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Bilbao abre su particular ventana al centro de la tierra

Olafur Eliasson crea una atmósfera onírica en plena calle gracias a un juego de minerales y caleidoscopios

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El alcalde de Bilbao, Juan María Aburto, y el director del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, escuchan las explicaciones de Olafur Eliasson EFE

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Detenerse y observar desde una perspectiva nueva. Es la invitación que ha lanzado hoy Olafur Eliasson a bilbaínos y visitantes a través de su obra 'Beneath Bilbao, the curious planet'. Se trata de una instalación luminosa en plena calle que surge de la colaboración entre el Ayuntamiento de Bilbao y el Museo Guggenheim.

La obra está compuesta por siete elementos romboides de acero y de vidrio. Situados directamente bajo el pavimento, cuando uno mira a través de ella tiene la sensación de estar mirando literalmente al centro de la tierra.

El artista danés-irlandés compara las piezas con piedras preciosas. Invitan al espectador a recorrer el trayecto entre unas y otras a través de las formas sugerentes que forma cada una de las ventanas del suelo. Son construcciones geométricas y orgánicas al mismo tiempo, con bordes nítidos y textura mineral, pero que en realidad no son más que las ilusiones que genera el conjunto de espejos y caleidoscopios.

Eliasson compara el proceso de contemplación de la obra con un recorrido en el que el espectador tiende a «aminorar» la velocidad debido a las características de su construcción. Y «desacelerar», recuerda, significa «estar presente», un concepto cada vez más olvidado en las estresadas sociedades del siglo XXI. «Las cámaras subterráneas de espejos ofrecen un instante de reflexión en el que disfrutar de una visión caleidoscópica de materiales extraordinarios que solemos pasar por alto, y tomar conciencia de nuestra presencia en la Tierra», ha descrito.

En la obra, además, cumplen un papel fundamental los siete minerales y rocas de Vizcaya. son la calcita, la limonita, la goethita, la siderita, el basalto, la arenisca y la caliza. Todas ellas están cuidadosamente seleccionadas debido a su importancia en la historia de la industria y la minería de la región. Eliasson las ha dispuesto de manera estratégica para que reflejadas en los espejos de cada caleidoscopio generen formas geométricas de texturas y colores. Su espectacularidad se eleva a máximos al caer la noche, cuando los caleidoscopios iluminan la calle para crear una atmósfera «singular y onírica».

La instalación es fruto del acuerdo de colaboración que firmaron el Ayuntamiento de Bilbao y el Museo Guggenheim en agosto de 2020. En él se comprometieron a fortalecer su alianza con el objetivo de desarrollar mejoras en la ciudad, centrándose especialmente en la presencia y visibilización del arte en el espacio público.

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