El último viaje de las 15.000 piezas del monumento al 11-M de Atocha
Uno de sus autores lamenta que en Madrid «durante un tiempo no haya un espacio para la memoria» del atentado
Adiós al monumento del 11-M: la estación de Atocha cambia su silueta
![Un operario, durante el desmontaje, pieza a pieza, de los elementos que formaban el monumento en memoria del 11-M en Atocha](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/02/26/monumento1-RX00AUr5BNVeFsevayt8CUP-1200x840@diario_abc.jpg)
Un enorme puzzle formado por miles de ladrillos de vidrio traídos expresamente de Alemania y unidos entre sí por pegamento daban forma al exterior del monumento a las víctimas del 11-M. Actualmente, las piezas se han retirado, en una complicadísima labor de gran precisión, ... a la que han 'sobrevivido' 12.000 de las 15.000 piezas que formaban la estructura. Las custodia la Consejería de Transportes hasta que se decida, con el Ayuntamiento de Madrid y las asociaciones de víctimas, su destino final.
El monumento al 11-M que se colocó en Atocha es propiedad del Ayuntamiento de Madrid, y será este quien decida dónde se guardan las piezas de vidrio, de 30x20x7 centímetros y qué se hace en el futuro con ellas, según lo que decida la Dirección General de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento. Hasta ahora, no se han hecho públicos los planes en este sentido.
De momento, quien se ha encargado de desmontar, pieza a pieza, ese irregular cilindro cristalino ha sido la Consejería de Vivienda, Transportes e Infraestructuras que dirige Jorge Rodrigo, que es el organismo que se encarga del desarrollo de la obra de ampliación de la línea 11 del Metro, que afecta a la ubicación actual del monumento.
Precisamente, la idea es aprovechar estas obras para sustituir el monumento actual, que ocupa una superficie de 440 metros cuadrados bajo el nivel del suelo, por otro que cuadruplicará el espacio cubierto hasta los 1.993 metros cuadrados. De paso, se dotará de más amplitud al vestíbulo del Metro, que tendrá que acoger a una mayor cantidad de viajeros.
Instituciones y asociaciones de víctimas acordarán cómo va a ser el nuevo monumento que sustituya al actual, del que ya se sabe que tendrá más visibilidad y contará, en el vestíbulo subterráneo, con un espacio de 166 metros independizado con unas mamparas para que pueda utilizarse como zona de recogimiento.
![Familiares de víctimas intentan ver el interior del monumento en su inauguración](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/02/26/11-M-3-U42236110518dQC-760x427@diario_abc.jpg)
Retirar el enorme cilindro superior, de 11 metros de altura y 160 toneladas de peso, que ha sido la imagen externa del monumento a las víctimas del 11-M no ha sido tarea fácil. Se ha desmantelado, explican fuentes de la Consejería, «con sumo cuidado», despegando cada una de las piezas y tratándolas «con el máximo respeto a lo que significan».
Para el desmontaje, en todo caso, no se ha contado con los arquitectos que lo diseñaron décadas atrás, según explica a ABC uno de sus autores, Esaú Acosta Pérez, que forma parte del equipo que ideó el monumento: «Nos avisaron al final, con el andamio puesto, cuando ya estaba la obra en marcha; en realidad nosotros nos enteramos por la prensa», que publicó el inicio de los trabajos. No recibieron previamente «ninguna llamada de ninguna administración, hasta este verano».
El desmontaje es algo que, reconoce Acosta, les «sorprendió»: «No nos lo esperábamos». Aún sin saber qué sustituirá al monumento que ahora se ha retirado, pone el acento en la tristeza de que «Madrid deje, durante un tiempo, que no haya un espacio para la memoria» del mayor atentado sufrido en la ciudad.
![El equipo de arquitectos que ganó el concurso del monumento al 11-M](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/02/26/11-M-2-U77332648231WhO-760x427@diario_abc.jpg)
Queda por determinar ahora cuál va a ser el destino futuro de las piezas desmontadas, qué hacer con ellas. Algunas voces abogan por entregarlas a los familiares de las víctimas, pero aún no hay una decisión tomada, y ésta se alcanzará, recuerdan en el Gobierno regional, sólo con el consenso de las asociaciones de víctimas: «El consejero ha mantenido diferentes reuniones con ellas, y no se hace nada sin su conocimiento y participación».
