El PP pierde el miedo a la calle, deja atrás a Vox y planea «no dar respiro a Sánchez»
Desde Génova defienden una presencia «quirúrgica» en la calle para no dar respiro a Sánchez
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Corría el mes de septiembre cuando el PP ideó una ruta de actos por España en el marco del intento de investidura a la que a finales de ese mes se sometería Alberto Núñez Feijóo. El partido en todos sus niveles trataba de recuperarse ... del shock que había supuesto la noche electoral del 23J. Muy pronto comprobó en esos primeros actos en Málaga o Valencia que los aforos previstos se desbordaban. El 24 de septiembre, justo en la víspera de la semana que acogería la investidura de Feijóo, el PP organizó una manifestación en la plaza madrileña de Felipe II que desbordó todas las previsiones del propio partido con 65.000 personas. La contundencia de las imágenes era tan clara que los socialistas solo pudieron quejarse de que el PP «agitase la calle».
Pero por aquel entonces había quien en la sala de máquinas del PP veía muchos riesgos en esta estrategia. No era una sensación residual, que además algunos trufaban con el temor a que ese marco de oposición terminase por favorecer a Vox, que ya había dado muestra en el pasado de dominar bien ese terreno. «Ellos están además empeñados en que hagamos cosas juntos», reflexionan en la cúpula de Génova, donde recuerdan que en aquel primer acto masivo en las calles Vox coqueteó con su presencia y el propio Partido Popular tuvo dudas de cómo presentar el acto. Originariamente proyectados como convocatorias abiertas a la sociedad civil para una protesta transversal contra la amnistía, pero en las que el PP terminó reivindicando su carácter de acto de partido ante el intento de Vox de acudir a la marcha si el PP no tenía un papel protagonista.
Los temores se hicieron realidad cuando el 29 de octubre la fundación Denaes, próxima a Vox, abarrotó la plaza de Colón. La Delegación de Gobierno en Madrid cifró la concentración en más de 100.000 personas. En el PP se maliciaban con un dato que entendían inflado precisamente para hacer daño al PP y dar protagonismo a Vox. Los dos partidos sí habían coincidido en la manifestación organizada el 8 de octubre por Sociedad Civil Catalana, que sin llegar a poder compararse con la celebrada la misma fecha en 2017 logró también una enorme afluencia.
Había alguna duda en el PP. Pero Feijóo hizo lo contrario a lo que algunos esperaban y dobló la apuesta convocando para el 12 de noviembre una manifestación simultánea en las 52 capitales de provincia, cuya afluencia total el partido cifró en dos millones de personas con epicentro en una histórica concentración en Madrid. No obstante, la sensación de estar ante un precedente irrepetible existía. Y en el PP ha venido preocupando, reconoce hoy un presidente autonómico, «desgastar a la gente». Otro dirigente regional reconoce como después de ese acto se entró en «una especie de bajón», que este mandatario achaca al desánimo de constatar que la presidencia de Sánchez y la amnistía iban a ser una realidad. El propio PP tuvo que gastar unas semanas en el ajuste interno de la dirección que Feijóo había comprometido.
El 3 de diciembre el PP reunía a 15.000 personas en el Templo de Debod (Madrid), que fueron 8.000 según la Delegación. Muy lejos del histórico 12 de octubre en el que el Gobierno habló de 80.000 personas solo en la capital, dato corto a la luz de cualquier panorámica, y los cerca de un millón de personas de las que hablaba el PP. ¿Se había pinchado la burbuja de la contestación al Gobierno? Las dudas se multiplicaron. Aquel día muchos asistentes comentaban que se habían enterado a última hora de la convocatoria. Un presidente provincial corroboraba que tuvo que hacer un «esfuerzo de movilización» mientras que en anteriores ocasiones las ganas de la gente desbordaban.
Noviembre fue el mes en que Vox recuperó protagonismo defendiendo todas las manifestaciones que se producían contra las sedes del PSOE, especialmente en Ferraz. A la vez, Abascal decidió acudir y por tanto apoyar la convocatoria de Feijóo en las plazas de toda España de aquel 12 de noviembre. Un dirigente provincial recuerda cómo entonces hubo que explicar a sus bases que el PP no apoyaba las manifestaciones contra las sedes de otros partidos «porque la gente tenía ganas de ir».
Ya a la manifestación del Templo de Debod mandó Vox una delegación de más bajo perfil. Los más temerosos de que la contestación social terminase por devorar al PP vieron aquel día sus temores cumplidos. Y reforzados por un ánimo en las proclamas, como la de 'Sánchez a prisión' que, aseguraban, «no tienen nada que ver con Feijóo».
El presidente del PP está convencido del plan. Es una legislatura excepcional que requiere de una respuesta excepcional. Feijóo tiene claro que la estrategia de Sánchez es muy sencilla: acelerar la amnistía para luego enterrarla con el paso del tiempo y la agenda social de su Gobierno. Lo verbalizó ayer ante la Junta Directiva de su partido cuando dijo que el plan del PSOE es la «amnesia» de la sociedad española. Por más que todos coincidan en que lo vivido en los meses de septiembre, octubre y noviembre es excepcional.
El éxito de la manifestación del domingo en plaza de España lo ha reforzado: 70.000 personas según el partido, 45.000 según la Delegación del Gobierno. El PP seguirá en las calles, con una estrategia permanente que evite la saturación. «Haremos lo que la calle nos demande en cada momento», explicaban ayer en Génova, donde hablan de una estrategia de escucha activa de la calle, que es lo que les hace estar convencidos de que el malestar permanece. En el PP se sentían ayer «reforzados» por la convocatoria: es la primera que se produjo «con Vox en contra».
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