmente tuvo que esperar hasta el jueves-. Contreras le suele enviar recortes de prensa, viñetas críticas, artículos de opinión... El martes, el enviado especial de Sánchez en Bélgica tuvo tiempo de sobra para mandarle a su amigo la portada de ABC (que protagonizaba) y reírse un rato. Se ve que es un chat que echa humo. «Mira, esto nos lo mandamos por Halloween», dice mientras en la pantalla de su móvil aparece un retrato de José María Aznar.

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El político cuenta con una legión de fieles en su pueblo natal, pero también aparecen otros que no lo son tanto o que van dejando de serlo. «Te digo una cosa, mi marido y yo somos socialistas de toda la vida, pero no nos parece bien lo que ha ido a hacer a Bruselas», cuenta Mari Carmen, ya jubilada, que nos indica el camino hacia El burgalés, el bar donde Cerdán suele celebrar sus victorias. «Sus padres y su hermana siguen viviendo aquí, son socialistas de los de carné, su abuelo materno era de UGT y su padre afiliado al PSOE. No sorprende que su hermana sea ahora vicealcaldesa de Milagro, ¿no te parece?». La pregunta la plantea Fran Blancas, que se presentó hace años por Unidas Podemos para acabar con la alternancia UPN-PSN en el ayuntamiento de una localidad de la ribera donde viven unos 3.500 vecinos.

La formación morada nunca logró sacar ni un solo concejal, pero tampoco Bildu. «Aquí no hemos tenido que pasar por el euskera», apunta Blancas. Como otros milagreses, insiste en que Navarra está dividida ideológicamente en dos: «De Estella para arriba, cambia la cosa». La ribera, una tierra fértil y rica, tiene un elevado porcentaje de inmigración marroquí que trabaja en las empresas de alimentación y congelados donde, precisamente, empezó a cotizar Cerdán. La zona siempre fue españolista, pero al ahora fontanero de Pedro Sánchez le pusieron escolta en los años 2000 por la amenaza de ETA.

Luego, cuando dio el salto al Parlamento navarro hasta llegar a ser secretario de organización de los socialistas en su tierra, la mantuvo. Por eso en Milagro hay a quien le choca que Cerdán presuma de ser el principal muñidor del acercamiento entre el Partido Socialista de Navarra y Bildu. Él fue una figura fundamental para que su amiga, María Chivite, gobernase en esa 'primera vez' del PSOE con los de Otegi. «En Navarra, los socialistas hemos estado tutelados durante mucho tiempo por Madrid. Cuando Pepe Blanco era secretario de organización no dejó que se creara un gobierno de izquierdas con Bildu», recuerda Rafael Contreras, que hace las veces de escudero del escudero.

«Aquí hay mucho estómago agradecido, muchos intereses creados», dejan caer un grupo de vecinos que rehúyen hacerse cualquier fotografía y que no quieren aparecer con su nombre en el reportaje. Jaime Fernández, que está leyendo la prensa en el Casino de San Blas, sí se atreve: «Pero, vamos a ver, es un hombre sin formación. ¡Con un FP y un título comprado! Aquí hay muchos que piensan como yo, pero se lo callan. Lo peor no es su nivel, sino su falta de escrúpulos», matiza Fernández.

Esa falta de escrúpulos no la percibe el que fue su mentor, Jesús María Barrado, más bien todo lo contrario: «Creo que de mí, y está mal que yo lo diga, aprendió a ser honesto», dice susurrando a un pin de la Agenda 2030 que se compró por Amazon. «Es un tipo que sabe ganarse a cualquiera. Tengo ganas de preguntarle, cuando vuelva a Milagro, cómo narices ha conseguido hacer reír a Puigdemont, ¡a un catalán! Recuerdo una vez que estábamos los dos en misa -aunque ninguno somos creyentes- y Santi no tenía ni un duro para echar al cepillo. Entonces le quitó la anilla a su llavero para que hiciera el ruido de una moneda», recuerda riendo. Curiosa honestidad la del de Milagro.

Barrado reconoce que la foto que se hizo su paisano con las urnas del 1-O de fondo «hay que saber tragarla». Pero, añade que, conociendo a Santi, eso no le importa: «En ese sentido, sería capaz de inmolarse, se quemaría. Es de ideas firmes y cumple con su misión». Aunque apenas sale mencionado cuatro veces en el 'Manual de Resistencia', Santos (Santi) fue el encargado de organizar los cuatro taxis que llevaron a Ferraz los avales que Sánchez necesitaba para presentarse a las primarias del partido contra Susana Díaz.

«Tiene mucha influencia. Hace un par de años la Reina Letizia vino aquí, a Milagro, a inaugurar el curso escolar. Yo me imagino que él tuvo algo que ver, al igual que lo pensé cuando vi que José Luis Arasti, milagrés y amigo suyo, llegó a ser delegado del Gobierno y ahora consejero de Hacienda de Navarra», opina este viejo socialista que espera poder ver pronto al que fuera su segundo durante un par de legislaturas en el ayuntamiento.

Cerdán vuelve siempre a Milagro en las fiestas de septiembre y también en verano. Le suelen acompañar su mujer, Paqui Muñoz, que es sevillana, y su hija, que tiene la idea de estudiar medicina. Osasunero y muy del Barça, en los gustos futbolísticos no siguió la estela de su padre, también Santos, acérrimo madridista. Con él, con su progenitor, nos encontramos en uno de los bares del pueblo, pero huye despavorido, como huyó en un maletero aquel al que su hijo ha rendido pleitesía en Bruselas. El 'cabezón' se había disfrazado de diplomático.