Robles logra controlar con mandos afines la Inteligencia española
Por primera vez un ministro tiene a personas de su confianza al frente del CNI, Cifas y Seguridad Nacional
Bolaños, que quería que el servicio de Inteligencia dependiera de él, ve con recelo el poder de la titular de Defensa
Margarita Robles ha conseguido algo que nadie, en ningún gobierno de la democracia, había logrado: situar en los principales organismos de la Inteligencia de España –CNI, Cifas y Departamento de Seguridad Nacional– a personas afines en dos de los casos, y a otra que ... le deben su nombramiento y, por tanto, también su lealtad, en el tercero. Con estos instrumentos a su alcance, el poder de la ministra de Defensa crece de forma exponencial mientras algunos colegas de su gabinete, como el titular de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, ven sus maniobras con recelos.
Siempre se ha dicho que la información es poder, y si la sentencia se ajusta a la realidad, lo que pocos dudan, Margarita Robles se ha convertido en una persona clave en el Ejecutivo. Cuando llegó al cargo, después de la moción de censura ganada por Pedro Sánchez, consiguió que el CNI dependiera de Defensa en lugar de Presidencia, como sucedía en la etapa de Rajoy. Al control del centro se le unía el de la Inteligencia militar, el Cifas, que ya tenía por razones obvias. Pero desde el 29 de noviembre de 2023 también tiene ascendente notable sobre el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) después de que fuera elegida como directora, en un nombramiento sorprendente, la general del Ejército del Aire Loreto Gutiérrez.
Si se hace un somero repaso sobre las circunstancias que rodean a los máximos responsables de estos tres organismos de Inteligencia se ve con nitidez la mano de la ministra Robles.
El Departamento de Seguridad Nacional (DSN), que depende directamente del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, siempre ha ocupado el cargo una persona de la máxima confianza del jefe del Ejecutivo, ya que es quien le asesora en materias relacionadas con las crisis internacionales que pueden afectar a los intereses nacionales, o en operaciones de desinformación o influencia. Así ocurría con Mariano Rajoy, cuando el cargo lo ocupaba Cristina Ysasi-Ysasmendi, y por eso a nadie extrañó que en junio de 2018, tras la llegada de Sánchez a La Moncloa, fuera relevada de esa responsabilidad.
De Ballesteros a Hernández
La persona elegida fue el general de Brigada del Ejército de Tierra, en situación de reserva, Manuel Ballesteros, que procedía del mundo académico, en concreto del Instituto de Estudios Estratégicos del Centro Superior de Estudios de la Defensa (Ceseden) y con larga trayectoria en el mundo de la geoestrategia. Además, es doctor en Ciencias Políticas y diplomado en Investigación Operativa y Estado Mayor. Con este currículum, su mayor o menor cercanía al PSOE quedaba relegada a segundo plano ante su incuestionable experiencia que se pudo comprobar en la gestión de la pandemia, entre otras cuestiones de interés más del ámbito interno de la DSN.
Robles no se opuso al nombramiento, pero Ballesteros no llegó al puesto por ser una persona de su confianza. Sin embargo, cuando llegó el momento de la retirada del general la ministra decidió jugar sus bazas para sustituirlo y apostó por la general del Ejército del Aire Loreto Gutiérrez, la cuarta mujer que llegaba a ese empleo en las Fuerzas Armadas.
En el caso de la general, de la que nadie duda que es brillante, sí sorprendió que fuese elegida como máxima responsable de la DSN sin tener formación alguna en materias como geoestrategia, seguridad o Inteligencia, muy alejadas de su perfil como ingeniera aeronáutica. Así lo revelan sus últimos destinos, muy marcados por su diplomatura en Estado Mayor: División de Planes del Ejército del Aire, en su faceta de gestión de programas, y la Dirección de Infraestructuras del Malog (Mando de Apoyo Logístico), en donde ejerció como Jefe de la Sección de Aviones de Transporte y Patrulla Marítima.
Su llegada a la DSN, con este bagaje, es difícil de entender sin la intervención directa de la ministra, que quería a alguien próximo en el puesto. Y ello porque desde ahí se tiene acceso a toda la información que genera tanto la Policía como la Guardia Civil relacionada con los intereses nacionales, además de la Inteligencia que generan el CNI y el Cifas (Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas).
