fiscal antidroga en el campo de gibraltar
«Esto es narcoterrorismo, hemos vuelto a la situación de hace cinco años»
La fiscal delegada Macarena Arroyo denuncia falta de medios humanos y materiales y reclama cambios legales
David y Miguel Ángel, los dos guardias civiles muertos por los narcos en Barbate que dejan tres huérfanos
![Macarena Arroyo, fiscal Antidroga en el Campo de Gibraltar](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/02/11/MacarenaArroyo-U503356122092Oc-RjgFLXrgqb0XLNpu8WUMkqJ-1200x840@abc.jpg)
Macarena Arroyo lleva desde 2017 luchando contra los principales clanes de narcos del Estrecho y sufriéndolos en primera persona. La fiscal delegada Antidroga del Campo de Gibraltar tiene claro que lo que ocurrió el viernes por la noche en Barbate (Cádiz) son dos asesinatos «dolosos, ... sin ninguna duda», afirma. «Es un ánimo total de matar, es un asesinato con dolo», reitera a ABC. «Han jugado en el mar como si fuera una plaza de toros, fuero a matarlos».
Consternada, como todos los que luchan contra el narco, Arroyo no ahorra calificativos: «Esto es narcoterrorismo, digan lo que digan. La impunidad con la que actuaron, lo que se ve que hacen. Hemos vuelto a la situación de hace cinco años». Y no se refiere solo a los que asesinaron a los dos guardias civiles e hirieron a sus compañeros. «Se han reído de nosotros. Los que están en el pantalán mofándose y jaleándolos es insólito. Yo hablaría con el fiscal de delitos de odio para que se inicie un procedimiento, pero claro luego está la libertad de expresión… 'Le has dao, le has dao'… gritaban, lo escuchas y la sensación de impotencia es horrible». La fiscal recurre una y otra vez al ánimo de matar que se aprecia y a los palmeros que los animan.
Arroyo recuerda el auto de la juez Belén Barranco tras el ataque a nueve guardias civiles del Grupo de Acción Rápida (GAR) que estaban fuera de servicio, en Algeciras, en 2018. La magistrada que mandó a prisión a los agresores señaló que el Campo de Gibraltar era una zona «denostada» por los políticos que había sido dominada por las mafias de la droga y suponía «el nuevo territorio de ETA», aunque esos terroristas (los narcos) lo que querían era dinero.
«En una visita del entonces ministro Zoido en esa época me llamaron la atención porque dije que dos coches patrulla no solucionaban el problema. No era políticamente correcto. ¿Y ahora? Pues igual. No nos escuchan, vamos a peor y nos podemos convertir en un narcoestado», dice. La fiscal recuerda que quienes trabajan día a día en esa zona llevan mucho tiempo advirtiendo de que los narcos están crecidos, se sienten impunes y desprecian la vida de los demás. «Sabían que esa narcolancha con esos motores en cuanto pasara por encima de una embarcación como la de la guardia civil iban a matar a los agentes».
No es el primer caso, aunque este sea especialmente dramático. Pasó con un policía local, muerto en La Línea, con el helicóptero de Vigilancia Aduanera derribado, otro agente de la Dirección Adjunta de Vigilancia Aduanera (DAVA) también muerto o el policía nacional que a punto estuvo de perder la vida arrollado por un coche robado por unos traficantes.
Arroyo acaba de acusarlos por dos delitos de asesinato en grado de tentativa y les pide 15 años por cada uno, además de otros 6 años por un delito contra la salud pública y receptación. Sin embargo, advierte: «Una condena a cuatro años vista no vale para nada. El efecto tiene que ser inmediato».
«Saben que salen en 3 años»
La lucha entre David y Goliat es una evidencia. Pese a lo que afirme el Gobierno no hay medios suficientes ni policiales, ni judiciales. «Hay que reforzarlos todos. Empiezo por ellos. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad están abandonados aquí, necesitan más gente, cubrir esas playas y luego es imprescindible reformar los delitos contra el narcotráfico».
Las narcolanchas cargadas de tanques de gasolina se pasean con impunidad por la bahía. «No se puede permitir, lo venimos diciendo. No hay encaje legal para ir contra ellos. Tenemos que elevar las penas para que no les resulte casi gratuito traficar. Seis años de prisión no les disuaden, saben que van a salir en tres. Es necesario actuar con más fuerza y a nosotros dotarnos también de medios para que jueces y fiscales podamos actuar con rapidez».
Respecto al apoyo social al narco, evidenciado ayer en toda su crudeza con la presencia incluso de niños, Arroyo se lamenta de que esa batalla está perdida: «Han normalizado que los malos somos nosotros, los que estamos trabajando. La sensación es que cada vez tienen más apoyo. Mucha gente ha interiorizado que los malos son las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que les están quitando el pan y el trabajo. No me puedo poner en el papel de los agentes y sus familias».
La fiscal da un paso atrás en ese punto, pero ella también sufre en sus carnes a los que viven del tráfico de drogas. La semana pasada fue la última vez que le pincharon la rueda de su coche con un destornillador a las puertas de los juzgados de Algeciras. Es la quinta vez que le sucede, más otra en la que le rompieron la luna y una séptima le destrozaron el capó de su coche. «Puede ser accidental», ironiza.
Sobre las amenazas que recibe no habla. En una lucha tan desigual, el pan de cada día son asuntos como el de la semana pasada cuando murió un narco. Los otros tres que le acompañaban quedaron en libertad. La víctima estaba en una de las macrocausas que se siguen contra los clanes; otro está condenado por contrabando. La historia se repite. Al menos dos de los detenidos por matar a los agentes anoche tienen antecedentes por delitos contra la salud pública. No son grandes narcos, claro: «Los jefes no se montan en una embarcación», concluye Arroyo, con rabia.
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