El museo que cambió una ciudad: 25 años del Guggenheim de Bilbao
Concebido en una servilleta por Frank Ghery, el museo logró que Bilbao saliera de su decadencia
El asesinato etarra que manchó de sangre la inauguración del Guggenheim
![Arriba, el boceto del Guggenheim que Ghery plasmó en una servilleta. El museo que cambió por completo la ciudad](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/08/20/guggen-R2e8819Jd2TFlmcwvO2r8OL-1240x768@abc.jpg)
Cuentan que fue en una servilleta de papel donde Frank Ghery mostró por primera vez a los responsables del proyecto las curvas imposibles que había ideado para el museo Guggenheim de Bilbao. Ese fue el primer boceto del nuevo museo de la ... ciudad, que a principios de los años 90 se recibió con una mezcla de asombro, incredulidad y sorna.
Muy pocos creyeron entonces que un museo vanguardista pudiera tener cabida en una ciudad industrial en declive. «Los principios fueron muy controvertidos», recuerdan todavía hoy en la oficina de comunicación del museo quienes vivieron el proceso desde su comienzo. «Era un diseño tan pionero y singular que no había nada con lo que compararlo», añaden.
![El diseño de Frank Ghery (abajo), emplazado junto a la ría, fue polémico por su audacia](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/08/20/frank-U67671602364Krz-624x600@abc.jpg)
Y es que, a las curvas imposibles del boceto de Ghery se unió un material nunca antes visto en las calles de Bilbao. La obsesión del arquitecto canadiense era lograr levantar su proyecto tridimensional utilizando un «único material». Buscaba, además, un tono grisáceo que recordara el pasado industrial de la ciudad, y por eso sus primeros intentos los realizó con acero inoxidable. Sin embargo, unas pocas pruebas le bastaron para comprobar que con el agua (y en Bilbao llueve bastante), perdía el brillo y aparecía mustio, como «muerto».
Fue en mitad de esa frustración cuando se cruzó por casualidad en su estudio con un trozo de titanio. Probó a echarle agua y no sólo no perdía su brillo, sino que, incluso se realzaba y adquiría un tono dorado. «Tuvimos la suerte de contar con un Frank Ghery en estado de gracia que entendió muy bien desde el principio cuáles eran nuestras necesidades», añaden desde el museo.
El proceso de construcción no estuvo exento de burlas. A medida que los operarios iban ensamblando las planchas metálicas, su tono brillante resaltaba sobre el gris plomizo de una ciudad más bien sucia y en la calle los vecinos se preguntaban cual sería el resultado final de aquel edificio que no se parecía a nada de lo construido hasta entonces. «A mí me parece un barco», «es como una lata», «dicen que cuando uno lo mira desde el monte parece una rosa», repetían sin cesar los bilbaínos con cierto retintín. Los comentarios irónicos no eran más que la consecuencia directa de la fuerte oposición social y política que surgió inmediatamente después de que en 1992 se presentara el proyecto.
En la calle chocaba que se apostara por un museo vanguardista cuando la ciudad vivía su peor momento económico
En la calle chocaba que se apostara por un museo vanguardista mientras la ciudad vivía su peor momento económico. La crisis industrial estaba provocando el cierre en cascada de fábricas históricas y el paro se había disparado por encima del 25%. En mitad del pesimismo económico reinante, muchos no entendían la necesidad de afrontar una inversión inicial de 20.000 millones de pesetas (más de 120 millones de euros).
Además, en una ciudad sin tradición de arte contemporáneo, había dudas acerca de la calidad de las obras de arte y tampoco terminaban de ver con buenos ojos que fuera una institución neoyorquina, la Fundación Solomon R. Guggenheim, la que tutelara una institución vasca.
Oteiza calificó el acuerdo de «culebrón propio de Disney» y totalmente «antivasco»
Una de las voces más críticas fue la del escultor Jorge Oteiza. Calficó el acuerdo de «culebrón propio de Disney» y totalmente «antivasco». Temía que la dimensión internacional del proyecto provocara la «paralización» de actividades culturales locales. Llegó a escribir una carta al entonces lendakari, José Antonio Ardanza, exigiendo romper el acuerdo con la fundación neoyorquina. Los reproches también eran constantes desde el ámbito político. El proyecto incluso recibió críticas del PSE, socios del PNV en el Gobierno vasco.
Objetivo de ETA
El museo también se convirtió en objetivo de la banda terrorista ETA. Justo al lado del Puppy, el perro de grandes dimensiones que custodia la entrada, una placa recuerda a Txema Agirre. El joven ertzaina de 35 años se encontraba vigilando la entrada al museo cuando apenas faltaban cinco días para su inauguración oficial. En un momento dado sospechó de tres hombres, que con una furgoneta con matrículas falsas simulaban llevar flores para la inauguración.
ETA pretendía activar varios explosivos en un acto al que acudirían el Rey, Aznar y el lendakari
En realidad las macetas escondían varios lanzagranadas que los etarras pretendían activar por control remoto durante el acto institucional al que habían confirmado su asistencia el Rey, el presidente del Gobierno y el lendakari. Al verse descubiertos uno de los terroristas, le disparó a bocajarro. Agirre pasó varios días agonizando en el hospital y finalmente falleció.
