Papá, yo también quiero ser 'casta': las dinastías políticas que pueblan la democracia española

Pablo Bustinduy, Yolanda Díaz, Mónica García... Pero también Alberto Ruiz-Gallardón o Adolfo Suárez Illana. Los partidos políticos se han convertido en verdaderas agencias de colocación en una sociedad donde las élites siempre se perpetúan

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La madre de Pablo Bustinduy, nuevo ministro de Derechos Sociales y Consumo, ocupó la cartera de Sanidad en la última legislatura de Felipe González. Suso Díaz, el padre de la líder de Sumar y vicepresidenta segunda de Pedro Sánchez, fue militante del Partido ... Comunista y exsecretario general de Comisiones Obreras. El progenitor de Mónica García –nombrada ministra de Sanidad– es psiquiatra de formación y llegó a ser diputado por el PCE en la I legislatura de la Asamblea de Madrid. Algo distinto es el caso de Nadia Calviño, vicepresidenta primera y también hija del primer director de RTVE con el PSOE de González. Esos son sólo los datos de consanguinidad de algunos de los ministros del recién estrenado Ejecutivo.

Pero la 'herencia política' no entiende de siglas ni de momentos. Ahí están genealogías como la de Santiago Abascal, actual líder de Vox, cuyo padre recogió el acta de diputado del Partido Popular en 2003. Alberto Ruiz-Gallardón es el segundo de los tres hijos que tuvo José María Ruiz Gallardón (sin guion), diputado y miembro del consejo privado de Don Juan. Adolfo Suárez Illana, Nicolás Redondo Terreros, Lilith Verstrynge, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Inés Arrimadas... Aunque no todos sus ascendientes ocuparon cargos políticos, los hay que fueron militantes de partido o activistas.

También el padre de Pedro Sánchez, carné veterano del PSOE, que alcanzó la gerencia del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música durante el felipismo. Incluso pasa la prueba del algodón genético Mariano Rajoy, que es nieto de Enrique Rajoy Leloup, uno de los redactores del Estatuto de Autonomía de Galicia.

POR SUS APELLIDOS LOS RECONOCERÁS Arriba, Yolanda Díaz junto a su padre, Suso Díaz, militante del PC y exsecretario general de CCOO. En las imágenes inferiores el líder de Vox junto a su padre, Santiago Abascal Escuza, que llegó a ser diputado por el PP en el Congreso. A la derecha, Mónica García acompaña a votar a su padre, Sergio García Reyes, un psiquiatra que fue diputado por el PC en la I legislatura de la Asamblea de Madrid EFE/ABC

Existe un pensamiento más o menos extendido de que el poder –o los que lo ostentan– es secreto y se oculta, pero la reproducción de élites se exhibe sin pudor ante nuestros ojos. Lo expresa para este diario el politólogo Jorge San Miguel: «El caso de Podemos siempre fue bastante llamativo porque para representar 'a los de abajo', muy de abajo no han partido. Pero el nepotismo también está presente en la derecha española».

¿Son iguales los enchufes a izquierda y derecha?

Sin embargo, hay diferencias: «En los ambientes más conservadores el salto a la política se da desde los altos cuerpos del Estado, previa oposición. El entorno activista o la universidad es el trampolín desde el que arranca el enchufismo más de izquierdas», matiza este asesor político.

Vivimos, dice, en sociedades que ya describió el teórico político Bernard Manin: llamamos democracias a unos regímenes representativos con elementos democráticos pero que siguen siendo elitistas o aristocráticos. En el país más poderoso del mundo, Bush padre e hijo fueron presidentes con una diferencia de menos de diez años, hubo fuertes rumores de que Michelle Obama fuera a presentarse, Hillary Clinton emprendió la carrera hacia la Casa Blanca, los Kennedy...

¿Es la meritocracia una estafa?

Otro ejemplo de esta reproducción de las élites es la investigación que llevaron a cabo los economistas del Banco de Italia Guglielmo Barone y Sauro Mocetti en 2016: las familias más ricas de Florencia hoy descienden de las familias más ricas en la ciudad de los Médici hace casi 600 años. ¿Es la meritocracia una estafa? En sectores tan endogámicos como la política, apunta Víctor Lapuente, el mérito está en entredicho.

