La negociación que vampirizó a Lilith Verstrynge
La número tres de Podemos dimitió de todos sus cargos la semana pasada en medio de un clima interno irrespirable
Yolanda Díaz, desdibujada
Lilith Verstrynge acude a una de las últimas reuniones de Podemos en el Congreso de los Diputados
En los últimos seis meses —sobre todo desde las elecciones generales del 23J— todo lo que envuelve a Podemos ha contribuido a construir una imagen de partido en descomposición. En mínimos históricos de representación institucional y estructural, con Sumar erigiendo su organización en el espacio que ellos desbrozaron hace una década y con la dirección en una estrategia desesperada de repliegue —o Yolanda Díaz o nosotros—, el clima interno en el partido liderado por Ione Belarra es irrespirable, de hostilidad.
El contexto es fundamental para entender el paso atrás de Lilith Verstrynge. La ya exsecretaria de Organización y amiga de Belarra e Irene Montero dimitió el día 26 de su cargo orgánico y dejó su acta de diputada en el Congreso. «Las despedidas son difíciles y tristes», escribió en la red social 'X', antigua Twitter. No quiso explicar más. Horas antes de anunciarlo, Verstrynge llamó a su secretaria general para advertirla y aclarar el porqué. Fue un seísmo total, pero no tan inesperado.
«La Secretaría de Organización es un curro muy ingrato, tenía un papel negociador muy duro», reflexiona un cargo del partido. «Negoció en escenarios electorales horribles y en una racha muy mala. Los resultados fueron malos, salió fatal, pero es que no son atribuibles a ella, no es su culpa», continúa. Verstrynge coordinó las negociaciones entre Podemos, Izquierda Unida y otros partidos a la izquierda del PSOE durante las elecciones autonómicas y municipales del 28M.
Resultados malos
La exnúmero tres logró más acuerdos de coalición con IU que nunca antes y, sin embargo, Podemos sufrió una debacle. Perdió cinco gobiernos autonómicos, desaparecieron de la Comunidad de Madrid, donde nacieron, y de la Comunidad Valenciana, donde tenían una vicepresidencia. No entraron ni en el ayuntamiento de Madrid ni en el de Valencia. Y pasaron de tener 47 escaños en las doce Comunidades Autónomas donde se celebraron las autonómicas, a una quincena.
En el partido cundió el desaliento. Pero la confianza de Belarra en ella siguió intacta y le encargó liderar el tira y afloja con el equipo de Yolanda Díaz para las generales del 23J. La negociación más dura que Podemos tuvo hasta la fecha con el peso de la ansiedad e insatisfacción respecto a los resultados de mayo, un sentimiento de debilidad generalizado en el partido del que Sumar se aprovechó para llegar con una posición dominante a la mesa.
Verstrynge negoció los puestos de Podemos en las listas con el hoy exdirector de gabinete de la vicepresidenta Díaz, Josep Vendrell, y fue a él a quien llamó cinco meses después, cuando Belarra tomó la decisión de romper el pacto electoral al verse maniatados en el grupo parlamentario sin desplegar su acción política.
«En los últimos meses, Verstrynge ha estado al frente de las negociaciones con Sumar, una tarea muy exigente que ha desarrollado en condiciones muy difíciles», reconocieron fuentes oficiales de la dirección. Aquellas fueron tres semanas desagradables en las que Sumar limitó al máximo el peso de Podemos, vetaron a Irene Montero en las listas después de la polémica de la ley del 'sí es sí' y apenas les ofrecieron puestos de salida. Verstrynge fue la número cuatro en la lista de Sumar por Barcelona. La líder de Podemos, la cinco por Madrid por detrás de Íñigo Errejón, algo muy difícil de digerir para la formación ya que el cofundador les abandonó en 2021 para fundar otro partido con el que enfrentarlos.
Un cargo de la Ejecutiva de Podemos reconoce que la vida interna de la organización es muy dura. La exsecretaria de Estado de Igualdad y exmiembro de la Ejecutiva de Podemos, Noelia Vera, se despidió por este tema en 2021. «Cuando el cuerpo avisa hay que saber parar, tomar aire y tomar otros caminos», escribió. Y hubo otros casos, como el de la exsecretaria de Culturas, Sofía Castañón, que también se fue por asuntos de salud.
Una de las fuentes mencionadas admite su «preocupación» por Verstrynge y reconoce que la dirección todavía no ha abordado con ella el traspaso de su trabajos hacia el nuevo secretario de Organización porque quieren «darle tiempo» y «respetar su espacio».
Verstrynge no hizo públicas las razones de su dimisión y fueron las respuestas de Belarra y Montero las que apuntaron a un problema de salud, que ella sigue sin confirmar. «Ahora lo fundamental es que te cuides y que estés bien. Podemos siempre será tu casa. Gracias por tantísimo trabajo en condiciones tan difíciles». Esta reacción de Belarra generó dudas sobre un posible deterioro de la relación entre ellas. Abrió la incógnita de un malestar por su paso atrás en un momento tan delicado, sin embargo, desde el partido aseguran que no hay nada contra ella.
En 2021, Belarra paró un día a Verstrynge por los pasillos del Ministerio de Derechos Sociales —cuando la primera todavía era ministra y la segunda, asesora—, y le dijo que la iba a nombrar su secretaria de Organización. Un año después, la designó secretaria de Estado para la Agenda 2030, en sustitución de Enrique Santiago, líder del PCE, al que cesó por significarse con más Díaz.
Verstrynge lleva en Podemos desde el principio. Asesoró al partido en la Eurocámara en 2014. En 2020, Iglesias la fichó para su Vicepresidencia. Otro dirigente explica que «está siendo una etapa muy dura a nivel emocional» para todos. La candidatura de Montero a las europeas es de hecho una apuesta política para demostrar que aún tienen proyecto contra Sumar.
Los abandonos en Podemos se han ido sucediendo en cascada. Esta última semana, por ejemplo, formalizaron su baja Jaume Asens y Antón Gómez-Reino, que si bien llevan muchos meses desconectados del partido, quisieron los dos dejar constancia pública. «Ahora parece que hay que dejar claro que te vas de Podemos en público porque el marco es ese, ¿no? El de que todos se van del partido, bueno, no creo que la hagan para molestar, pero molesta, claro», bromeaba esta semana el citado alto cargo del partido, no sin revelar cierta frustración.
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