El monumento al 11-M, que ahora se ha borrado de la faz de Madrid, nació como idea hace unos 20 años, y no exento de polémica. Fue el proyecto ganador de un concurso internacional de ideas que convocaron conjuntamente el Ayuntamiento de Madrid y el Ministerio de Transportes, y al que se presentaron nada menos que 260 propuestas de siete países diferentes: España, Italia, Holanda, Alemania, Portugal, Argentina y Brasil.
Sin límite presupuestario
En un primer momento, cada una de las administraciones, la local y la central, habían convocado su propio concurso. Pero decidieron, con buen criterio, unificarlos dado que el objeto era el mismo. El alcalde, que entonces era Alberto Ruiz-Gallardón, y la ministra de Transportes del momento, Magdalena Álvarez, firmaron un convenio sobre este asunto, y el regidor ya dejó claro que el monumento «no tendrá limitación presupuestaria, aunque todo será estudiado por el jurado».
Éste lo formaban, además de la ministra y el alcalde, representantes de las dos administraciones, miembros de instituciones culturales y académicas y artistas como Agustín Ibarrola, Andreu Alfaro, Juan Bordes y José Luis Sánchez.
Y entre todos los proyectos presentados, eligieron el diseño de FAM, un grupo de cinco jovencísimos arquitectos, que habían acabado la carrera apenas unos meses antes, y dieron la campanada con su planteamiento, originalísimo y de una complejidad técnica apabullante a la hora de materializarlo.
El monumento que idearon estos profesionales era una forma irregular, redondeada e indefinida, construida en materiales translúcidos –se habló al principio de cristal o de metacrilato–, y de unos 10 metros de altura en superficie, pero que a la vez atravesaría el suelo con una especie de linterna de luz que sería visible desde el Metro. El papel, ya se sabe, lo aguanta todo, pero a la hora de llevar el proyecto premiado a la práctica, se optó por introducir algunos cambios para hacerlo más viable.
Aunque la idea original era que el monumento estuviera listo para el primer aniversario del atentado, el 11 de marzo de 2005, pronto se vio que esa pretensión era imposible; de hecho, no se pudo inaugurar hasta iniciado el año 2007. Los arquitectos autores del proyecto eran Esaú Acosta Pérez, Raquel Buj García, Pedro Colón de Carvajal, Mauro Gil-Fournier y Miguel Jaenicke, que entonces eran unos veinteañeros que ya habían ganado antes otro premio: el segundo de un concurso convocado en 2003 por la Escuela de Arquitectura bajo patrocinio del Ministerio de Fomento, para un área de descanso en Arco: la llamaron «Fascinante aroma de manzana».
'Vacío azul'
El monumento al 11-M costó tres millones de euros, y constaba de una cápsula translúcida de 10 metros de altura, construida con piezas de un vidrio especial que se fabricaba en Alemania y se transportaba desde allí a Madrid, y que se pegaban luego unos a los otros, sin estructura alguna que los mantuviera en pie. Este elemento traspasaba el suelo y penetraba en Atocha como un haz de luz.
En su interior, una membrana transparente que flotaba gracias a un complejo juego de presión y aire comprimido era el lienzo sobre el que se escribieron los mensajes de recuerdo a las víctimas. Ese espacio inferior, en azul cobalto e iluminado de forma suave –sus diseñadores lo llamaron 'Vacío azul'–, era un lugar de recogimiento, al que se entraba por un doble juego de puertas que permitían mantener la presión adecuada dentro.
Mal mantenimiento
Pero la realidad se mostró tozuda con semejante ejercicio de lírica: la membrana interior perdió en varias ocasiones su majestuoso aspecto flotante y cayó al suelo como un globo desinflado. Para el año 2015, y se habían registrado cinco caídas. La alcaldesa Manuela Carmena prometió poner solución para que la membrana, con los mensajes de recuerdo a las víctimas, no volviera a desplomarse. Pero los trabajos no llegaron, y al monumento le aparecieron también grietas y goteras.
Las obras de ampliación de la línea 11 de Metro han forzado ahora su retirada, y prometen dignificar el espacio de cara al futuro.
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