Redondo estrena libro: «El PSOE no se merece este silencio»
ABC adelanta un extracto de Nicolás Redondo Terreros (Baracaldo, 1958)
Al histórico socialista le pone «los pelos de punta» sólo pensar en las alianzas de Sánchez para mantener el poder
«Si hubiera terminado el libro a tiempo no habría tenido que escribir este último capítulo, pero es un digno final que se abrocha perfectamente con el brindis de Zalbide:
'Queridos amigos, nos podremos ver dentro de veinte años, nuestras vidas habrán ... tomado caminos diferentes, unos tendrán éxito, otros no habrán conseguido sus objetivos más deseados, pero todos pertenecemos a ese noble y minoritario club que podríamos denominar el club de los perdedores'. También en una comida con amigos me enteré de mi expulsión del PSOE.
El resultado de las elecciones generales sorprendió a la inmensa mayoría. Algo que parece imposible sin embargo es cierto: el 23 de julio ganaron dos partidos. Después de una campaña electoral de muy baja calidad los resultados eran distintos a los que nos habían anunciado las encuestas. ¡Tezanos no estaba solo! El PP inició una campaña aparentemente encarrilada después de la marea azul de las municipales y las autonómicas. A Núñez Feijóo casi todo le iba a favor, incluido el cara a cara con Sánchez. Los populares se preparaban para encarar una victoria brillante, holgada y determinante.
El PSOE acusaba el terrible golpe de perder casi todo su poder territorial, y trasladaba una sensación de desorientación y encogimiento evidente, pero tuvieron el instinto, lo tuvo Sánchez, de agarrarse al punto débil del adversario y centrar sus ataques en esa dirección. El resultado sorprendió a los dos grandes partidos, una situación que no se suele dar con frecuencia (...)
Así las cosas, unos días después de las elecciones ejercí de portavoz del colectivo Fernando de los Ríos en una rueda de prensa para analizar los resultados. (...) En la intervención dije lo que el sentido común dictaba. Felicité al PP como ganador de las elecciones, pero no podía dejar de felicitar también al PSOE por el inesperado resultado obtenido, que había sorprendido a sus propios protagonistas. Hoy podrán construir un relato distinto, pero todos los movimientos del Partido Socialista, incluida la confección de las listas al Congreso y al Senado, estaban dirigidos a resistir después de la previsible derrota del 23 de julio (...)
En esas circunstancias, los acuerdos entre los dos grandes partidos se convertían en una opción y en una necesidad a la vez. Las alternativas son variadas, siguen siéndolo mientras escribo estas líneas, pero no era a nosotros a los que correspondía marcar el camino, simplemente hacíamos lo que estaba en nuestra mano, dejar claro que el acuerdo era posible y que sería una opción razonable en cualquier país de nuestro entorno. La repetición de elecciones representaba, así lo dije, el fracaso de la política, y que el PSOE intente gobernar a cualquier precio nos puede llevar a una situación potencialmente peligrosa (...)
La coalición de Pedro Sánchez con Sumar necesita al PNV, con su interminable carta a los Reyes Magos -aunque ellos prefieran al Olentzero-; de EH Bildu, que se niega sistemáticamente a desmarcarse y deslegitimar la actividad asesina del terrorismo vasco; de ERC, que volverá a creer que lo imposible es posible; pero, sobre todo, necesitarán del partido de Puigdemont, fugado de la justicia española, dedicado a obstruir los cauces de la justicia europea y protagonista de una intensa campaña en contra de España y de sus intereses.
El deprimente panorama se puede resumir más o se pueden dedicar nuevos libros. Es probable que los libros de historia acaben recogiendo esa alianza pensada para sostener el poder a toda costa, y tan perjudicial para el presente y el futuro de un país. Solo pensar que esa alternativa es posible pone los pelos de punta (...).
Pues bien, después de todo, una vez derogada la sedición en el Código Penal y rebajado el delito de malversación, dábamos un paso en el sentido contrario a los principios inspiradores de la Europa que estábamos construyendo. Los intereses de un puñado de políticos requeridos por la justicia por graves delitos contra el orden constitucional lograban alterar el Código Penal de un país a su conveniencia, por supuesto, sin necesidad de mostrar arrepentimiento o de comprometerse a una mínima lealtad institucional y de respeto a las leyes. Lo más básico en una democracia que quiera ser viable (...)
No será entendido
Que el Gobierno de uno de los países más importantes de la Unión Europea dependa de un delincuente fugado no será entendido fuera de nuestras fronteras. No sé cómo el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que con su feliz sonrisa muestra su agradecimiento al presidente por nombrarle ministro, podrá explicar cómo un político que se saltó el orden constitucional, que transgredió órdenes judiciales y que se fugó de la justicia es ahora el que puede subir o bajar el pulgar para la formación de un gobierno. No hay precedente en la historia democrática, y creo que tendríamos que ir muy atrás en el tiempo, como les gusta a los nacionalistas, para encontrar alguno. Para un demócrata, es un obstáculo insalvable negociar una mayoría parlamentaria con una persona que protagonizó el mayor asalto a la legalidad desde el golpe de Estado de Tejero en 1981 (...)
En el Partido Socialista, excepto unos cuantos valientes, entre los que sobresalen Felipe González y Alfonso Guerra, el silencio se extenderá como un manto impenetrable, ciegos a la realidad, obcecados por lo más urgente para ellos en estos momentos: formar gobierno como sea. Y la posibilidad de un debate libre y en igualdad de condiciones hoy es imposible en el PSOE.
No haré más de lo que hago, no diré más de lo que he dicho, no alzaré la voz innecesariamente para llamar la atención, seguiré defendiendo lo que siempre he defendido: un legado democrático del que fueron protagonistas mis antecesores. Merece la pena. No me resigno«.
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