La mutación del PSC: la amnistía pone a prueba su resurrección
La rehabilitación del secesionismo lleva de nuevo a los socialistas a ser comparsa de Junts y ERC y a excluirse de la marcha constitucionalista de hoy
Seis años después de aquel otoño dramático, el constitucionalismo vuelve a las calles de Barcelona, esta vez con el PSC en casa
El domingo 29 de octubre de 2017, dos días después de la DUI en el Parlament y de la aplicación del artículo 155, Societat Civil Catalana (SCC) volvía a desbordar Barcelona con una manifestación a favor de la Constitución. Habían transcurrido tres semanas de la ... primera gran marcha constitucionalista, que hoy se rememora con otra concentración –en este caso en contra de la amnistía– que a la vez señala el cambio de ciclo político en la comunidad y, de manera particular, para el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC).
En este sentido, si una imagen quedó de la convocatoria del 29 de octubre fue el 'selfie' que se hicieron Miquel Iceta (PSC), Inés Arrimadas (Ciudadanos) y Xavier García Albiol (PP). La foto simbolizaba la recuperada unidad de los partidos constitucionalistas contra el atropello legal perpetrado por el secesionismo, unidad que daba continuidad al acuerdo previo en el Congreso y en el Senado entre los grandes partidos nacionales para intervenir la Generalitat y restaurar la legalidad en Cataluña.
La foto de los tres líderes corregía la ausencia de los socialistas catalanes de la histórica manifestación previa del día 8, que el partido no secundó como tal, dejando libertad a sus militantes para acudir; Miquel Iceta no estuvo, sí en cambio el secretario de organización del partido en aquel entonces, Salvador Illa, junto a otros diputados como David Pérez.
Aunque sobre la ambigüedad del partido respecto a la primera marcha, el 'selfie' de la concentración del día 29 confirmaba el regreso del PSC a la centralidad institucional. Un cambio de dirección en un partido arrasado por el 'procés' y cuya ambigüedad durante los años previos le había generado una excepcional fuga de votos hacia Ciudadanos. En las elecciones de diciembre de 2017, las del 155, Cs fue primera fuerza, sí, pero el PSC lograba sumar un diputado.
Mover el tablero
Se rompía la tendencia a la baja, el PSC estaba de vuelta, un retorno que cristalizaría en el último ciclo electoral: primera fuerza en las autonómicas de 2021, primera fuerza en las locales de 2023 –recuperando la alcaldía de Barcelona– y excepcional resultado en las generales de julio para permitir a Pedro Sánchez aspirar a repetir en La Moncloa.
Seis años después de aquel otoño dramático, el constitucionalismo vuelve a las calles en Barcelona, y en esta ocasión, con el PSC en casa, sin apoyar, obviamente, una manifestación convocada para protestar precisamente contra las cesiones del PSOE al independentismo, empezando por la amnistía. Si los hechos de 2017 permitieron a los socialistas catalanes comenzar a reubicarse e iniciar la remontada, lo sucedido tras las elecciones de julio, y lo que está por venir, mueven de nuevo el tablero, arruinando en parte la estrategia del PSC, que ve como los intereses del PSOE desdibujan su papel y los partidos independentistas se ven rehabilitados cuando paradójicamente peores son sus resultados y cuentan con menos apoyo social.
Sin réplica posible, la queja de Salvador Illa por el hecho de que el independentismo se arrogue la representatividad del conjunto de Cataluña se ve arruinada cuando es el propio PSOE el que otorga a ERC y Junts –cuarta y quinta fuerza en las últimas generales– la capacidad para negociar el «acuerdo histórico» que reclama Carles Puigdemont. Pasando por encima del Parlament, pasando por encima del papel del propio Salvador Illa como líder de la oposición.
Apoyo de ERC
En este contexto, el papel del PSC y de su líder es bipolar. Por un lado, es parte activa en el proceso de acercamiento y rehabilitación de Puigdemont a la vez que Pedro Sánchez se esfuerza en subrayar el papel de su exministro de Sanidad como actor destacado de las negociaciones. Por contra, este mismo proceso de rehabilitación de Puigdemont y del independentismo desdibuja su papel de oposición en el Parlament y le fuerza a seguir siendo, a poco menos de año y medio para las elecciones autonómicas, muleta de una debilitada Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), formación en precaria minoría parlamentaria a la que ya aprobó los últimos Presupuestos y tiende la mano para sacar adelante los próximos.
La principal diferencia, y ventaja, que tiene ahora Illa con respecto al PSC de la etapa del 'procés' es que ante el acercamiento al secesionismo no hay un partido como Ciudadanos ávido de recoger al votante socialista enojado por ver cómo se da oxígeno a Junts y ERC.
En este escenario, el socialismo solo puede vender que todo lo que hace es en aras de la normalización de la vida política en Cataluña, lo que cuestionan ciertamente episodios como los del acoso a entidades como S'ha Acabat!, o un hipotético regreso de Puigdemont a Cataluña.
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