«Los partidos son verdaderas agencias de colocación. El porcentaje de militantes que ocupan cargos públicos en nuestro país es muy alto»

Víctor Lapuente

doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford

«Los partidos en España son plataformas para heredar intereses políticos pero también son verdaderas agencias de colocación. El porcentaje de militantes que ocupan cargos públicos en nuestro país es muy alto. Esto no quiere decir que no haya lucha desde los primeros niveles: las juventudes de todas las formaciones son lugares muy duros, hostiles», señala este doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford.

El enchufismo en política, más que una posibilidad, es una norma, resume Gonzalo Adán, doctor en Psicología Social y director de Sociométrica. «No hay normativas claras a la hora de acceder a las listas y los partidos carecen de estatutos estables sobre cómo acercarse a los cargos, por lo que es muy fácil que un padrino (familiar) te coloque en puestos de salida. Más hoy en día, que la exigencia académica ha bajado mucho y apenas existen frenos o límites por abajo, ni criterios lógicos como el mérito o la capacidad».

Lapuente va un paso más allá y augura que de aquí a unos años veremos cómo los apellidos de nuestros dirigentes nos suenan cada vez más: «Sagas políticas puede haber en casi todos los países, pero aquí las vamos a ver de forma más evidente por el acceso general a la universidad»: cualquiera tiene una carrera, por lo que todos los puestos están al alcance de cualquiera.

Arriba, Adolfo Suárez Illana, hijo del expresidente Adolfo Suárez, fue diputado popular y secretario de la Mesa del Congreso de los Diputados. Sobre estas líneas, José María Calviño, que fue el primer director de RTVE con el PSOE de González, y Ángeles Amador que fue ministra de Sanidad en el último gobierno de Felipe González y madre del nuevo ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy. REUTERS/ ABC / EFE

Gonzalo Adán, sin embargo, encuentra un argumento positivo en la presencia en democracia de clanes familiares. «Ciertamente hay excepciones a la norma del enchufismo. El aprendizaje vicario (del que hereda las facultades de su antecesor) puede funcionar y puede que algunos hijos igualen o superen la competencia o la ejemplaridad de sus padres».

En cualquier caso, dice, han de darse varias condiciones: que la herencia ocurra en circunstancias de cambio político o de régimen (inicio de la democracia) o de fuerte ideologización (independentismo o antinacionalismo). En estos contextos aparecerían procesos psicológicos diferentes a los meramente egoístas, como una vocación altruista aprendida, la defensa de un proyecto político muy concreto o del honor de un apellido familiar.

Biología e ideología

¿Se hereda la ideología y la vocación de servir políticamente? Para Lapuente, que alude a un estudio elaborado por el 'American Journal of Political Science', sí: «Hay muchos rasgos de la personalidad que se heredan y que a su vez están relacionados con la ideología». La biología, dice, determinaría de alguna forma las inclinaciones políticas. En esta idea abunda Fernando Chacón, catedrático de Psicología Social, que insiste en que nunca se debe borrar de la ecuación la importancia del contexto, del ambiente en el que se crece.

«Hay rasgos de la personalidad hereditarios que predisponen a optar por una profesión u otra. Si hablamos de la carrera política hay cualidades que la favorecen como la responsabilidad (que varios estudios vinculan con posiciones más conservadoras) o la apertura al cambio (más de izquierdas)», dice este psicólogo.

Habla, además, de dos rasgos que se transmiten de padres a hijos y que son indispensables para triunfar en las altas esferas del poder: «A lo más alto es casi imposible llegar sin haber pisado antes unas cuantas cabezas. La ausencia de empatía y la capacidad de mentir (propias de la personalidad con rasgos psicopáticos) se pueden transmitir». Este psicólogo cree que otra de las cualidades sin las que un político está perdido es la capacidad de autobservación (también heredable genéticamente), esto es, saber detectar la reacción que uno causa en su audiencia y adaptar el comportamiento. Que un candidato, por ejemplo, muestre seguridad en una sala llena de periodistas aunque por dentro esté a punto de echarse a llorar.

«Si en tu familia se habla de política, te interesará más la política. Es evidente, por supuesto, que el nivel económico o la clase social determinan muchos caminos. Pero a veces es tan sencillo como que si tu padre es registrador de la propiedad, sabes que existe una oposición a registrador de la propiedad», resume San Miguel. Hay partidos políticos con más consanguinidad que algunas casas reales. 

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