El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (VIII): asaltar el cielo vasco
Octava entrega del diario de comentarios enfrentados de los columnistas de ABC José F. Peláez y Chapu Apaolaza sobre la campaña vasca
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POR JOSÉ F. PELÁEZ
Iglesias en Bilbao
Ya estamos todos, Chapu. Iglesias ha llegado a Bilbao. En avión, claro, no va a ir en tren. Ya sabes que Podemos pide prohibir los vuelos si el trayecto se puede recorrer en menos de cuatro horas de tren. Madrid-Bilbao son 4:44 y ... yo creo que lo ha elegido por eso. Si llega a dar el mitin en Vitoria le habría tocado irse a Chamartín –que parece Chernóbil y se iba a sentir como en casa– y ahí pillar el mismo Alvia que voy a coger yo el miércoles para ver qué se cuece por allí, además de caracoles. Aunque ya sabes que en Podemos también están en contra de la Alta Velocidad porque la van a usar los ricos y porque forma una cicatriz que destroza los montes vascos. Son las únicas cicatrices que les interesan. Aparte, supongo que quieren que vayamos andando. O en bici. O mejor aún, que no vayamos.
Las cosas del progreso, Chapu. No hay nada tan reaccionario como estos falsos ecologistas. Si por ellos fuera, viviríamos en el siglo XIX y tendríamos unas nuevas guerras carlistas. Y no preguntes con quién irían ellos, que quizá te llevarías una sorpresa. Es curioso ver cómo se cambian las tornas. Los requetés se han vuelto progresistas y los progresistas odian el progreso. ¡Parecen amish!
En fin. A Iglesias todo eso le importa poco. Su único objetivo es quedar por delante de Sumar, es decir, de Yolanda y de Errejón. Y creo que lo va a conseguir. Si para eso tiene que ir a Lekeitio en trainera, pues lo hace. A lo mejor es la primera vez que en Vizcaya se encuentra con más resaca en la tierra que en el mar.
POR CHAPU APAOLAZA
Y en la herriko de 'aliade'
Ahora que hablas de Iglesias en campaña, yo me lo imagino andando por Bilbao en una familiaridad melancólica como esos cantantes que han llenado estadios y a los que de pronto nadie reconoce. O como esos toreros que salen por la puerta grande de Las Ventas y al día siguiente van a ronear por la plaza de Santa Ana o Velázquez y nadie se tira una foto con ellos. De ti y de mí no se acordará ni la madre que nos parió, pero aquí estamos, echando una partida en este frontón de la historia de la prensa española.
La llegada a Euskadi es imagen de muchas cosas. Yo vine en moto, contaminando como un perfecto fascista. La izquierda abertzale siempre quiso a esta tierra aislada –normal en quien considera impuro al de fuera– y no querían aeropuerto en Fuenterrabía ni autovía del Leizarán y ponían bombas, pintadas y mataban a los de seguridad. Después, la gentona abertzale cogía la A-15 con el Audi A-4, tracción a las cuatro ruedas y neumáticos de invierno, para ir a la manifa en Pamplona en 45 minutos y estar en Donosti para cenar.
Recuerdo cuando Iglesias se apareció en una herriko en 2016 a decir que ETA era la única que entendió que en España no había derechos. Le gustaba mucho eso, ¿te acuerdas? Asumió perfectamente el papel de 'aliade' de ETA y llevaba dentro esa épica falsa de la revolución socialista del pueblo vasco y se «emocionaba» al ver cómo pateaban las cabezas a los de la UIP como uno de Lekeitio viendo pasar la gabarra. Patxi López se lo recriminó mucho, ahora pierde el 'ipurdi' (culo en castellano) por sus cuatro votos. Lo que es la vida, Peláez.
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