El nacionalismo vasco gana terreno y será más hegemónico que nunca
La suma de PNV y Bildu se acercará al 70% de los votos en estas elecciones, el mayor porcentaje en todas las elecciones autonómicas hasta ahora
¿Quién ha ganado el debate de las elecciones del País Vasco?
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![Evolución del voto nacionalista en las elecciones autonómicas vascas](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/04/05/mapas_recortes-1200x840-RNJCs2VU1wIzLsemsdVowGI-1200x840@diario_abc.png)
Las elecciones autonómicas en el País Vasco tienen numerosas incertidumbres y una única certeza: el nacionalismo vasco va a arrasar como nunca lo había hecho hasta ahora. La suma de los votos al Partido Nacionalista Vasco (PNV) y EH Bildu se acercará al 70%, según coinciden todas las encuestas, el mayor porcentaje en la historia de la autonomía. Antiguos feudos del sufragio constitucionalista, como Vitoria, están viviendo su máximo de voto nacionalista y la previsión es que el próximo domingo 21 irá a más. Que el candidato del PNV a lendakari, Imanol Pradales, presuma de sus ocho apellidos castellanos da una idea de la dimensión de la penetración del nacionalismo vasco.
En este resultado histórico para el nacionalismo el responsable del crecimiento es Bildu, puesto que el PNV vive estancado por el desgaste de cuatro décadas en el gobierno, sólo interrumpidas por la breve excepción socialista hace ya más de una década (2009-2012). El blanqueamiento de los herederos de Herri Batasuna, como muleta de Pedro Sánchez en sus pactos de Gobierno, ha permitido a la formación presentarse como partido de izquierda radical posibilista sin necesidad de renunciar a su pasado como brazo político de ETA. Bildu, bajo el paraguas del 'bloque progresista' sujetado por Sánchez, ha aparcado estratégicamente en la campaña sus reivindicaciones independentistas y ha puesto el foco en cuestiones sociales, principales inquietudes hoy para los vascos.
Esta estrategia tiene en cuenta que el nacionalismo como problema para la sociedad vasca ocupa el puesto 18 en la lista de preocupaciones, según la encuesta preelectoral del CIS, publicada a principios de este mes. El terrorismo y ETA apenas entran cerrando el listado, en el puesto 38.
El PNV, no obstante, insiste en su programa en un nuevo estatus de autogobierno y en el «derecho a decidir». Acuciado por unas encuestas que le dan una victoria mínima –casi un empate– por el empuje de Bildu, el PNV no duda en hablar de «agenda oculta» de la izquierda 'abertzale' y acusarla de su falta de experiencia de gestión para movilizar así a su electorado, y decantar a su favor el liderazgo nacionalista. Bildu, en cualquier caso, no oculta que el objetivo último es la independencia.
La mayoría de los vascos se siente tan español como vasco (40,1%) o más español o únicamente español (9,3%) frente al 46,7% que se siente más vasco que español o solamente vasco, según el mencionado CIS preelectoral. Sin embargo, una abrumadora mayoría (76%) coincide en que los partidos que mejor defienden los intereses del País Vasco son PNV y Bildu, y que a su vez son los más capacitados para gobernar. Por tanto, en el aluvión de voto nacionalista previsto hay un componente identitario, pero sobre todo multiplicado por el deseo soberanista de mayor autogobierno, siempre insuficiente a sus ojos.
Esta situación, la defensa de los intereses autonómicos, explica la paradoja de que el PSOE fuera capaz de ser el partido más votado en el País Vasco en las pasadas elecciones generales y, sin embargo, el nacionalismo no dé opción alguna a partidos constitucionalistas en las autonómicas. No, al menos, actualmente; pero no siempre fue así.
Constitucionalismo a la baja
La suma de votos de los partidos no nacionalistas superó por primera y única vez a los nacionalistas en las elecciones autonómicas de 2009. El apoyo del PP permitió al socialista Patxi López convertirse en el primer y único lendakari no nacionalista, en unas elecciones donde el PNV, como siempre, obtuvo más votos que ninguno y la izquierda 'abertzale' se presentó con unas siglas de circunstancias, todavía sin recomponerse tras la ilegalización del brazo político de ETA. Hoy una opción alternativa al nacionalismo es una quimera.
Desde entonces, la suma nacionalista de conservadores y de izquierda 'abertzale' se ha disparado. Los bastiones nacionalistas se refuerzan y el nacionalismo ha penetrado también en los antiguos feudos constitucionalistas. En municipios pequeños como Oreja y Orendáin (Guipúzcoa) o en barrios de ciudades pequeñas como Galdácano (Vizcaya) el voto nacionalista roza el 100% de media en todas las elecciones autonómicas vascas. O sea que en cuatro décadas sus vecinos no han metido en la urna una papeleta que no sea nacionalista. Eso no cambia.
