entrevista
Nicolás Redondo: «Ningún secretario general del PSOE ha tenido tanto poder como Sánchez»
El antiguo líder del socialismo vasco encabeza un grupo de antiguos dirigentes críticos con el partido
«Recuerdo su rostro inmutable, sin ninguna emoción, cuando mataron a Buesa, con el que él debatía», comenta sobre Otegi
Cuando se habla de Nicolás Redondo Terreros (Portugalete, Vizcaya, 1958) se suele escribir su segundo apellido, el único que le distingue de su padre, el histórico líder de la Unión General de Trabajadores (UGT), fallecido el pasado enero. Fue entonces, en la capilla ardiente ... instalada en la sede central del sindicato en Madrid, cuando pudo hablar por última vez con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que acudió a dar el pésame. «Es muy agradable en el trato personal», asegura al recordar ese momento, aunque confiesa que «le he tratado poco».
A punto de cumplir 65 años, Redondo habla así desde el despacho en Madrid de la Fundación Alma Tecnológica, que preside, dedicada a programas de inserción laboral para personas con discapacidad psíquica. Y lo hace sobre un secretario general de su partido de siempre, el PSOE, que le abrió expediente por haber recibido en un acto de esa Fundación a Isabel Díaz Ayuso en la campaña autonómica de 2022, lo que hizo con otros candidatos. Presume de saber «separar» lo personal de lo político. Sobre lo segundo versa la entrevista, realizada justo al día siguiente del acto del colectivo Fernando de los Ríos junto al sucesor de su padre en la UGT, Cándido Méndez, en el que se vertieron duras críticas a la actual estrategia socialista.
—En el acto se reunió un buen puñado de dirigentes críticos con la línea del partido. ¿Eso tiene traslación en el interior de la formación?
—A nosotros no nos tiene que temer nadie, no vamos a discutir ningún puesto en una lista. Nosotros habíamos preparado el acto antes del desastre electoral del 28M, y nos limitamos a mostrar nuestra preocupación por cuestiones que nos parecen vitales y que han sido causa del resultado: la política de alianzas, el discurso político y la vida interna.
—Vayamos por partes. Muchos dicen que Sánchez prefería a Ciudadanos, pero que Rivera en 2019 no quiso.
—Según quién lo cuente, la responsabilidad es de unos u otros. Pero en cualquier caso, si fue Rivera (que él lo niega) como dice el PSOE, aun siendo cierto, lo que es verdad es que se decidió pactar con Podemos por necesidad. No hay un gobierno en Europa en el que uno de sus socios esté en contra de la OTAN, o que tenga una visión alternativa, entre comillas, a la UE.
—El discurso.
—Creo que el PSOE necesita una reflexión sobre cómo debe ser la socialdemocracia en el siglo XXI. ¿Debe contar con partidos neocomunistas o de un peronismo rampante, que son claramente impugnadores de la democracia representativa? Ahora decimos que sí, aunque sea por necesidad. Yo pienso que no. ¿Es posible que un partido como el nuestro base la estabilidad en un partido [ERC] que participó en un golpe de Estado y en otro partido [Bildu] que no ha renunciado a la herencia de ETA? Yo pienso que no. Creo, además, que el PP no es un partido trumpista, y que frente a los populismos estamos unidos. Difícilmente se puede decir eso de Feijóo.
—Lo orgánico.
—No ha habido ningún secretario general que ejerza de una forma tan poderosa como Pedro Sánchez. Ni Felipe González, que sacó 202 diputados. Tenía contrapesos, personas en su propia Ejecutiva que no eran de su corriente...
—Alguno de apellido Redondo.
—[Sonríe] Sí, Redondo Urbieta, en este caso. Había comités federales que duraban hasta el amanecer. Nuestro partido no es presidencialista. Durante mucho tiempo al secretario general se le llamó primer secretario [un término importado del Partido Socialista de Francia], porque era el primero entre los secretarios. La tradición es de debate, de discusión. No se pueden solventar los grandes problemas entre el individuo y la conciencia del individuo, aunque sea el secretario general elegido en primarias.
—Usted ha llegado a hablar de refundación.
—No lo quieren llamar refundación, pues cambio de rumbo, o cambio de marco político general. Yo creo que eso es necesario. Por lo menos debatirlo.
—¿Qué se debe hacer ante el crecimiento de Bildu?
—Yo no voy a discutir que hemos ganado a ETA, estamos discutiendo si un partido como Bildu, que ha metido en sus listas a condenados por terrorismo, y que no ha renunciado en absoluto, sino que lo rentabiliza, a la herencia de la banda terrorista, puede ser protagonista de la vida española. Eso es lo que discuto. El que diga, Ayuso por ejemplo, que ETA vive, no supo, no sabe lo que era vivir cuando ETA actuaba, no sabe el silencio y el miedo que había en el País Vasco. Eran asesinatos y sangre, eso ha desaparecido. ETA está derrotada, lo hicimos con mucha gente, con las fuerzas de seguridad, con intelectuales como Savater o Juaristi... aunque paradójicamente puede que ganen el discurso.
—Aboga por un acuerdo entre el PSN y UPN en Navarra.
—Navarra es un escenario fundamental. Allí empezó todo. Con el acuerdo subterráneo con Bildu, para que María Chivite fuera presidenta. Es un territorio apetecible para los nacionalistas vascos, que aspiran a la gran Euskal Herria. Ante esa situación, hay que llegar a acuerdos con UPN, en la comunidad y en Pamplona.
—¿Qué recuerda de Otegi?
—Su rostro inmutable, sin ninguna emoción, cuando pusimos un ramo de flores en el escaño de Fernando Buesa. No tuvo ninguna reacción ante el asesinato de alguien con el que discutía y hablaba en el Parlamento vasco. El día del asesinato Fernando y yo estábamos en San Sebastián, me dijo de ir a comer, pero yo tenía un compromiso en Bilbao. Volvió a su casa en Vitoria y allí le mataron.
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