A pesar de que en aquel momento el director del museo, Juan Ignacio Vidarte, reconoció que no les cogía «por sorpresa», lo cierto es que hasta el momento la cultura no había sido nunca objetivo de ETA. Una teoría que han manejado fuentes antiterroristas es la de que ETA buscaba un golpe de efecto internacional en pleno juicio a la mesa nacional de HB.
Otros piensan que decidió ir contra un elemento de polémica social repitiendo la estrategia que ya había utilizado contra la central nuclear de Lemóniz o el Tren de Alta Velocidad. Lo cierto es que el asesinato del ertzaina provocó una fuerte contestación social con la que ETA no contaba. 250.000 personas se manifestaron en Bilbao en repulsa por el asesinato. Sea por la contestación social o por el cariño con que acogieron los bilbaínos el museo, lo cierto es que el Guggenheim nunca más volvió a ser objetivo de los terroristas.
Los bilbaínos, del escepticismo a la adoración
Ninguno de los malos augurios se cumplió. Más bien al contrario. El 18 de octubre de 1997 el reluciente edificio se presentó al mundo con el propósito de convertirse en el icono del 'nuevo Bilbao' y superó ya desde el inicio la previsión de visitantes. «Hubo un cambio rapidísimo en la percepción de los bilbaínos», explican desde el Guggenheim.
El 62% son visitantes extranjeros
Una de sus virtudes ha sido, además, conseguir que el 'boom' inicial se transformara en un «éxito sostenido». Tanto es así que en estos 25 años han pasado por la pinacoteca más de 24 millones de visitantes; es decir, más de un millón al año. De ellos, el 62% son visitantes extranjeros, lo que ha contribuido a poner la ciudad de Bilbao en el mapa internacional. Todo ello se traduce en un importante impulso económico para la ciudad. Según el último informe del museo, su actividad genera una demanda anual de más de 197 millones y el 80% de ese dinero se refiere a gastos que realizan los visitantes en bares, restaurantes o comercio local. Se calcula que en 2021 aportó más de 173 millones de euros al PIB y contribuyó a mantener 3.694 empleos.
Desde la oficina de comunicación explican que esta continuidad en las visitas se explica por el dinamismo de su programación. Cada año se programan una decena de exposiciones temporales. «Aunque los visitantes repitan, siempre se encuentran un museo nuevo», añaden.
En foros académicos incluso se habla del 'Efecto Guggenheim' o 'Efecto Bilbao'. Se refiere a un modelo de planificación urbana que surgió tras el éxito bilbaíno y que busca la mejora económica y social de las ciudades a través de proyectos icónicos. Para Jon Leonardo Aurtenetxe, catedrático emérito de Sociología de de la Universidad de Deusto, la novedad fue apostar por dar «un golpe de timón» y apostar por un elemento cultural como «tractor de la revitalización metropolitana». En sus estudios ha concluido que el éxito radicó entonces en la existencia de un «proceso integral» de transformación donde el Guggenheim no era más que la punta del iceberg.
Amortizado en 6 años
Beatriz Plaza, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco, que ha estudiado la vertiente más económica del fenómeno, destaca en sus investigaciones el lavado de cara que supuso la pinacoteca para Bilbao. Calcula que la inversión inicial se había recuperado «en seis años» pero resalta que, además, logró «aumentar la calidad de vida de los ciudadanos» de «más formas de las esperadas».
Conforme se recuperaba la inversión también se renovaba el entorno. Dos años después el moderno palacio de congresos, Euskalduna, había sustituido a los antiguos astilleros y los bilbaínos pasaron de pasear junto a una ría contaminada a hacerlo por una agradable alameda con palmeras. El auge del turismo también incrementó las aperturas hoteleras, la oferta gastronómica y el salto de James Bond desde una azotea con vistas al Guggenheim puso de moda la ciudad como plató cinematográfico. Incluso Jorge Oteiza reconoció su error y terminó por firmar un acuerdo de colaboración con el museo en 1998.
Si bien gran parte de su éxito ha sido «no dormirse en los laureles», el lema de sus bodas de plata, 'el arte inspira el futuro', no puede sino entenderse como toda una declaración de intenciones. «Continuaremos adaptándonos», aseguran. De hecho, el museo ya tiene preparado su proyecto de ampliación con una sala de exposiciones basada en la sostenibilidad que se ubicará en la reserva de la biosfera de Urdaibai.
A la espera de ver cómo se materializa ese proyecto, han preparado un amplio programa de exposiciones, conciertos y eventos culturales. La estrella del aniversario está siendo 'Motion', una exposición comisariada por Norman Foster que propone una reflexión sobre el valor artístico del automóvil. Para la ocasión se han reunido 38 coches históricos que dialogan con 300 obras de arte. El éxito ha sido tal que por primera vez el museo ha anunciado que ampliará su horario.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete