Nicolás Redondo, el vasco que mamó socialismo pero quiso tener voz propia
El exlíder de los socialistas vascos, ahora expulsado de la militancia en el PSOE, es hijo y nieto de históricos dirigentes del partido, que encabezó en el País Vasco en pleno apogeo de ETA
El PSOE da un paso más y expulsa a Nicolás Redondo por discrepar

Nicolás Redondo Terreros (Portugalete, Vizcaya, 1958) mamó socialismo desde la cuna. Hijo y nieto de socialistas y sindicalistas históricos, se afilió a las Juventudes Socialistas de España en 1975, en plena dictadura aún (ese año murió Franco), cuando introducirse en ese mundo no garantizaba ... momio alguno ni un cálido puesto en una lista electoral, antes al contrario. A los diecisiete años sabía el coste personal de meterse en política, aquello que, según es fama, las madres de la época siempre desaconsejaban a sus hijos.
En plena infancia se trasladó junto a su familia a Las Hurdes, la comarca extremeña a la que había sido desterrado su padre, Nicolás Redondo Urbieta, fallecido este mes de enero, un obrero metalúrgico detenido y procesado por el régimen franquista en numerosas ocasiones, en algunas de ellas, como en 1967, junto al histórico socialista vasco Ramón Rubial y junto al también sindicalista Eduardo López Albizu, padre de Patxi López. El hoy portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados y exlendakari es apenas un año más joven que Redondo y ambos se conocen desde pequeños, por la ligazón política de sus respectivos progenitores.
Pero si López siempre siempre hizo vida de y en el partido —donde incluso conoció a su mujer— hasta hoy, Redondo hijo, por el contrario, se dedicó en cuerpo y alma a la militancia, y andado el tiempo a los cargos de responsabilidad, pero siempre abriendo otras ventanas profesionales y vitales. Se licenció en Derecho en Deusto y allí tuvo su primera novia, y más tarde conoció a la que luego sería su mujer «tomando copas por Bilbao», según relatan quienes conocen a la pareja.
Frisando ya ambos, López y Redondo, la edad legal de jubilación, el primero sigue en un cargo relevante del partido y el otro acaba de ser expulsado de la militancia en el mismo por discrepar en público de algunas decisiones del actual secretario general, Pedro Sánchez, sobre todo por su acercamiento al espacio a la izquierda del PSOE (antes Podemos, ahora Sumar) y muy singularmente por sus pactos con las fuerzas del independentismo catalán y vasco, este último con la 'auctoritas' de quien lo combatió en primera línea, en pleno apogeo de ETA.
Los años duros contra ETA
En una reciente entrevista con ABC, afirmó: «Yo no voy a discutir que hemos ganado a ETA, estamos discutiendo si un partido como Bildu, que ha metido en sus listas a condenados por terrorismo, y que no ha renunciado en absoluto, sino que lo rentabiliza, a la herencia de la banda terrorista, puede ser protagonista de la vida española. Eso es lo que discuto».
Y también recordó en esa entrevista su cohabitación con Arnaldo Otegi en el Parlamento Vasco, cuando el que era su número dos en el PSE, Fernando Buesa, fue asesinado por ETA: «Recuerdo su rostro inmutable, sin ninguna emoción, cuando pusimos un ramo de flores en el escaño de Fernando Buesa. No tuvo ninguna reacción ante el asesinato de alguien con el que discutía y hablaba en el Parlamento Vasco. El día del asesinato Fernando y yo estábamos en San Sebastián, me dijo de ir a comer, pero yo tenía un compromiso en Bilbao. Volvió a su casa en Vitoria y allí le mataron».



Pero por muchas y hondas que hayan sido las críticas de Redondo a su partido, al que por ejemplo siempre le ha reclamado un mayor entendimiento en grandes cuestiones de Estado con el Partido Popular (PP), nunca pretendió dejar de ser socialista de carnet ni dejó de acudir a las urnas para votarlo. Con motivo de las municipales y forales del pasado 28 de mayo, Redondo (que aunque pasa gran parte del año en Madrid sigue empadronado en Vizcaya) se encontró con un alto dirigente de la ejecutiva del PSE justo al salir de su colegio electoral. Y tras los saludos de rigor, le espetó en broma: «Qué, ¿no os fiais de mí?», a lo que su interlocutor contestó: «De ti sí, de otros que tienen menos fama no tanto».
Con Pedro Sánchez mantuvo una agradable conversación en la capilla ardiente de su padre, instalada tras su fallecimiento los primeros días de este año en la sede central de UGT en Madrid. Y entonces agradeció mucho que Patxi López interrumpiese sus vacaciones de Navidad en el extranjero para acudir a darle el pésame. Hasta con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, bajo cuyo mandato dimitió en 2001 como líder del PSE por discrepancias serias sobre la política a seguir en el País Vasco, ha mantenido un buen trato personal. E incluso salió a defenderle durante un acto en una embajada española de un país sudamericano en 2011 —cuando su tiempo en La Moncloa acababa de manera abrupta—, donde varios de quienes incluso trabajaban para su Gobierno comenzaron a despellejarle en privado.



Redondo siempre distinguió la crítica política del trato personal, y se esforzó en tener una voz propia y expresar sus críticas, pero con lealtad, en este último año en diversos actos del colectivo Francisco Giner de los Ríos, que integran varios veteranos afiliados y exdirigentes como él. Pero no le ha servido para seguir con la militancia socialista, en su caso casi una tradición familiar que antes que su padre ejerció su abuelo Nicolás Redondo Blanco, uno de los primeros concejales del PSOE en Vizcaya, que fue condenado a muerte al terminar la Guerra Civil, condena que luego le sería conmutada. Casi un siglo después, su nieto Nicolás ha sido purgado del partido que tanto debe a ese apellido.
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