Noveno aniversario de Podemos
Podemos, ante su mayor desafío: llegar a los diez años sin diluirse en Sumar
El partido celebra mañana su noveno aniversario en pleno pulso con Díaz por no perder poder político
Podemos anticipa una dura batalla con Yolanda Díaz por las listas de las generales
![Íñigo Errejón, hoy líder de Más País, en la presentación de Podemos; Pablo Iglesias escucha detrás (Enero de 2014)](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/01/15/podemos.jpg)
Mañana se cumplen nueve años desde que Pablo Iglesias presentó Podemos, un partido construido en torno a su persona. Tardaron seis años en pactar un gobierno de coalición con el PSOE. Pedro Sánchez firmó el acuerdo con el Podemos más débil: 35 diputados, ... la mitad de los 71 que había logrado Unidos Podemos en las elecciones generales de 2016.
Después de rozar el cielo -lo del asalto no fue posible-, el partido se enfrenta ahora a su mayor reto. Con Iglesias fuera de la dirección, aunque aún como actor político influyente a través de sus columnas y tertulias en tele.
El partido está en una ratonera, quizá ante su última batalla: llegar a cumplir la década dentro de un año sin diluirse en Sumar, el proyecto político de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, donde no les espera una posición preferente. «Yolanda sale del deterioro de Podemos, no es nadie nuevo», reprocha una fuente de peso en el partido cuando se le pregunta por los planes de Díaz.
Ya anticipan una cruda batalla por las listas electorales. Tan básica como subsistir. En enero de 2014, se fundó el partido. En mayo, el profesor y presentador en 'La tuerka' fue cabeza de lista de Podemos a las elecciones europeas. La papeleta tenía su cara, idea de Íñigo Errejón. Y con 1.253.837 caras de Iglesias en las urnas lograron cinco eurodiputados.
En 2015, entraron en los parlamentos autonómicos. Decidieron no presentarse a las municipales porque todavía no tenían suficiente capilaridad territorial -nueve años después sigue siendo una asignatura pendiente-. Y centraron sus esfuerzos en las generales del 20-D. En febrero de 2015, ABC publicó que el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) situaba a Podemos en segunda posición por encima del PSOE. Un 27,3 por ciento al PP, un 23,9 por ciento a Podemos y un 22,2 por ciento al PSOE. En las generales de 2015, entraron en el Congreso con 69 escaños, 5.212.711 votos (20,66 por ciento) y tercera posición.
El final del bipartidismo (de lo que presume Podemos) imposibilitó un acuerdo y se repitieron las generales en 2016. Unidos Podemos perdió un millón de votos, pero mantuvieron la tercera posición con 71 diputados. La estrategia de coaligarse con IU no fue el éxito que esperaba Iglesias. De hecho, no todo Podemos estuvo de acuerdo. Empezó entonces un vertiginoso declive interno (guerras de poder de las que se han escrito ríos de tinta) y externo (caída electoral tras caída). A pesar del papel clave de Podemos en la moción de censura que sacó a Mariano Rajoy del Gobierno y situó a Sánchez.
Con Iglesias, Díaz ha perdido una amistad de años debido a los ataques del exvicepresidente para que Podemos no pierda peso dentro de Sumar
Iglesias logró el pacto de coalición en 2019 con su peor resultado histórico: 35 diputados, cuarta posición y casi dos millones de votos menos que en 2015. Cuando Iglesias dejó su Vicepresidencia para intentar salvar a Podemos en la Comunidad de Madrid, primavera de 2021, designó a dedo a Yolanda Díaz para asumir su cargo en La Moncloa y ser la candidata de Unidas Podemos a presidir el Gobierno. Ahí empezó el conflicto.
En noviembre de ese año, Díaz anunció que iba a construir un proyecto de unidad de toda la izquierda para reeditar el Gobierno de coalición en las generales previstas para final de este año. De sus actos, empezó a trascender que Podemos no iba a ser el partido hegemónico del espacio. Hace unos días, Díaz apeló a la «centralidad social» con Sumar y a escapar de «la esquinita del tablero», unas declaraciones que frenan la ambición de Podemos.
La relación entre Díaz y la dirección de Podemos, hoy en manos de la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, ha empeorado mucho. Si bien es cierto que ellas guardan las formas y hablan con frecuencia por los asuntos del Gobierno, con Iglesias o Irene Montero, por ejemplo, ha perdido una amistad de años debido a las presiones a la que el exvicepresidente la somete para que Podemos no pierda peso. Iglesias acusa a Díaz de faltarles el respeto. Pero Díaz recuerda que no milita en Podemos y se siente libre de hacer y deshacer con Sumar, dado que fue situada como líder a dedo y sin asumir ningún compromiso.
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Podemos exige a la vicepresidenta sentarse ya a negociar. Pero ella seguirá su plan: dejará que los grupos de trabajo de Sumar elaboren su «propuesta de país», el programa electoral de Sumar; luego, anunciará su compromiso de presentarse a las generales, mantendrá perfil bajo en las autonómicas y municipales y entonces convocará una mesa de partidos para negociar las candidaturas.
La espera atormenta a Podemos. Pero ya se preparan para negociar con Sumar, Más País, Comunes, IU, Compromís... en igualdad de condiciones.
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