Por supuesto, la general Gutiérrez despacha con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pero no es menos cierto que su cercanía a Margarita Robles, que controla a los dos servicios de Inteligencia antes citados, le sirve a la ministra para tener acceso a esa otra información que no depende de su ministerio y que tiene una gran importancia estratégica.
Si esa es la situación en el Departamento de Seguridad Nacional, lo que ha sucedido en el CNI con la llegada de Robles a Defensa es también muy llamativo. La primera etapa, breve, continuó al frente del servicio de Inteligencia el teniente general Félix Sanz Roldán, quien fue relevado al poco por su edad. Le sustituyó Paz Esteban, que ya era la mano derecha del anterior y tenía una dilatada hoja de servicios en el centro. La ministra, supuestamente, era una firme defensora suya pero cuando tuvo que plantear un órdago al presidente del Gobierno para que no la destituyera por las presiones de sus socios independentistas con el caso Pegasus, entregó su cabeza. Esteban, que siempre actuó con la independencia imprescindible en su puesto, se marchó de la Casa con la misma discreción con la que había servido al Estado durante décadas, desde 1983 cuando ingresó en el entonces Cesid a febrero de 2020, cuando fue relevada.
Del Gobierno al CNI
La titular de Defensa aprovechó la circunstancia para hacer un movimiento llamativo. Situó a Esperanza Casteleiro en el CNI, donde llegó desde la Secretaría de Estado de Defensa; es decir, a una persona de sensibilidad socialista como demuestra que formara parte del Gobierno, aunque es cierto que había tenido también una trayectoria en el centro. Ni siquiera le penalizaron sus 'amistades peligrosas' con el excomisario Villarejo con quien tenía una llamativa cercanía.
Con Casteleiro, Robles se garantizaba no solo el control del CNI, sino abortar las maniobras de Félix Bolaños para ser él quien controlase los servicios de Inteligencia. Soraya Sáenz de Santamaría lo hizo con el Gobierno del PP, y además el ministro jugaba con el argumento de que el centro es un órgano asesor de Presidencia.
La pasada legislatura el entonces ministro de Presidencia dio un zarpazo a las competencias del CNI; por tanto, de manera indirecta a las de Robles y consiguió que la desclasificación de documentos fuera responsabilidad del centro. La decisión no sentó nada bien en el servicio ni en Defensa.
La tercera pata de la Inteligencia, la militar, es la que más propia del Departamento de Robles. Pero aun así la ministra también ha tomado decisiones significativas en este ámbito.
Cuando la ministra llegó al cargo, el entonces Jefe de Estado Mayor de la Defensa (Jemad), Fernando Alejandre, propuso situar al frente del Cifas a un general entonces destinado en Bruselas y con experiencia en el mundo de la Inteligencia militar. Robles desconfiaba del Jemad, al que consideraba próximo al PP, y contra pronóstico nombró al general Antonio Romero Losada, muy condecorado y con gran currículum en el mando de unidades de Infantería ligera y en el de los gabinetes militares, pero sin trayectoria alguna en la materia.
¿De dónde venía la relación entre Robles y Romero Losada? Según las fuentes consultadas por ABC, arranca de la misión en el Líbano en donde el general, por un problema de salud, tuvo que ser repatriado al Hospital de la Defensa. Allí recibió en varias ocasiones la visita de la ministra, lo que por supuesto la honra.
Lo que en cambio resultó más llamativo fue un movimiento de la ministra, adelantado en su día por ABC, y que supuso el ascenso de Romero Losada a teniente general el 27 de junio de 2023, solo unos días antes de que tuviera que pasar a la reserva por edad. El momento elegido era también llamativo, pues el Gobierno ya había convocado las elecciones. Y además esa decisión suponía prolongar en tres años su vida militar, al margen de ser confirmado como director del Cifas, que por primera vez manda una persona con ese empleo.
Es fácil adivinar el nivel de confianza que hay entre ambos, reforzada por la decisión personal de Robles, que eligió al quinto en el escalafón de presuntos ascensos. Quizá por ello su nombramiento como teniente general fue mal recibido por sus propios compañeros, e incluso alguno se lo hizo ver de forma personal.
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