Por contra, sí se ha matizado el color de los antiguos feudos constitucionalistas. Ermua (Vizcaya), la localidad vasca con mayor porcentaje de voto no nacionalista de media en todas las elecciones autonómicas, se acercó a una mayoría de voto soberanista en las pasadas elecciones. Vitoria, la ciudad con menor media de voto nacionalista, superó por primera vez el 50% de apoyo a los soberanistas en las últimas autonómicas. En la capital de Álava, de hecho, Bildu fue el partido más votado en las elecciones municipales de mayo del año pasado.
En el sistema electoral vasco cada una de las tres provincias aporta 25 escaños al Parlamento autonómico, a pesar del menor peso demográfico de Álava en comparación con Vizcaya y Guipúzcoa. La partida en Vitoria, con el 76% de la población de la provincia, es fundamental para decantar la victoria. Álava ha ido poco a poco mudando de color y ha dejado de confirmar la certeza histórica de bastión constitucionalista, tal y como Vizcaya siempre ha estado dominada por el PNV y Guipúzcoa por la izquierda 'abertzale'.
Si en Vitoria en las pasadas elecciones autonómicas los partidos nacionalistas superaron por primera vez el 50% de los votos, en Bilbao y San Sebastián rompieron la barrera del 60%, un techo que nunca habían traspasado. Este desborde ocurrió con un 67% de voto nacionalista en el conjunto del País Vasco, mientras que la proyección para estas elecciones es todavía superior, cerca del 70%, según las encuestas. La previsión, por tanto, es que el soberanismo ocupe todavía más espacio político.
En otras grandes ciudades vascas como Baracaldo y Portugalete (Vizcaya) o Irún (Guipúzcoa), antiguos bastiones socialistas, tradicionalmente fuerte en las localidades industriales, los nacionalistas fueron también mayoría por primera vez en las pasadas elecciones. Ciudades como Guecho, Santurce, Basauri y Lejona (Vizcaya) o Rentería y Éibar (Guipúzcoa) rompieron por primera vez el techo del 60% de voto nacionalista, según el análisis de los resultados históricos de las elecciones autonómicas de 1980 a 2020.
Las localidades grandes tradicionalmente nacionalistas están en máximos de apoyo soberanista. Las guipuzcoanas Zarauz, Mondragón y Hernani y la vizcaína Amorebieta superaron el 75% de voto nacionalista. Guernica, Bermeo (ambas en Vizcaya) y Tolosa (Guipúzcoa), más del 80%. La guipuzcoana Azpeitia es la localidad de mayor tamaño con más de un 90%.
Pactos de gobierno
Si bien no hay duda de que el nacionalismo vasco arrasará en las elecciones, la principal incertidumbre que se despejará el día 21 es si el PNV será capaz de revalidar su posición como partido más votado, como ha ocurrido desde las primeras elecciones autonómicas, o si la izquierda 'abertzale', actualmente bajo el nombre de Bildu, consuma el adelantamiento y ocupa la primera posición. Con la izquierda radical nacional dividida en Podemos y Sumar, la 'abertzale' aspira a quedarse con todos sus escaños, con una estrategia similar a la del BNG en Galicia, otros socios nacionalistas de Sánchez.
La incertidumbre del día después de las elecciones es, en teoría, menor: si PNV y Partido Socialista de Euskadi (PSE) suman mayoría absoluta en el Parlamento vasco –38 escaños– revalidarán gobierno, como en los últimos doce años. Si no suman, el PP podría ser la llave para permitir, sin entrar, un nuevo gobierno de peneuvistas y socialistas. Aunque ganara Bildu, el PSE ha negado cualquier posibilidad de pactar con la izquierda 'abertzale' para darle el Gobierno vasco, al contrario de lo que sí ha hecho en el Ayuntamiento de Pamplona. Aunque un pacto PSE-Bildu es una opción que nadie puede descartar en unas elecciones futuras, un acuerdo ahora es complicado porque podría hacer caer el Ejecutivo de Pedro Sánchez por la retirada de los apoyos del PNV.
¿Y un pacto entre nacionalistas? Enfrascados por la lucha por el primer puesto, un acuerdo entre PNV y Bildu que suponga una reedición del Pacto de Estella (1998) está hoy descartado. El candidato del PNV ni siquiera respondió a la petición del nuevo cabeza de lista de Bildu, Pello Otxandiano. Sin embargo, mientras que el camino independentista emprendido en Cataluña queda ahora lejos en el País Vasco, no ocurre lo mismo con la revisión estatutaria, con los soberanistas siempre dispuestos a alcanzar nuevas cotas de autogobierno.
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