Las posibilidades reales de un veto de Esquerra
¿Qué hay de cierto en aquel pacto? ¿Es un concierto económico encubierto? ¿Es una federalización «de facto» de España?
Esquerra vendió en solitario el pacto de financiación para la investidura de Illa porque necesitaba toda la pirotecnia para convencer a sus bases. El PSC fue prudente y Perdo Sánchez y el PSOE guardaron silencio porque necesitaban la investidura de Salvador Illa. ¿Qué hay ... de cierto en aquel pacto? ¿Es un concierto económico encubierto? ¿Es una federalización «de facto» de España? Existen distintas interpretaciones pero siempre en el contexto de un acuerdo en que los socialistas necesitaban engañar a los republicanos con grandes promesas para dar sentido a su estrategia nacional con un cambio de signo en la Generalitat y los republicanos necesitaban estas grandes promesas para dejarse engañar y dar la estocada definitiva a la trayectoria política de Carles Puigdemont.
Ahora las prioridades han cambiado: Esquerra está concentrada en su guerra interna, fratricida como tantas otras veces en su historia, y elPSOE intenta salvar el equilibrio entre la cohesión territorial y el objetivo de aprobar en octubre los Presupuestos. Las declaraciones de la vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero, negando el concierto económico y el trato distinto a Cataluña, van en la dirección de tranquilizar a los barones del partido. Habrá otros gestos, y otras declaraciones buscando la complicidad con Esquerra y Junts. Los republicanos saben cuál es el juego, pero han reaccionado a las palabras de la vicepresidenta asegurando que si no se materializa el concierto, tumbarán los Presupuestos. ¿Es probable este veto?
Los que hoy hablan en nombre del partido no son los que van a liderarlo tras el próximo congreso, anunciado para el próximo 30 de noviembre pero que Oriol Junqueras quiere adelantarlo a principios del mes que viene, tal como mandan los estatutos. Marta Rovira, que quiere ganar tiempo para armar la candidatura que está preparando contra Junqueras, se mantiene en la fecha inicialmente anunciada, pero ha encargado un informe jurídico para acabar de tomar la decisión. para dar tiempo a la candidatura que está preparando contra Junqueras. Esta candidatura, que no tiene nombre, ni logo, ni un candidato definido, se presenta exigiendo una renovación total de Esquerra, pero con integrantes que llevan más de 20 años en cargos. Roger Torrent, que en 1998 empezó a trabajar de técnico en el Ayuntamiento de Sarrià de Ter. Después fue concejal, alcalde, diputado, presidente del Parlament y consejero en la última legislatura. También Laura Vilagrà figura en la candidatura de la renovación total y en 1999 ya era consejera comarcal del Bages y concejal del Ayuntamiento de Sanptedor, del que a continuación fue durante 12 años alcaldesa. Ha sido diputada en el Parlament, delegada de la Generalitat a la Cataluña Central, consejera y vicepresidenta del Parlament. El caso más flagrante es el de Natàlia Garriga, una renovadora de 55 años y que está en la política desde 1989. Empezó en el Instituto Catalán del Crédito Agrario y desde entonces ha tenido cargos secundarios -pero muy bien remunerados- hasta que en la pasada legislatura fue consejera de Cultura. Otros nombres como Xavier Godàs, Eugeni Villalbí o Marc Aloy, que exigen a Junqueras su renuncia bajo el argumento renovador, tienen también un largo historial de cargos en el partido y en las distintas administraciones.
Con estos mimbres y en estas circunstancias, lo más probable es que Junqueras repita como presidente. «Ganaremos los buenos», ha dicho el indultado por su condena por sedición, pero todavía inhabilitado por malversación. Y la idea que plantea Junqueras como hoja de ruta para su partido, y que presentará el próximo 30 de agosto, «es la realidad como único camino para conseguir los sueños». Es la línea de moderación con que Otegi quiere llevar a Bildu a la presidencia del gobierno vasco en la próxima legislatura. En la versión catalana, Junqueras es partidario de más izquierda, más derechos sociales y de colectivos emproblemados, más gestión y menos utopía, o la utopía a una distancia más adecuada.
Junqueras necesita mantener la tensión con Sánchez, para que el voto independentista no se desplace masivamente a Junts, pero no quiere romper la cuerda porque su estrategia realista pasa por poder influir -y ya veremos si participar- en las políticas del Estado, de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona, administraciones en las que tiene los escaños decisivos para decantar los distintos gobiernos. Es poco probable que esté en la mente de Junqueras romper con Sánchez, pero es fácil que un accidente en el juego de presiones haga que todo salte por los aires, y más en un partido inestable como Esquerra incluso bajo la presidencia de Junqueras.
Sánchez continúa transitando en el fino alambre y cada paso depende de equilibrios tan complejos y entrecruzados que más bien parecen milagros.
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