Buenas noticias para Sánchez, malas para la Constitución
Bildu va para arriba y a pesar de que su candidato cree que ETA no es una banda terrorista hay una gran parte de la sociedad vasca que ya los considera la alternativa
Editorial | Bildu ya desafía al PNV
Lo que anoche entró por la ría de Bilbao no fue la gabarra del Athletic, sino un frío húmedo e identitario, como en forma de amenaza a la Constitución. La foto de la campaña electoral no fue la celebración del fútbol, ni el fallecimiento del ... lendakari Ardanza, ni la paradoja de que el candidato de Bildu cometió un error al decir su verdad sobre ETA. La foto de la campaña fue la coincidencia de Pradales (PNV) y Andueza (PSE) en Portugalete en la jornada de reflexión. Ese afectuoso abrazo fue avalado este domingo en las urnas y cierra el debate: los nacionalistas seguirán en Ajuria Enea gracias al apoyo de los socialistas. Por tanto, estabilidad en Vitoria y, a cambio, estabilidad en Madrid.
No obstante, esta realidad no debe obviar una lectura preocupante para Pradales y terrible para la memoria de las víctimas y para nuestra democracia: Bildu va para arriba y a pesar de que su candidato cree que ETA no es una banda terrorista hay una gran parte de la sociedad vasca que ya los considera la alternativa natural a los de siempre. La «paciencia estratégica» como camino fijado por Bildu para seguir creciendo sin dejarse llevar por la ansiedad de gobernar ha sido un éxito. Y un detalle más: en el País Vasco sí vende la influencia en Madrid, que es lo que gracias a Pedro Sánchez ya no es monopolio del PNV. La debilidad del presidente del Gobierno en los últimos seis años ha sido aprovechada por Bildu, que en ese corto espacio de tiempo ha pasado de ser un apestado de la política nacional a recibir todo tipo de parabienes de La Moncloa. Que nadie olvide que en 2019 Sánchez se negó a sentarse con ellos para negociar la investidura y en 2023 se dio un apretón de manos con Mertxe Aizpurua. Y con eso los ha convertido en el partido principal de la izquierda en el País Vasco, lo mismo que sucedió en Galicia con el BNG. ¿Y dónde quedan el PSdG y el PSE? Eso a Sánchez le importa poco, porque para él el partido no es más que un medio para un solo fin: el poder central. Que le pregunten a Javier Lambán, a Ximo Puig, a Guillermo Fernández Vara. Al menos Eneko Andueza (PSE) puede decir que sí, que va a hacer lendakari a la derecha conservadora y nacionalista vasca, pero que ha mejorado resultados; y es verdad.
Hoy, en La Moncloa y en Ferraz brindan porque estas elecciones no cambian el 'statu quo' en Madrid, de manera que Sánchez se puede centrar ahora en mantener el equilibrio imposible de los socios catalanes. Quedan cuatro días para el inicio de la campaña en Cataluña y esa sí es la madre de todas las batallas. Los socialistas la afrontarán con la tranquilidad de saber que el 21A no cambia nada en términos de apoyos parlamentarios vascos en Madrid. Eso sí, y esto es importante: en el programa de Pradales pone claramente que quiere un nuevo estatuto de autonomía que suponga un nuevo estatus del País Vasco y una nueva relación con el Estado. Esto se llama consagrar la bilateralidad y hacerlo por los cauces legales. ¿Se siente Sánchez interpelado por esta promesa? Hacerlo por los cauces legales implica contar con el apoyo de las Cortes Generales, lo que quiere decir con el voto afirmativo del PSOE. ¿Está dispuesto Sánchez a dar ese salto en el modelo territorial sin contar con la derecha? ¿Está el Partido Socialista preparado? Tras el recuento, Pradales (cuando al fin Andoni Ortuzar le dejó hablar) no hizo referencia alguna al modelo territorial. No era el momento, no es su estilo ir a las bravas, pero ese objetivo está en su programa y el pacto de investidura del PNV con Pedro Sánchez les sigue el juego. Ahí está la semilla del disenso.
El domingo en el País Vasco se puso la primera piedra para un nuevo desafío al Estado: intentará ser legal, sí, pero está muy lejos de los consensos del Estatuto de Guernica. La literalidad del pacto de investidura de Sánchez con el PNV resuena ya como aquella frase de Zapatero en 2003: «Aprobaré lo que venga del Parlamento de Cataluña».
El 21A arroja buenas noticias para el tacticismo de Sánchez, terribles resultados para la memoria de las víctimas y malos augurios para la Constitución. Es cuestión de tiempo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete