Análisis
La única represaliada era mentira
Se ha creado tantos enemigos internos como externos, por su radicalismo demasiado excéntrico incluso para una formación como la suya
La Justicia ha dejado en evidencia que el supuesto exilio de Anna Gabriel fue sólo un cambio de aires por motivos personales. Gabriel fue víctima de las estrictas medidas de 'regeneración política' que ella y los suyos habían impuesto en la CUP: tras la fallida ... declaración de independencia, cancelada la legislatura y convocadas las elecciones, se quedaba sin poder volver a ser candidata ni siquiera repetir como dirigente del partido o como candidata. Y de militante raso de un partido minoritario y antisistema no se vive demasiado bien, sobre todo si como fue su caso, se había creado tantos enemigos internos como externos, por su radicalismo demasiado excéntrico incluso para una formación como la suya. Anna Gabriel no se fue a Suiza perseguida por nadie. Más bien era ella la que perseguía una nueva vida, alejada de un escenario en el que había dejado mucha tierra quemada, además de una estrepitosa derrota colectiva.
Su partido, dividido entre partidarios y detractores, y bastantes damnificados, vio en esta opción personal la oportunidad de tener por lo menos a un represaliado, aunque fuera falso. Se unió por lo tanto en la defensa de su ya exlideresa y contribuyó a crear su épica fraudulenta. La CUP, que tantas lecciones de pureza había dado a Convergència y a Esquerra, no podía permitirse no tener ni a un solo representante reclamado por la Justicia. En un principio –luego dejaron de hacerlo, porque hasta para ellos resultaba ridículo– la usaron como símbolo, pero enseguida los republicanos y Junts se encargaron de desmentir la propaganda, ofendidos porque a una que tanto les había acusado de blandos, y hasta de traidores, y que en nada se implicó en el golpe, pretendiera compartir el martirologio con los que de verdad estaban sufriendo sus consecuencias.
Gabriel regresó libremente a España y nada le sucedió, y con la misma libertad voló de vuelta a Suiza, donde en 2021 empezó a dirigir el más rico sindicato de la zona. Cualquier comparación con una exiliada o una represaliada es un escarnio a las personas que a lo largo de los tiempos han tenido que sufrir este oprobio. Lo más probable es que su caso quede en casi nada: porque casi nada hizo, más allá de gritar mucho y de calcular a qué distancia exacta tenía que estar del 'procés' para poder dar rienda suelta a su resentimiento social y a sus alocadas ideas políticas sin tener que pagar ningún precio.
Anna Gabriel no se fue a Suiza perseguida por nadie. Más bien era ella que perseguía una nueva vida
El cálculo le salió mucho mejor que a los líderes convergentes y republicanos, que también iban de farol, y jamás quisieron llegar tan lejos, pero no eran tan inteligentes como ella y se enredaron en su propio populismo, el que Anna Gabriel reservaba para sus arengas, para «tirar a Mas a la papelera de la Historia», o para ir a Venezuela de invitada de Nicolás Maduro.
Aclarado el malentendido, las noticias que a partir de ahora publique ABC sobre esta chica serán en la sección de Gente.
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