Símbolos, atuendos y drogas: las señales de alarma de las bandas latinas en los institutos
La Comunidad de Madrid remite un protocolo de obligado cumplimiento a los centros para que detecten la posible relación de su alumnado con grupos juveniles violentos
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Dibujos extraños en las libretas, bolígrafos manipulados, anillos puntiagudos, tatuajes, escorpiones en las prendas, 'outfits' con bandanas, apodos, pruebas del consumo de drogas, colores que representan al grupo... Las señales de alarma están en los detalles. Un cambio de imagen drástico. Una actitud dominante en su círculo de amigos. Antecedentes de acoso escolar o de violencia temprana. Son algunos de los síntomas de pertenencia a bandas latinas desglosados por el Gobierno de la Comunidad de Madrid en un protocolo que ya se ha remitido a todos los institutos de la región.
Los conflictos protagonizados por bandas juveniles —desde el asesinato de un menor de 15 años el pasado febrero en Atocha a manos de tres Dominican Don't Play (DDP)— han forzado al Ejecutivo madrileño a elaborar un plan de actuación de obligado cumplimiento. Un documento de 16 páginas para prevenir e identificar la relación de los alumnos con estos grupos violentos. Las pautas se han enviado a los 2.000 centros madrileños sostenidos con fondos públicos; también están disponibles en la página web de la Comunidad para que los colegios privados puedan incorporarlas.
El protocolo consta de cuatro fases: detección, intervención educativa, registro y derivación a servicios externos especializados. El primer paso, la identificación de conductas de riesgo, pone el foco en más de medio centenar de señales de alarma: desde la simbología que puedan adoptar los menores en su ropa o en su comportamiento, hasta su relación con el entorno familiar, con el que pueden mantener débiles lazos afectivos o vivir bajo prácticas autoritarias. Una vez confirmado el riesgo, el siguiente paso es comunicarlo a la familia.
El centro y los familiares acordarán entonces la supervisión del alumno y la comunicación periódica entre las partes. Todo el proceso queda registrado en detallados documentos que se envían a la Consejería de Educación. En última instancia, el colegio, con el visto bueno de la familia, puede solicitar la derivación del caso para que intervengan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad correspondientes. Una hoja de ruta para evitar que se repliquen los sangrientos sucesos de las últimas semanas.
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