Las monjas de Estíbaliz, pioneras en servir cañas a los peregrinos
Quince religiosas han llegado al santuario donde se encuentra la patrona de Álava con una misión: revitalizarlo. Así que se han remangado los hábitos para servir café, tortilla de patata y también cerveza
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Al Greco le habría gustado pintarla, con su hábito negro y el griñón blanco inmaculado cubriéndole la cabeza. Es una monja enjuta que nos aguarda, quieta como una estatua, a la puerta del monasterio de Estíbaliz. Se presenta como sor Fátima María, la madre superiora, y nos tiende la mano con un gesto único. En sus ojos asoma una paz acogedora. Resulta extraño, pero es una persona a la par hierática y alegre. Es media mañana de un día luminoso, claro y la fachada del Santuario de Nuestra Señora de Estíbaliz tiene un punto de majestuosidad.
Sor Fátima se mueve con desparpajo por este santuario románico, como si llevase toda la vida habitándolo, aunque en realidad lleva poco más de un año, desde mayo de 2023, cuando el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, le encargó a su comunidad de las Hermanas Peregrinas que se hicieran cargo del santuario alavés. Pero no fue ese su único encargo, también les pidió que recuperasen el antiguo bar del mismo, y, más adelante, hagan lo propio con la hospedería.
Le seguimos con curiosidad. Nos cuenta que recientemente han celebrado el Año Jubilar, porque el Santuario de Estíbaliz ha cumplido en mayo 100 años y por eso hasta el pasado 6 de ese mes quien subiera a Estíbaliz podía recibir el Jubileo. O lo que es lo mismo, vería perdonados todos sus pecados.
Pero nuestra visita tiene un objetivo muy concreto: el nuevo bar que han abierto las monjas y a él nos dirigimos. Los monjes benedictinos llevaban 99 años en el Santuario de Nuestra Señora de Estíbaliz, cuando en septiembre de 2022, la falta de relevo en la congregación les obligó a hacer las maletas. Unos meses más tarde, llegaron al santuario sus nuevas inquilinas, las Hermanas Peregrinas de la Eucaristía, con sor Fátima María a la cabeza, que se encuentra en perfecta alineación con el obispo de Vitoria y, por supuesto, con el Papa Francisco, a diferencia de las monjas clarisas de los cercanos monasterios de Orduña y Belorado, en Burgos, que se declaraban en rebeldía en esta semana.
![Imagen principal - El bar restaurante Amaren significa 'la casa de la madre' y se ha convertido en la sensación gastronómica entre los fieles que se acercan al santuario](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/15/monjas-3-U46073671788tMJ-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - El bar restaurante Amaren significa 'la casa de la madre' y se ha convertido en la sensación gastronómica entre los fieles que se acercan al santuario](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/15/monjas-4-U11268143736XaI-464x329@diario_abc.jpg)
Las 15 religiosas llegaron a Estíbaliz con la misión de revitalizar el santuario en el que se encuentra la patrona de Álava y, además, no tienen complejo alguno en remangarse el hábito para servir cafés, pinchos y cervezas, porque 'no solo de pan vive el hombre, también de toda palabra que sale de la boca de Dios'. Y además la fe no se puede llevar sin el gobierno de las tripas. «Eso sí, esto no lo hacemos por dinero«, remarca la madre superiora de Estíbaliz al referirse al nuevo bar-restaurante 'Amaren' (que significa 'la casa de la madre', en euskera) que se ha convertido en la sensación gastronómica de los fieles que se acercan al santuario. Se ponen detrás de la barra «con cariño y con la gracia de Dios», destaca sor Fátima María.
Los quince milagros
En este paraje tranquilo, se instalaron los monjes benedictinos hace casi un siglo, pero la falta de relevo generacional y la avanzada edad de los tres monjes que componían su comunidad en sus últimos días, propició su salida tras un periodo de cierres y aperturas intermitentes del antiguo bar del santuario. «El obispo nos pedía que rezáramos para se produjera un milagro que salvara al santuario de Estíbaliz y se produjeron no uno sino quince milagros», explican fuentes de la diócesis de Vitoria.
En mayo de 2023 se instalaron en Estíbaliz, quince Hermanas Peregrinas de la Eucaristía, una joven congregación religiosa fundada en Colombia. Y con ellas llegaron nuevos aires al enclave alavés. Las peregrinas llegaron tras ocho meses de silencio sepulcral en este histórico lugar. Ahora son 18, de edades comprendidas entre 18 y 40 años y de diferentes nacionalidades; española, colombiana, argentina, polaca, y hasta estadounidense. Llegaron con su música, su juventud, su fe y alegría con el cometido de revitalizar el santuario y para ello, además de sus rezos, se han remangado los hábitos.
Entre ellas, hay dos ingenieras y una arquitecta, formación que ha sido especialmente útil para acometer la puesta al día de unas viejas y maltrechas instalaciones que requerían algo más que un lavado de cara. A su llegada al santuario, las monjas se propusieron abrirlo de nuevo y tras meses de trabajo y acondicionamiento llevado a cabo por ellas misma, el 19 de marzo (día de San José), fue inaugurado y bendecido el establecimiento por el obispo de Vitoria, quien previamente celebró misa en la iglesia.
Sor Fátima, monja del Santuario de Estíbaliz
«Creo que mucha gente pensará que lo nuestro es inusual porque nunca lo han visto. Pero ya sabes, no es pecado tomarse una cerveza»
«Estíbaliz gana muchísimo con el bar», comenta una peregrina mientras da un mordisco a un pincho de tortilla. «El sitio estaba muerto y las monjitas le han dado vida», apostilla su marido, que apura un vermú rojo en la terraza del bar tras la misa dominical del día de La Ascensión.
Durante estos meses, las hermanas han recibido formación de hosteleros alaveses que se han prestado a ayudarlas de forma totalmente desinteresada y voluntaria. Han recibido cursos de cocina y gastronomía de la zona, han aprendido a tirar cañas y hasta se atreven ya con creaciones propias, como sus helados artesanos y sus dulces de miel, que han bautizado como 'estizitos'.
«Esta es 'la casa de la madre' y la madre ha de preocuparse por conocer los gustos de sus hijos», dice una de las religiosas mientras ofrece pinchos de tortilla de patata, conocedora ya de que está en tierra patatera, y las patatas de esta zona de la Llanada alavesa tienen especial buena fama.
Abierto toda la semana
El bar y el restaurante están abiertos los siete días de la semana para aperitivos, comidas y meriendas, para familias y también para grupos. Además, quieren abrir en breve la antigua hospedería que se están encargando de reformar y acondicionar. En Estíbaliz se respira paz y la llegada de la Pascua florida se nota en este paraje, pero tal vez lo que más se hace evidente es el dinamismo de las hermanas, que con guitarra en mano y siempre dispuestas a cantar, animan el ánimo a los visitantes, sean cristianos o no.
«Creo que mucha gente pensará que lo nuestro es inusual, porque nunca lo han visto. Pero ya sabes, no es pecado tomarse una cerveza», dice la hermana sor Fátima María, a la par que añade que el bar constituye una «puerta abierta para evangelizar«. De hecho, al servir las cervezas también entregan un papelito con alguna frase evangélica o piadosa, algo que los visitantes agradecen con una sonrisa.
Es hora de volver al mundo. Aquí quedan 18 mujeres de fe y el imponente santuario. Ya desde el coche miramos hacia atrás y le vemos. Está allí, recogiendo las mesas de la terraza del bar. Al reparar en que nos vamos ya, se queda quieta con un gesto de adiós, sor Fátima María.
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