«Fue a pedirle dinero al jefe y no volvió; mi hermano está muerto»
Nadie sabe nada, pero todo el mundo apunta al mismo sitio: la Guardia Civil ha pasado toda la semana buscando sin éxito al jornalero senegalés desaparecido en Villacarrillo (Jaén) en 2021 tras enfrentarse a su patrón
Ibrahima Diouf (32 años) desapareció el 5 de enero de 2021 en Villacarrillo, un pueblo de unos 13.000 habitantes de la provincia de Jaén rodeado de extensos olivares. Año y medio después, esta semana, la Guardia Civil ha irrumpido en las propiedades de su patrón para buscar sus restos o, al menos, pruebas que le lleven a dar con su paradero. En Lepe (Huelva), angustiado sin noticias, espera una llamada con novedades su hermano Moussa, que dice que los agentes no han hallado a su hermano, pero que siguen trabajando para encontrarlo. «No creo que vuelva a verlo con vida», señala el senegalés, quien explica que no tiene pruebas sobre el fallecimiento de Ibrahima, pero que sabe que ha perdido la vida. «Fue a pedirle al jefe dinero y luego iba a comprar el billete de autobús para Cartaya (Huelva), pero no llegó a hacerlo. No se sabe nada desde que fue a ver al jefe», relata el hermano, que sentencia que Ibrahima «está muerto».
Está convencido. «Si lo encuentran, lo harán muerto. Mi hermano no está vivo, pero no tengo pruebas de eso», asegura Moussa, que describe a un Ibrahima familiar, preocupado por sus hermanos, su madre, su esposa y su hija, estás últimas en Yene (Senegal). «No puede vivir sin su familia. Si estuviera vivo ya habría llamado a su mujer o alguno de la familia en Italia, Portugal, Senegal o España. No se ha puesto en contacto con nadie. Eso es porque le ha pasado algo», remarca el hermano, quien dice que la Guardia Civil está trabajando para saber qué le ocurrió aquella noche de Reyes en la que decidió abandonar Jaén. «No me han dicho nada por ahora», afirma.
La UCO, «palmo a palmo»
Será este lunes cuando la investigación avance con el análisis de todos los datos recabados en Villacarrillo. Entonces, decidirán si vuelven al pueblo. Fuentes de la investigación resumen la situación como una «calma chicha» hasta que se decidan nuevas actuaciones. No está previsto de momento, pero tampoco se descarta regresar para investigar nuevas localizaciones en las que se pueda encontrar al jornalero.
Esta semana, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha revisado «palmo a palmo» algunas de las propiedades del patrón de Ibrahima. Hasta el jueves, bajo la supervisión del Juzgado de Instrucción 1 de Villacarrillo, han pasado por un garaje y por un solar anexo a varias casas propiedad de la familia. Los guías caninos, un georradar, equipos de investigación, buzos y especialistas de montaña han revisado cada recoveco, incluido un pozo. «Ese pozo tiene varias galerías», apuntaba un vecino tras el cordón policial. Sacaron más de una tonelada de leña, revisaron la zona donde estaban las gallinas y hasta cortaron una parra en medio de una meticulosa inspección ocular en la que se han picado las paredes de un garaje.
Una búsqueda sin descanso para hallar a este jornalero de 32 años, que llegó a Villacarrillo para la temporada de la aceituna, pero que estuvo viviendo cerca un año y medio en este pueblo. «Había dos en la casa. Eran educados. Gloria. Nunca dieron ningún problema, a pesar de las condiciones en las que vivían. Siempre saludaban y se llevaban bien con todo el mundo», señala uno de los vecinos de la calle Gestor Mora Soto, mientras los registros se producen en una propiedad de la Guerrillero Uribe, con la que hace esquina. «Cuando llegaba la temporada vivían en la miseria», señala otro de los congregados, que muestra una casa que hace esquina entre las dos calles sin contador y con una alcantarilla en la puerta.
«Aquí se metían hasta diez personas. No tiene agua, ni luz, ni nada. Cuando llegaban del olivar aquí vivían. Mira, no tiene ni contador. No había camas, nos decían que recogían cartones para dormir en el suelo. Hacían sus necesidades en la alcantarilla de la calle», afirma este vecino, quien explica las condiciones en las que residían durante los meses de recogida de la aceituna. «Ni agua potable, porque les traía el dueño cuatro garrafas para que bebieran», concluye. Pasada la temporada, se marchaban, pero Ibrahima se quedó en el pueblo con el patrón para seguir trabajando en el olivar. «Me enteré de la desaparición por los periódicos, cuando me mandaron el cartel», recuerda Moussa Diouf.
El patrón, investigado
La noche de Reyes de 2021 había empezado una búsqueda no exenta de problemas. Los compañeros pusieron carteles con la foto de Ibrahima por todo el pueblo, pero al llegar a la zona donde vivía la familia del patrón tuvieron problemas con el empresario, que los increpó. Los testigos dicen que les arrancó los carteles y los insultó, que se puso a la defensiva con ellos. «Es valentón», señala un vecino a la salida de la cafetería El Capricho que, bajo un intenso aguacero, no quiere ser identificado. «A mí no me pongas, mi padre ya tuvo problemas», remarca otro apoyado sobre una cochera frente al precinto de la Guardia Civil al que, cada mañana, se acerca la madre del patrón para llevar la comida de las gallinas y que un agente se la ponga.
La Subdelegación del Gobierno de Jaén confirmó esta semana que el empresario agrícola está siendo investigado, pero no ha sido detenido. «Está muy tranquilo. No parece que esté pasando nada a su alrededor. O no ha hecho nada o tiene mucha sangre fría», dice otro joven, que recuerda que el propietario del olivar es un exmilitar con conocimientos en artes marciales. «Es educado, pero se enfada y no razona», señala este vecino, que tampoco quiere ser identificado en el reportaje.
Otro caso previo
Nadie quiere hablar del patrón públicamente, pero todos remiten a que se mire la documentación de lo que ocurrió hace ocho años con la desaparición de otro jornalero en ese mismo lugar. Tidiany Coulibaly, un maliense de 22 años que trabajaba en su finca, fue a pedirle una mejora salarial, discutieron y también desapareció. Nada se ha vuelto a saber de este jornalero. La denuncia se registró el 17 de diciembre de 2013. El empresario en aquel entonces fue puesto en el foco de la sospecha. La Guardia Civil lo detuvo y fue procesado con una petición de la Fiscalía de 16 años de cárcel.
En aquellos días, entre disturbios en el pueblo con una marea de jornaleros indignados y acusaciones de racismo, la Guardia Civil inspeccionó la finca de los olivos en Villanueva del Arzobispo. Halló unas orejeras y los agentes caninos marcaron restos biológicos en algunas zonas. «Ese mismo solar y el pozo ya lo inspeccionaron hace ocho años. Estuvieron ahí también, pero no encontraron nada. Si ha hecho algo, no lo va a tener ahí metido al lado de la casa de la madre», señala una vecina. Todas sus propiedades se pusieron patas arriba y fue sentado en el banquillo acusado de secuestro, dos delitos contra el derecho de los trabajadores, otro contra la Administración de Justicia, desobediencia, otro más contra la salud pública por 330 gramos de marihuana hallados en sus propiedades y una falta por defraudación del fluido eléctrico, ya que la casa donde tenía a los temporeros estaba enganchada al alumbrado público.
El patrón fue procesado en 2013 tras la desaparición de otro de sus trabajadores. Solo se le condenó por explotación laboral
Solo fue condenado a dos años y medio de prisión por delitos contra los derechos de los trabajadores y contra la Administración de Justicia. El juzgado retrató las condiciones leoninas en las que tenía a los trabajadores pagándoles mucho menos de su salario por trabajar en el campo, pero no acreditó que fuera culpable de nada más. La Sección Segunda de la Audiencia de Jaén no vio probada su participación en la desaparición y supuesta muerte del jornalero de Malí. En el pueblo hasta se instaló la idea en muchos vecinos de que se podía haber marchado a otro lugar y que al patrón hasta lo había indemnizado por todo lo que había ocurrido y los precintos de sus propiedades. Ocho años después, la pesadilla se vuelve revivir en Villacarrillo con otro jornalero desaparecido en las mismas circunstancias.
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